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Antón Castro

DEL LOCO AMOR Y LA NIEVE

DEL LOCO AMOR Y LA NIEVE

Hace algo más de veinte años, poco después de llegar a Zaragoza, vi una película que me conmovió: “La mujer de al lado” (1981) de François Truffaut, una reflexión sobre el amor loco desde una visión inequívocamente exaltada. Casi a la manera de “Las penas del joven Werther” de Goethe. No la había vuelto a ver desde entonces, pero conservaba un magnífico recuerdo: era una de esas películas que me habían encantado por muchos detalles, quizá porque propone una pasión romántica absoluta, porque posee un leve trasfondo del mundo del tenis, levísimo pero sugestivo, por la magia inefable del cine de Truffaut, y por sus actores.

Hace veinte años ya era un seguidor de Gerard Depardieu, al cual había visto en “Adiós al macho”, hasta tres veces en el cine Gran Vía, en “Novecento” y en “El último metro”, también de Truffaut. Hace veinte años ya amaba –uno, como ha escrito tan bellamente Fernando Trueba, siempre va al cine a enamorarse- a Fanny Ardant, y en “La mujer de al lado” estaba radiante, bellísima, moderna, cautivadora, con una sensualidad ardiente que se revela con fogosidad, con gestos suaves, con embrujo, tal como revela ese ensayo tras el primer beso de amor, ocho años después con Bernard (Gerard Depardieu), que había sido su impetuoso amante.

Anoche, cuando el mundo parecía un gran jardín de escarcha blanca, nos quedamos en casa Daniel y yo a verla. Hasta las tres de la mañana. Apenas dijimos nada: a él no le gustó tanto como a mí, me pareció. Yo soy un romántico postergado. No voy a recordar aquí la historia de amor al completo, pero me sigue pareciendo una película llena de sutileza, de pasión, de encantos domésticos, rotos por el loco amor que vive primero Bernard, que vive luego Arlette. Hacía tiempo que no veía a una actriz tan atractiva como Fanny Ardant, tan matizada en todos sus gestos, tan arrebatada en su excitación, que se percibe pero no se ve, en la vivencia del cuerpo, en la demora del instante definitivo (“Espera, espera… Espero…”, se dice en varias ocasiones). Los encuentros en el hotel, en la habitación 18, son de una belleza amorosa impecable; la sordidez se remonta con el modo de abordar la relación, con el desenfado elegante de los amantes, con esa poética de gestos y caricias, con la manera misma en que ella se tiende en la cama tras el coito.

 No recordaba que Fanny Ardant interpretaba a una autora de libros para niños, escritora e ilustradora, asunto que tiene una gran importancia en la obra, igual que las ocupaciones de Philippe, el marido de Arlette, que es controlador de vuelos, o el de Bernard, que tiene un trabajo similar en el área fluvial  La película fue rodada en la primaverade1981 en las afueras de Grenoble. Y también es muy sugestivo el espionaje desde las casas contiguas, en claro homenaje a “La ventana indiscreta” (también hay otro explícito a Buñuel y a su pasión por las piernas), las propias parejas, más apacibles, de Arlette y Philippe, o la responsable de las pistas de tenis, que también ha vivido una historia de amor desaforada, Madame Jouve, que representa la elección del punto de vista narrativo y es un personaje determinante. No sé si historias como éstas son las ideales para trasnochar en vísperas de Nochebuena, pero estoy poseído unas cuantas horas después, al levantarme, por la luz y la sombra de los amantes, por la idea de la fragilidad, la revelación súbita de sentimientos que creíamos dormidos.

