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Antón Castro

C. S. LEWIS Y EL CICLO DE NARNIA

C. S. LEWIS Y EL CICLO DE NARNIA EL BOSQUE DE LOS MILAGROS DE NARNIA

 

Mucho antes de “Harry Potter” de J. K Rowling, casi a la par de “El señor de los anillos”, en Oxford, hacia 1950, un señor menudo que dominaba a la perfección el griego, la literatura medieval y las mitologías nórdicas concebía un reino de fantasía, donde los animales hablaban, los árboles podían andar y un león era capaz de resucitar. Ese territorio se llamaba Narnia y en él iban a ocurrir cosas increíbles. A ese espacio mental y físico accedieron casi milagrosamente los cuatro hermanos Pevensie, Susan, Lucy, Edmund y Peter. Primero, por casualidad, ingresó en ese condado la pequeña Lucy: en Narnia era invierno, había nieve y se encontró con el fauno Tumnus, que le anunció que allí llevaban “cien años sin Navidad” y que si la dejaba volver a la tierra sería castigado por La Bruja Blanca. Otro día, Lucy repitió el viaje con su hermano Edmund; más tarde, mientras jugaban en la oscura casa del profesor Kirke que los había acogido, huyendo de los nazis en el Londres de 1940, los cuatro hermanos se escondieron en el interior de un armario y, como por hechizo, salieron a Narnia.

 

 

Dice Douglas Gresham, hijastro de C. S. Lewis, que ese espacio fabuloso estaba inspirado en un bosque que había al lado de la casa del escritor, que tenía en medio un pequeño y cristalino lago, y que todo ello se hallaba en medio de una atmósfera de misterio, donde el viento era singular, melodioso, y hasta el tiempo parecía situarse al margen de los relojes convencionales.  Así empieza “El león, la bruja y el armario”, el primer título que escribió en 1950 C.S. Lewis de los siete que forman “Las crónicas de Narnia”, que reorganizaría posteriormente; el escritor colocó como primera historia una que escribiría mucho después: “El sobrino del mago”, donde cuenta la amistad de Digory Kirke y Polly Plummer que, ayudados por un anillo mágico, realizan un viaje fascinante a un lugar donde una malvada hechicera quiere hacerlos sus esclavos, hasta que acude en su auxilio el león Aslan, que además entona una canción que dará lugar a Narnia. Digory y Polly vivían en el Londres de Shelock Holmes, a principios del siglo XX.

 

 A estos dos títulos seguirán cinco más: “El caballo y el muchacho”, la historia del joven Shasta y el caballo Bree; “El príncipe Caspian”, donde reaparecen los hermanos Pevensie al lado de este personaje que intenta recuperar el reino de Narnia; “La travesía del ‘Viajero del Alba”, que narra un viaje en un barco de los hermanos y con su detestado primo Eustace Clarence, el personaje favorito de J. K. Rowling; “El trono de plata” y “La batalla final”, donde ya no tienen protagonismo alguno los cuatro hermanos, que, tal como dijo una profecía, llegaron a ser reyes de Narnia. Como su amigo Tolkien, C. S. Lewis también colocó mapas a sus ficciones, con sus montes y desiertos, castillos y riberas, mares y marismas, desfiladeros y ruinas, algo que se ve muy bien en las dobles páginas de “Las crónicas de Narnia. Obra completa” (Destino, 528 páginas. Ilustraciones de Pauline Baynes).

