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Antón Castro

ELIZABETH HERNÁNDEZ Y LA JUSTICIA POÉTICA

ELIZABETH HERNÁNDEZ Y LA JUSTICIA POÉTICA

Apareció ayer en la presentación de “El fumador pasivo” Elizabeth Hernández, poeta y coordinadora de los “Martes Literarios” de Huesca. Reveló, y también lo había dicho en su blog, que se ha separado por iniciativa propia, y que eso la había sumido en una tremenda crisis. Elizabeth vivió una bella historia de amor  por internet con un oscense que la trajo a Huesca, donde se ha convertido en la reina de las palabras, con Teresa Ramón y algunas otras escritoras. Esa crisis la llevó a un estado de depresión terrible y pensó en el suicidio. Ni tenía ganas de moverse, ni de levantarse, ni de escribir. O de redactar las últimas palabras de la desesperación. Y justo el día en que había decidido decir adiós a todo esto, sin ella saber nada, Fernando Elboj había mandado que se inscribiese un poema suyo, de “Labios de encaje”, y otro texto de Óscar Sipán –otro de los reyes de la literatura en Huesca con Carlos Castán, Damián Torrijos, Francisco Grasa…, de los que residen en la ciudad- en la piedra simbólica de inauguración del Palacio de Congresos de Huesca. 

         Fernando Elboj no podía saber que en ese instante, Elizabeth, aborrecida de todo, estaba escribiendo esto:

 

Y si tiro la toalla
si doblo la manta
cuelgo el abrigo
acomodo los platos
escobo las heridas
pongo cosas en su lugar
las camas tendidas
la ropa plegada
los libros por abecedario
el cuarto de meditación libre de ocupas.


Y si recupero el alma
me zurzo los agujeros
hago de cada día un reto
para volver a comenzar.
En una nueva ruta
con más paciencia a los errores
con más aliento revitalizando la energía
ocupándome del cuerpo adolorido por el estrés.


Y si dejo de compadecerme
de ser una marioneta del destino
un cacharro entre autos
y si me transformo
en un organillo que vuelve a sonar.


Y si estoy entre manteles
comparto mi santuario ahora en ruinas
si le voy quitando el polvo
y lo hago mío, sólo mío.


Estoy sola y busco razones para no suicidarme.

Un par de días después un amigo le dijo que habían colocado un poema suyo en el monolito del palacio de Congresos. Elizabeth se quedó perpleja: ignoraba ese gesto de cariño y de reconocimiento. Nadie le había dicho nada, no había leído los periódicos, no había recibido llamada alguna. Se había alejado del mundo. Y, al saberlo, se sintió querida: aquello había sido como un milagro de justicia poética que le agradecemos los amigos de Elizabeth a Fernando Elboj, a Teresa Sas, a sus asesores. Se ve que Elboj tiene, a veces, gestos cariñosos espléndidos como éste. Elizabeth nos decía anoche que ya se ha borrado de la cabeza para siempre ese mal aire del suicidio y que reanuda su quehacer. Dentro de unos días, presentará en Antígona su poemario “Labios de encaje”…

 

*Elizabeth Hernández, en Huesca en el año 2004. Con sus amigos Óscar Sipán, Care Santos y Carlos Castán, que acaba de publicar un espléndido cuento: "El aire que me espía"(Instituto de Estudios Altoaragoneses).

8 comentarios

victoria sánchez rodríguez -

Felicitaciones Elizabeth, sólo hoy un día de febrero de 2012, te he descubierto...tu poema lo encontré buenísimo, cuantas veces he vivido esa mezcla de desaliento con la fuerza de tener que volver a empezar.

Inés -

Supe de tu blog hace poco tiempo. Este escrito de Elizabeth Hernández lo tomé prestado del tuyo y publiqué hoy en mi blog. Cuanto dolor sintió, pero pudo salir, eso es lo que vale.
Felicitaciones por tu trabajo.
Saludos

Elizabeth Hernández -

Gracias por las palabras de aliento. Este 2006 será un gran año para todos.

Javier -

¡Quiero conocer a Elizabeth y quererla también! ¡Viva Elizabeth!

Un poema para Eli (MAY) -

Con tu mano tendida
llegas hasta mi pecho enarenado,
en tus labios aromas
de amapolas y trigo,
en los ojos profundas primaveras.
Mil palomas locas revolotean
y esculpen tus formas en el aire.

Sirena iluminada.

Enciende mi silencio
con lunas perfumadas y blancas
que naveguen mi cielo
lleno de soledad...

No dejes de salvarme cada noche
y acariciar silente mis orillas
con la espuma tan dulce de tus olas.

MAY -

Ví a Elizabeth en Monzón. Es un cielo. Niña...camina y rompe la noche con la luz de tus versos. Un beso.

Peluquero -

VIVA ELIZABETH!