LA LITERATURA Y LA TRAMA, SEGÚN JOSÉ-CARLOS MAINER
La profesora María Ángeles Naval dijo que “Tramas, libros, nombres. Para entender la literatura española, 1944-2000” (Anagrama, 2005), la colección de ensayos y textos de José-Carlos Mainer que se presentó hace unos días en la FNAC, era uno de los “acontecimientos literarios más relevantes de todo el año”, y recordó la condición de “filólogo y catedrático de Literatura Española” del autor que firma un artículo como “Por ejemplo, 1944. Un año de literatura”, un texto especialmente brillante que define una forma de trabajar, un método de relación de libros, tramas, autores y acontecimientos de un año muy significativo que coincide con la fecha de nacimiento del profesor. “Ese texto es un martillo de herejes para los aficionados que se atreven a engarzar los acontecimientos en torno a un año, que no es un año cualquiera, porque se publicaron dos libros como ‘Hijos de la ira’ de Dámaso Alonso y ‘Sombra del paraíso’ de Vicente Aleixandre”.
Dijo que este “Tramas, libros, nombres” hace compañía a un título anterior como “De posguerra” y completa el proceso cultural que había dejado en “La Edad de Plata” en 1939. Los tres volúmenes son, para la profesora, magníficos ejemplos de “ensayos de interpretación de un proceso cultural”, y resaltó que Mainer siempre “establece un complicidad personal en los procesos que intenta definir, y que define con finura literaria, humanidad y profundidad interpretativa”. Jordi Gracia, que se desplazó desde Barcelona para la presentación hasta Zaragoza, recordó que al editor Jorge Herralde le había encantado “La filología en el purgatorio” del profesor zaragozano, y que era lector suyo por cuenta propia, por curiosidad, por interés, por respeto. Así que cuando se le sugirió la publicación de un libro como éste, no lo dudó.
Observó el autor de “La resistencia silenciosa” (Anagrama) que Mainer “posee una erudición apabullante, y que arma textos persuasivos, convincentes, pero nunca se queda en la parte superficial de su trabajo como mero vaciado de erudición. Mainer ofrece una dificultad inicial: la de una voz propia, sometida a un punto de vista determinado. La suya es la trayectoria de un escritor que va construyendo su propio mundo a través del mundo literario y la elección de sus temas. Se trata de alguien que construye un modo de entender la literatura de forma contagioso”. Y le reconoció otra virtud: la de la valentía, por publicar un libro como “Falange y literatura”, en tiempos más oscuros, más confusos, donde algo así podría resultar temerario. Dijo Gracia que en José-Carlos Mainer, y también en este libro, sobresale la inclinación por lo contagioso, lo excitante, lo provocador, lo fácil que resulta dejarse llevar por las notas, por los apuntes, por las citas. “Obliga a pensar al lector, a recomponer, a deshacer perjuicios. Es un prosista de ideas”. Recalcó Gracia que en este libro hay un componente autobiográfico más intenso que en otros.
Y ése extremo lo confirmaría el autor de “Tramas, libros, nombres”, porque “la literatura se imbrica en la vida propia y en la de los demás –matizó José-Carlos Mainer-. Los libros son autosuficientes, pero nos gusta comentarlos, explicar las razones, dar claves que el autor conoce, o a lo mejor no las conoce del todo siempre. La crítica es una ceremonia de lectura necesaria”. También dijo que “escribe con voluntad de escritura. No sabría hacerlo de otro modo ni el lector debería tolerar otra cosa”. Repasó algunos títulos e interpretaciones que realiza en el volumen en torno a “El Jarama”, de la que dijo que “es una espléndida novela de la guerra civil”, o recordó que Martínez de Pisón le dijo que “Los bulevares periféricos” de Patrick Modiano lo había leído después de redactar “Carreteras secundarias”, y no al revés como sugiere el ensayista. “Intento contar la literatura de otra manera, a mí mismo y a los demás. La literatura siempre intenta convencer a otros”, dijo. En el libro estudia el año 1952, el año de la publicación de "Quinta del 42" de José Hierro, la imagen de la Guerra Civil en el cine, autores específicos como Sánchez-Ferlosio, al que le dedica dos textos, o Fernández Santos, pero también glosa algunas novelas que marcan un nuevo camino, autores clave como Álvaro Pombo y su “El héroe de las mansardas de Mansard” o Juan José Millás y su “Visión del ahogado”, y lee, incluso con alguna severidad siempre elegante, la obra de Martínez de Pisón. También se acerca al proyecto de “Poesía en el campus”, del cual estuvo muy cerca.
El conjunto, que sólo tiene un artículo verdaderamente inédito, el de Pisón, parece muy armado, quizá por ello también se eche más a faltar la presencia de mujeres escritoras, y es, como todas las obras de José-Carlos Mainer, un volumen sólido que vuelve a dejar al descubierto que el catedrático de la Universidad de Zaragoza es, por encima de todo, un soberbio historiador de la literatura. Algo que se aprecia, muy particularmente, en los dos textos de 1944 y 1952.
*La foto es del siempre fotogénico y contundente José Hierro, autor de "Quinta del 42", libro que analiza José-Carlos Mainer.
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