Luego salí a la calle con la perra Noa y con algo un tanto extraño: un libro de fotografías de muchos autores (Sander, List, Strand, Lartigue, Strand, Cartier-Bresson, Stieglitz; entre los autores de los textos están Mann, Wilde, Walter de la Mare…), titulada “Coloured Shadows”, fotos de nieve en todo el planeta y de todos los tiempos del siglo XX: el mundo transformado en una blanca geometría de matices, negro sobre blanco, como la escritura. El mundo desolado y solitario bajo una gran noche neblinosa, de pánicos que acechan. Y también llevaba una curioso documento: el periódico “Vida deportiva” del uno de noviembre de 1949: en la contraportada aparece la foto de Manuel Cerdán, el gran campeón francés que había amado con locura a Edith Piaff, que acababa de fallecer en un accidente de aviación en un viaje hacia Norteamérica. La foto de Keystone, a página completa, era titulada así: “La foto más sensacional del año”. Y en ella se veía al hombre que iba a enfrentarse a Jake La Motta en el aeródromo de Orly, acariciando el Stradivarius de la “famosa violinista Ginette Neveu, también muerta en el trágico accidente”. Marcel Cerdán había reeditado para Francia los éxitos de Georges Carpenter, uno de los púgiles más elegantes de la historia. Cerdán ofrecía ese aspecto rudo y primitivo que siempre tiene o tenía entonces, hace más de veinte años, Gerard Depardieu. Y Ginette Niveu, al menos de perfil, se parecía mucho a Edith Piaff.

 

Feliz Navidad y feliz 2006 a todos los visitantes del blog.Que haya salud, cariño, alegría y el loco amor que cada uno necesite.

 

 

 

7 comentarios

Tremisis -

Bueno, ya tengo mi ejemplar de As de 1933, ahora me tengo que hacer con un perro. Imagino que el último paso es escribir algún libro, por que sacar libros de fotografía me da pena, no se me caigan al suelo y se estropeen. Por cierto, ¿Cómo haceis para recoger los excrementos del bicho? ¿Llevais mochila?
Un abrazo a todos y felices pascuas. Siempre es un placer leerte, Antón.

A. C. -

Querido amigo:
Aún hay en Zaragoza otra persona que pasea la perra por Sagasta con periódicos y revistas de los años 30, 40 y 50, y cuando no encuentra nada a mano tan lejano, conserva una prodigiosa colección encuadernada de la "Hoja deportiva". El "Oriéntese" vale, y también el "Zaragoza Deportiva". Yo, a veces, salgo con ejemplares raros del primer "Don Balón", cuando escribía en él Miguel Ángel Brunet. Querido PM, muchas gracias por entrar en mi blog, ya sé que no es la única vez que lo has hecho; gracias muy de veras por tus visitas: son un gran estímulo, aunque siempre me queda una duda acongojante:
¿No te estarás burlando de mí por mi exigua condición de "aforado aragonés por residencia" y de mis rarezas de gallego?

Un abrazo. Y feliz Navidad.

PM -

Querido Antón: yo también quería confesarte hace tiempo, aunque nunca me atreví hasta hoy, que siempre que salgo a pasear al perrico lo hago acompañado de libros de fotografías y de revistas deportivas de los años cuarenta. Pensaba que quizá sólo lo hiciera yo, pero ya veo que es lo habitual entre escritores e intelectuales de nuestra talla. Me he quedado mucho más tranquilo. Muchos abrazos. Se me olvidaba preguntarte una cosa ¿si nos quedamos sin revistas de los 40, valdrían por ejemplo el "Oriéntese" o el "Zaragoza Deportiva"?

Antonio Pérez Morte -

Feliz Navidad, Antón!
Feliz Navidad a todos!
Este año la Navidad es blanca en Zuera...

Cide -

Feliz Navidad, Antón.

Feliz Navidad también a todos los habituales de este rincón de palabras evocadoras, artículos bellos y personajes maravillosos.

De A.C. -

A los paseantes de este blog, nos visita desde Noruega la escritora Ana Alcolea, que publicará el año que viene una nueva novela de Carlota, está escribiendo su primera novela para adultos, y tiene por ahí, aún inédita, una colección de relatos.

Un abrazo para Ana y compañía, ese profesor noruego que no tardará en no soportar más tantos días de ausencia. Feliz Navidad a ambos.

ana a. -

Feliz Navidad a todos desde el norte más allá del norte.