JEAN-JOSEP SAROÏHANDY O LA NOVELA DEL ARAGONÉS
Xordica y las PUZ publican “Misión Lingüística en el Alto Aragón”, los trabajos de literatura oral y de vocabulario de 130 pueblos del Altoraragón de Jean-Joseph Saroïhandy. El prólogo del editor, Óscar Latas, es tan fascinante como una novela.
VOCES DEL ANDARÍN DE LOS PIRINEOS
El Altoaragón ha conocido a personajes fascinantes que, en un determinado momento, decidieron recorrerlo de punta a punta como quien se atreve a explorar el paraíso y sus dones. Nombres como Lucien Briet, Fritz Krüger o Gerhard Rohlfs evocan trayectos y curiosidad, voluntad de conocer la naturaleza exuberante y el paisanaje. Pero estos días, gracias a los esfuerzos de Óscar Latas Alegre, recuperamos la figura de Jean-Josep Saroïhandy (1867-1932) a través del libro “Misión Lingüística en el Alto Aragón” (Xordica /PUZ); de ésa figura, entre otros, habían hablado Domingo Miral, Arnal Cavero, Artur Quintana, prologuista del volumen, García de Diego o Manuel Alvar, que situó al filólogo francés en su justa medida: “Entre los estudios dedicados a dialectos aragoneses, son los de Saroïhandy los que tienen por primera vez carácter científico. Él es, por tanto, el descubridor de las hablas vivas altoaragonesas”.
Podríamos decir que con este fragmento ya hemos presentado a este personaje, pero podemos decir algo más: era de origen vasco, hijo de un tratante de maderas, vivió varios años en la República Argentina, donde aprendió el español, a montar a caballo y a nadar, y disfrutó de varias becas en Portugal y Madrid. Se dedicó a la enseñanza en distintos lugares como Bayona y París (donde, en los años 20, daría clases de Lengua aragonesa, nada menos), y mantuvo correspondencia con Rafael J. Cuervo, Menéndez Pidal, Domingo Miral o Pedro Arnal Cavero, en cuya casa de Alquézar pernoctó dos días. Y también se carteó con Joaquín Costa, a quien le debió directamente su interés por Aragón y por España. Costa publicó hacia 1875 un “ensayo empírico de los dialectos ribagorzanos”, que desagradó al profesor Alfred Morel-Fatio. Éste sugirió a sus discípulos estudiar la lengua sobre el terreno. Y así, en 1896, llegó a Graus el filólogo Jean-Joseph Saroïhandy, uno de ellos. Y esos trabajos se prolongaron prácticamente hasta su muerte: durante más de 30 años ininterrumpidos, pasó los veranos en Aragón y otros lugares del Pirineo y recogió “materiales dialectológicos de las diversas lenguas pirenaicas: aragonés, catalán, occitano y euskera”, y aquí debemos matizar que recogió también aragonés medieval y catalán de Aragón.
El libro de Xordica recoge la literatura oral de Aragón y los vocabularios. Recorrió 130 localidades y registró más de 30.000 voces. Se internaba en los valles más apartados, hablaba siempre con ancianos o con “algún joven pastor que no hablara nada de francés”, llevaba mochila, iba siempre a pie, era por tanto un buen andarín, y era tan discreto que por no molestar a la mujer de un posadero se lavaba él mismo la ropa sucia. Cuando murió donó una gran caja con sus materiales a la Universidad de Burdeos: cuadernos, fichas, paquetes, libros… Era el inmenso testimonio de la generosidad de un hombre de letras que tradujo a Blasco Ibáñez y D’Annunzio, que leyó el “Pedro Saputo”, libro que tenía entre sus preferidos. Joaquín Costa lo dibujó así: “… simpático, fértil en su ingenio, a un tiempo sutil y reflexivo, con agrado de conversación y llaneza y finura de trato”.
1 comentario
Aragonés -
Gracias por recordar a este fulano. ¡Clases en París de aragonés en los años 20! ¿Qué habría dicho Buñuel?
Esta es una tierra de locos, viejo.