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Antón Castro

CHARLY GAUL, EL CICLISTA DE LAS NIEVES

CHARLY GAUL, EL CICLISTA DE LAS NIEVES

Hubo una época de mi vida que escribía de todos los deportes. Incluido de ciclismo. Seguramente habré firmado más de 200 textos sobre Perico, Induráin, Gorospe, Rominger, Heras... Y me animé a hacerlo en “El día de Aragón”, que fue mi gran escuela para todo. A media tarde, cuando se corría el Tour o la Vuelta, aparecía Ángel Giner, que fue un tiempo seleccionador de aragonés de ciclismo femenino, y nos poníamos a hablar de carreras. De Eddy Merckx, el grandioso caníbal; del escalador Lucien Van Impe; de Luis Ocaña. Recorríamos, al lado de la máquina de café o en las afueras, a la intemperie en el polígono del Portazgo, allá donde el sol se volvía sangre y fresca macerada en los labios del cielo, la historia del ciclismo. Y quizá fue en una de esas memorables  tardes, cuando oí hablar por vez primera de Charly Gaul, “el ángel que amaba la lluvia”. Aunque sería algunos años más tarde, justo cuando Ángel Giner publicó su libro sobre Bahamontes, cuando conocí mejor su historia, la increíble aventura de este luxemburgués que acaba de morir a los 73 años con un envidiable palmarés a sus espaldas: dos Giros, el de  1956, venció en el Monte Bondone bajo una increíble nevada, y el de 1959; y el Tour de 1958, en el que destrozó en un épico y terrible día de lluvia a Jacques Anquetil y al gran favorito Raphael Geminiani, al que redujo doce minutos de los quince que había perdido; los tres restantes los sentenciaría en una contrarreloj, aunque en aquella carrera venció en tres carreras contra el crono.

 

Aunque se llevaban a matar, Bahamontes y Charly Gaul pelearon juntos contra la  gran armada francesa de Luison Bobet, que había ganado ya tres Tours, Anquetil, que ganaría cinco, y Raphael Geminiani, cuya asombrosa clase, tan grande como su mal genio al parecer, no le sirvió para vencer nunca ante sus paisanos. Estas batallas las cuenta muy bien Ángel Giner en su libro sobre Bahamontes, y el menudo y vivaz Charly Gaul posee un increíble encanto, la fuerza de un titán de la ruta, un sentido del sufrimiento como pocas veces se ha visto. Alguien ha escrito que su victoria en Monte Bondone en 1956, bajo la nieve, es una de las páginas más impresionantes e inolvidables de este deporte. En el Tour de 1958, Charly Gaul venció a Bahamontes en Mont Ventoux. Nada menos. Al año siguiente, vencería Federico Martín Bahamontes y él sería su aliado en algunas escapadas; también hay que decir, que los franceses se llevaban a matar entre ellos.

 

          Charly Gaul se retiró en 1965. Se casó dos veces, montó una tienda de ciclismo, pero acabó retirándose a una cabaña como si fuera un ermitaño. Un anacoreta. Incluso se llegó a decir que se había suicidado, como haría años después Ocaña, pero no: vivía lejos del mundo, con una gran barba blanca, dentro de un cuerpo grueso, de tonelete. Jean Luc Leblanc accedió hasta su refugio en el corazón del bosque y se encontró con algo increíble: un auténtico santuario del ciclismo con libros, recuerdos, medallas, copas, recortes de artículos de fondo. Y se encontró con un hombre, huraño en apariencia, el mejor deportista de Luxemburgo del siglo XX, que estaba al corriente del ciclismo actual y que era un ferviente admirador de Marco Pantano. Charly Gaul murió ayer y partió, en medio de un vendaval de nieve y lluvia y de sombras, a saludar a su joven amigo el “Pirata”. ¡Quién pudiera asistir a la conversación de estos dos escaladores!

 

4 comentarios

Cide -

Ángel Giner publica hoy este artículo sobre Gaul:

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=219305

Cide -

Veo que tus textos se multiplican por la red:

http://www.heraldo.es/heraldo.html?noticia=149366

Otro personaje que tenemos en común. Escríbenos algún día acerca de él en el blog.

Cide -

aunque sea un tópico, pocos deportes tienen la grandeza y la miseria del ciclismo. Quizá el atletismo de fondo, pero el ciclismo, ¡ay, cuántos mitos se elevaron! y como se nos van cayendo a pedazos con la mierda del dópin.

Que Pantani bajara la cuesta de su vida a esa velocidad muestra hasta qué punto los equipos de ciclismo crean monstruos. Con lo que nos ha hecho disfrutar este deporte a los que nos gusta observar los límites físicos del ser humano , que donde mejor se ponen de manifiesto es en el deporte.

Aún nos queda recordar a viejas glorias sobre las que las dudas son mucho menores, como el gran Perico Delgado, Rominger, Lejarreta, que corrió las tres vueltas durante un montón de años seguidos, Poulidor que plantó cara a Anquetil y luego se convirtió en paradigma de la mala suerte,...

La antecilla -

Mi época esta llena de mitos o eso creíamos los de mi generación. En el ciclismo habíamos asistido al estertor de nombre míticos y a la mitificación de otros: Bahamontes y Loroño son los ejemplos patrios junto a Langarica (seleccionador, cuando la asistencia al Tour era por equipos nacionales), mas allá, Anquetil, Geminiani, Lauredi (un gregario magnifico), Angelo Conterno, Gimondi y otros pero sobre ellos Charly Gaul. Representaba al escalador por excelencia junto al imprevisible Bahamontes. Había pocas cosas con las que llenar la miseria de la época y los mitos ocupaban por un tiempo el vacio de la nada. Luego antes de entrar en clase se jugaba con chapas de cerveza, sobre circuitos interminables, dibujados con clarión en las aceras. De esa manera si ganabas, ese día te convertías en Charly Gaul, en Bahamontes y en menor medida en Van Stemberger o Poblet. La motaña como ahora ponía las cosas en su sitio. Los sprinter era cosa de circo.
En el Tour del 58 años, el de ahora o nunca de Langarica (creo que era el director deportivo) Charly Gaul sostuvo un duelo con el Aguila de Toledo indescriptible. El recuerdo no puede ser sino un homenaje merecido para quien nunca quiso saber de fastos y vanidades. Gracias Antón.