 

En su interior todo es posible: el tiempo avanza más deprisa (vuelves de Narnia y aquí no han pasado ni los minutos), y se multiplican los dragones, los faunos, las brujas y hechiceras, las maldiciones, los enfrentamientos entre reyes y príncipes, entre ejércitos. La importancia de los animales es absoluta: hay lobos, zorros, asnos, caballos, castores, centauros, renos, leones como Aslan, muy decisivo en toda la saga. Y todos tienen su protagonismo, que rivaliza con los propios héroes Digory y Polly, los hermanos Pevensie, Eustace, el príncipe Caspian, el monarca Miriez, Papá Noel, etc. El asunto esencial de la serie es la lucha entre el Bien y el Mal, representado éste casi siempre por brujas, como La Bruja Blanca, o agentes que han usurpado el poder en Narnia. Hay enfrentamientos constantes, batallas, y en todas ellas, de algún modo, cobra una enorme importancia la presencia y la leyenda del león Aslan, rey de Narnia antes que ceda su trono a los hermanos Pevensie.

 

          Hace algunos días se estrenaba la película “Crónicas de Narnia. El león, la bruja y el armario”, que ha dirigido Andrew Adamson, y que se rodó en Nueva Zelanda. Entre otros, en el reparto figuran Liam Neeson, Ruper Everett y una fantástica y perversa Tilda Swinton, entre otros.

 

 

EL AUTOR

 

Clive Staples Lewis nació en Belfast en 1898 y murió en Oxford en 1963. Desde muy joven se inclinó al estudio de la literatura, hasta el punto  de que se especializó en literatura medieval y renacentista. Fue educado por su madre y una institutriz hasta los diez años; más tarde, cursó en estudios en varios colegios; a uno de los cuales lo definió como “campo de concentración”. Antes de entrar en Oxford, estudió con un profesor que se parece mucho al que aparece en “El león, la bruja y el armario”. Redactó un importante  libro, “Literatura inglesa del siglo XVI” (19154), y también exhibió siempre un gran conocimiento de lenguas clásicas.Fue siempre un apologista cristiano en la línea de Chesterton, pongamos por caso, pero a menudo más radical; o eso le echaba en cara su gran amigo J. R. R. Tolkien: ambos intercambiaban la lecuta en alta voz de sus ficciones. C.S. Lewis combatió en la Primera Guerra Mundial y fue ateo durante varios años hasta que convirtió al cristianismo. Su obra es muy extensa y abunda en ciencia ficción, en libros de memorias y recuerdos y en literatura infantil y juvenil; también tiene una obra de carácter religioso, donde reflexiona sobre Cristo, la esclavitud, una idea bondadosa del amor, la educación (por cierto, no era un gran defensor de la escuela pública), etc. Entre sus títulos más famosos, destaca la llamada “Trilogía de Ransom”, de ciencia ficción, compuesta por “Más allá del plantea silencioso” (1938); “Pereandra” (1943) y “Esa horrible fortaleza” (1946). Además de la serie “Narnia”, tituló sus memorias “Cautivado por la alegría” (1926).Uno de sus libros más bellos es “Una pena en observación”, donde narra su historia de amor con la poetisa norteamericana Helen Joy Gresham, con la que mantuvo una inicial y fogosa correspondencia; se encontraron en 1952, se casaron (ella tenía dos hijos de su matrimonio con el escritor alcohólico William  Gresham) e incluso llegaron a realizar un viaje maravilloso por Grecia antes de que ella muriese a consecuencia de un cáncer óseo. Esta historia la llevó al cine Richard Attenborough en “Tierras de penumbra” con Anthony Hopkins y Debra Winger, una de mis actrices favoritas desde hace mucho años.

 

 

*Obra completa. Las crónicas de Narnia. Siete novelas. C. S. Lewis. Ilustraciones de Pauline Baynes. Traducción de Gemma Gallart. Destino. Barcelona, 2005. 524 páginas.

C.S. Lewis de niño, cuando lo educaban su madre y una institutriz.

 

 

3 comentarios

cherley -

me parecio ermoso perro estopido metete la lengua al poto carajo

katita ..px -

esta xvr la peli
ya la vi en el cine con mis amix toa la bateria seria px
salu2 pa l cole nuestra señora del rosario..gracias

Javier -

Tenía curiosidad por esta película y ahora todavía tengo más. Muchas gracias por ayudarnos a comprender al autor y su obra