RITA MACEDO, BUÑUEL, JULIO ALEJANDRO Y BARBACHANO PONCE
He estado toda la mañana con problemas de luz. Se marchaba constantemente. Al final, desesperado, lo dejé todo. En realidad, le comentaba en varios textos que había perdido a Marga Díaz Morales, nuestra anfitriona sentimental en México, que la película “Nazarín” se estrenó en México en 1958, y fue dirigida por Luis Buñuel y producida por Manuel Barbachano Ponce. El director de fotografía fue Gabriel Figueroa y el guión fue escrito por Julio Alejando Castro Cardús y Luis Buñuel, que le daba siempre una última vuelta de tuerca a los textos del oscense. Tanto García Márquez como Carlos Fuentes hablan mucho de Barbachano Ponce, uno de los grandes productores del cine mexicano. Estuvo, entre otros títulos, detrás de “Pedro Páramo”, “El gallo de oro”, pero otros muchos títulos.
Rescato aquí tres fragmentos sobre él, que dan una idea de su riquísima personalidad:
GARCÍA MÁRQUEZ SOBRE FUENTES: “Mi amistad con Carlos Fuentes –que es antigua, cordial, y además muy divertida— se inició en el instante en que nos conocimos, por allá por los calores de agosto de 1961. Nos presentó Álvaro Mutis en aquel Castillo de Drácula de las calles de Córdoba, donde toda una generación de escritores, tratando de hacer un cine nuevo, precipitábamos a Manuel Barbachano Ponce en la primera y más gloriosa de tantas ruinas.
-GARCÍA MÁRQUEZ SOBRE RULFO: El descubrimiento de Juan Rulfo -como el de Franz Kafka- será sin duda un capítulo esencial de mis memorias. Yo había llegado a México el mismo día en que Ernest Hemingway se dio el tiro de muerte -2 de julio de 1961-, y no sólo no había leído los libros de Juan Rulfo, sino que ni siquiera había oído hablar de él. Era muy raro. En primer término, porque en aquella época yo me mantenía muy al corriente de la actualidad literaria, y en especial de la novela en las Américas. En segundo término, porque los primeros con quienes hice contacto en México fueron los escritores que trabajaban con Manuel Barbachano Ponce en su castillo de Drácula de las calles de Córdoba, y con los redactores de suplemento literario de Novedades, que dirigía Fernando Benítez. Todos ellos conocían muy bien a Juan Rulfo, por supuesto. Sin embargo, pasaron por lo menos seis meses sin que alguien me hablara de él. Tal vez porque Juan Rulfo, al contrario de lo que ocurre con los clásicos grandes, es un escritor que se lee mucho pero del cual se habla muy poco”.
CARLOS FUENTES: “Fue en las oficinas de ese Médicis yucateco exuberante, generoso, caprichoso y loco que era Manuel Barbachano Ponce. Una mansión decrépita en la calle de Córdoba -la mansión de Drácula, dijo Gabo- donde Álvaro Mutis me presentó a García Márquez y nació la amistad a primera vista. Creo que desde ese momento fuimos amigos para siempre al grado de que yo puedo marcar las etapas de mi vida a partir de los 32 años mediante los hitos de la amistad con Gabo y él mismo ha dicho que ’si alguna vez escribiéramos nuestras memorias respectivas, los lectores se van a encontrar con páginas intercambiables”’.
Y para Marga Díaz Morales y otros amigos interesados en este tema, recupero un texto acerca de una conversación que mantuve hace algunos años sobre la actriz Rita Macedo con Julio Alejandro. Un abrazo. Antón
HISTORIA DE RITA MACEDO, SEGÚN JULIO ALEJANDRO
--¿Conociste a Rita Macedo?
--No, claro que no.
--Era una de las actrices favoritas de Luis Buñuel.
--Bueno, eso sí que lo sabía.
--Acaba de morirse. Me gustaría dedicarle un artículo, pero ahora, ante el mar, sólo tengo fuerzas para escribir poemas a mano. Era una mujer verdaderamente impresionante. ¿Sabes cómo consiguió el papel en “Nazarín”?
--No, Julio.
--Verás. Se enteró de que Luis Buñuel estaba preparando la película, basada en la novela de Galdós. Se disfrazó de manera maravillosa, con greñas, las ropas de pordiosera y un rostro que parecía un adefesio. Se plantó en su casa y le dijo que sabía que preparaba la película. Se arrodilló ante él, o al menos le suplicó, y le pidió el papel. Buñuel, verdaderamente conmovido, no se pudo negar. Y así fue como encarnó a Andara, la prostituta que se refugia en el cuarto de Nazarín tras una pelea sangrienta.
A Julio Alejandro de Castro (Huesca, 1906-Denia, Alicante, 1995) le encantaba relatar historias del mar, de rastros y chamarileros, y sobre todo de mujeres. María Félix, Jeanne Moreau, que se enamoró de Luis Buñuel como Margarita Lozano, Mayrata O’Wisiedo, aquella modelo zaragozana que enloqueció al joven Alfonso Sastre y escribió un libro que a Julio le divertía: “Chico no sabe que es perro”.
