UNA REVELACIÓN DESLUMBRANTE: JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Mi hijo Diego, quince años, está estudiando a Antonio Machado y a Juan Ramón Jiménez. Recuerdo que hace muchos años, cuando yo tenía su edad, me leí a Machado varias veces, sus famosas “Poesía completas” de Austral, lo leía bajo un sauce llorón cerca de la ría del Burgo, y muchas antologías y tomos diferentes de Juan Ramón, que siempre fue uno de mis poetas favoritos Acaso sea el que encarne mejor que nadie el espíritu puro y pugnaz de la poesía. De Juan Ramón Jiménez me gustaba su emoción, su convivencia con el paisaje, la facilidad que tenía para trabar atmósferas, la exquisita y gozosa delgadez de sus textos, su alado romanticismo, la belleza deliciosa de sus prosas líricas, incluyendo “Platero y yo”, “El andarín de su órbita” y “La colina de los chopos”.
Quizá mi libro favorito, de los iniciales, sea “Arias tristes”; luego me ganó con “Diario de un poeta recién casado” (lo primero que hice en mi vida de escritor fue redactar dos poemarios en gallego; del primero me olvidé el nombre y lo he perdido para siempre; del segundo sólo recuerdo su título: “O praial dos afogados”, y recuerdo también que lo redacté por completo con pequeñas servilletas de bar, en tinta negra), y de los últimos, además de “Animal de fondo” y “Dios deseante y deseado”, siempre me perturbó “Espacio”. Tengo sobre la mesa la antología del exilio “Lírica de una atlántida”, la edición que preparó Alfonso Alegre Heitzmann para Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Alargo la mano y abro aquí: “¡Qué historia tan hermosa es esta suya!”.
Hago memoria de mis lecturas de JRJ, siempre enamorado neurasténico de sus enfermeras, y recuerdo que me gustaba mucho este poema, con ecos de canción tradicional, con su delicado ritmo de jinete al trote en una aparente Arcadia:
EL POETA A CABALLO
¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua,
le refresca el señorío...
La brisa leve del río...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
en la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Se está la orilla dorando...
El último pensamiento
del sol la deja soñando...
Se está la orilla dorando...
¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
5 comentarios
Petra -
En definitiva llega a la esencia de las cosas.
Le doy gracias por el legado que nos ha dejado.
A Noelia -
noelia -
A Cide -
El mundo es ancho y ajeno, el mundo es maravilloso y diverso. Y JRJ tiene un perfil de antipatía, pero su talento, su percepción de la poesía, su facilidad, su hondura, su compromiso casi enfermizo con la belleza y la palabra es casi comparable a tu pasión por el mundo de la red.
Cúidate, joven sabio, osado zaragocista, león del Ebro...
Antón
Cide -
¡Viva la poesía impura!