DEPORTE: UN SÁBADO PARA OLVIDAR
Escribo brevemente y algo desganado. Ayer por la mañana estuve en La Cartuja: repasé la biografía de Julio Alejandro que redactó José Antonio Román Ledo. Diego jugaba contra el equipo local: volvió a situarse de medio centro, hizo un partido correcto, fue objeto de un penalti claro, no señalado por el árbitro, y su equipo empató. El San Gregorio C de cadetes, como ha hecho durante toda la temporada, regaló el empate a un minuto para el final. El partido se jugó de poder a poder, sin brillo, pero con esa pujanza que alivia y enciende algunas mañana. Diego jugó correctamente, sin ostentación. Y yo recordé que en los años 80 jugaba y entrenaba en ese campo: nadaba en la piscina de La Cartuja y corría en ese campo. Entonces, más que escritor o periodista, tendía 24 años, admiraba a Sebastián Coe y soñaba con ser atleta.
Jorge salió durante toda la segunda parte. Desde el comienzo, pero para entonces su equipo, tras dos fallos defensivos bastante escandalosos, ya perdía 2-0 ante el Valdefierro. El equipo local ganó con merecimientos: nuestros rojillos no entraron en juego en ningún instante. Jorge puso rapidez, pasión, deseos, voluntad de llegar y realizó algunas penetraciones. Pero este equipo hace tiempo que no combina, que no busca la profundidad por las bandas, que conduce en exceso en el centro del campo, y ayer fue toda una debacle. Creo que el entrenador desubicó a un jugador fundamental como Antonio, lo mandó al lugar de Jorge, y no entró nunca en juego. El chaval, un gladiador tipo Makelele, es decisivo siempre en las labores de recuperación; y sospecho que ahora que todo el mundo marca a Víctor Domingo con táctica de lapa o acoso, el míster no ha sabido hallarle huecos o inventarle un sistema de juego que le permita contragolpear. Me llevé un susto realmente terrible: Jorge fue empujado en un lance del juego contra la valle, se golpeó en el cuello, no podía respirar, y uno nunca sabe cómo reaccionar en estos momentos. No ha sido un buen sábado, ni siquiera para el Real Zaragoza, que recibió un castigo excesivo ante el Barcelona. Y me refiero únicamente al resultado. El Barcelona que jugó aquí vino con miedo, con respeto, con precauciones. Al Zaragoza, que le tenía comida la moral a este conjunto, le faltó un poco de ambición y garra. Frank Rijkaard jamás se vio ganador del partido.
6 comentarios
José María Ariño -
aab -
Anónimo -
Anónimo -
ja, ja...y ja. MAY
A. C. -
Yo a ti también porque lo de ayer, además de injusto, me pareció un castigo excesivo.
Ánimo. El Real Zaragoza es grande. Y en Barcelona lo saben. Cúidate. AC.
Cide -