--Rita Macedo era la mujer de Carlos Fuentes. Luego se separaron.
Fuentes –que es casi el hilo conductor del excelente y humanísimo documental “A propósito de Buñuel” de Javier Rioyo y José Luis López Linares, que presentaron en el año 2000— narra que rompieron luego y una de las razones del distanciamiento fue Jean Seberg, a quien el mexicano rinde un homenaje en “Diana o la cazadora solitaria”. Jean Seberg se enamoró locamente de Clint Eastwood tras el rodaje de “La leyenda de la ciudad sin nombre” de Joshua Logan (pegó su póster en el piso que compartía con Fuentes) y más tarde de Ricardo Franco, a quien inspiró su película póstuma: “Lágrimas negras”.
--Rita Macedo también hizo un papel impresionante en “Ensayo de un crimen”. Era estupenda.
A Julio le sojuzgaba el universo femenino. De súbito contaba:
-- Dolores del Río tuvo un marido que le llenaba la cama y la bañera de gardenias y de joyas. Tenía unos tobillos preciosos. La trataba como una reina, pero en el fondo era un cursi. Con Orson Welles mantuvo una historia de amor clandestina.
En otro momento, se concentraba en Chavela Vargas y sus amores, y decía:
--Fui un gran amigo de Mercedes Barcha. Qué gran mujer. Era una heroína; gracias a ella, García Márquez pudo escribir “Cien años de soledad”. Se encargó de todo, de los niños, de las deudas, de la comida; aisló por completo a su marido, lo protegió como no puedes imaginarte. Por aquellos días le presté una bandeja de plata para una cena; luego García Márquez me pidió algunos muebles de mi casa. “Quiero los tuyos, Julio. Así estaré seguro de que no me equivoco”. De Chavela Vargas, qué te voy a decir. Daba un concierto y todas sus amantes estaban allí mirándola y mirándose: la densidad del aire se cortaba con un cuchillo. El aire no era aire ni humo: eran celos de mujer celosa de otras mujeres.
Julio, además de guionista de "Simón del desierto", "Nazarín", "Abismos de pasión", "Viridiana" y "Tristana", fue director artístico de "El ángel exterminador" y de "Pedro Páramo", realizada por Carlos Velo. En cada pieza que escribió para el realizador calandino retrató un admirable universo femenino, igual que había hecho en sus piezas de teatro que se estrenaron en España en la primera posguerra. Una vez que el casi ágrafo Buñuel leía y repasaba el texto, y exigía una última versión, Julio se enfrentaba a la estricta genialidad del cineasta y aceptaba su búsqueda de la originalidad: le daba la vuelta al texto como si fuese un calcetín. Extremaba aquel detalle, acentuaba la ambigüedad y la poesía, derramaba los elementos simbólicos o no de su mundo vinculado con el siglo de Oro y el lenguaje de las vanguardias.
Julio aceptaba con un gesto de admiración. Como Luis Buñuel renace a cada instante, la ausencia de Julio Alejandro de Castro se hace de tan evidente dolorosa. Este año que viene el Festival de Huesca le rendirá un homenaje coincidiendo con su centenario. Será el próximo 16 de junio y asistirán, entre otros, la actriz mexicana Silvia, los realizadores Víctor Erice y José Luis García Sánchez y la directora de la Academia Mercedes Sampietro. Si llamase Julio por teléfono ahora desde la tumba, lo haría con su frase favorita: “Te quiero, cabrón”. En la obra de Javier Rioyo & López Linares sólo le oímos reír casi de paso. Si la inmortalidad se puede compartir, Luis Buñuel y Julio Alejandro de Castro deben estar más juntos que nunca comiéndose una paella. O un pollo al chilindrón.
La inmortalidad, como tantas otras cosas, se sobrelleva mejor con una buena comida.
*La foto de Rita Macedo corresponde a la película "Rosenda" y el galán es Fernando Soler, que también participó en algunas películas de Luis Buñuel.
1 comentario
Magda -
Y sí, Barbachano Ponce ha sido uno de los grandes productores del cine mexicano. Por cierto, familiar directo de Juan García Ponce (no recuerdo si su tio o su primo-hermano, seguro su primo pues nació dos años antes que él, los dos en Mérida, Yucatán). Hay un cuento de García Ponce, Tajimara, que está en la trilogía \"Los bienamados\", cuya producción es de Barbachano Ponce y la dirigió Juan José Gurrola, otro personaje dentro de este grupo (además de los que mencionas). La película es regia, actuan grandes escritores (aunque de extras)y personajes de la época. En esta trilogía está también un cuento de Carlos Fuentes.
Y qué decir de Buñuel... No quería venir a Latinoamérica, pero cuando llegó a México formó ya parte de este país en donde tantos éxitos logró.
Que interesante tu texto, el tema, todo. Gracias.