UNA MALA NOCHE LA TIENE CUALQUIERA, ¡AÚPA ZARAGOZA!
ESPANYOL, 4-REAL ZARAGOZA, 1
Por una de esas extrañas fatalidad domésticas, no pude ver el inico del Espanyol-Zaragoza. La radio anunció demasiado pronto la conexión letal De la Peña y Tamudo. El menudo delantero vence en una carrera, sazonada con astucia y oportunismo, como siempre, a uno de nuestros centrales y siembra la alarma. Gol. Los quince primeros minutos, más o menos, los seguimos por la radio: se intuía a un Zaragoza un poco impotente, pálido de juego, sorprendido. Ya en el Asador de Garrapinillos, sufrimos un poco: el Espanyol se había replegado, había cerrado los túneles de acceso, y al Real Zaragoza le faltaba imaginación. Cani empezaría a salir del letargo demasiado despacio, Celades no acababa de coger la manija, Óscar hacía honor a un título que el otro día me pareció inelegante en “Heraldo”, “calidad intermitente”, y sólo se le veía la intermitencia. De Diego Milito y de Ewherton no sabía aún si habían comparecido, hasta que el brasileño, en medio de una confusión de área, envió el balón a la red. La alegría apenas duró nada: la defensa no halló respuesta a otra carrera de Tamudo, que centró con endiablada suavidad y encontró la testa de Luis García: Milito no fue anoche mariscal de casi nada y menos en esa jugada, ni tampoco el lateral Toledo, creo que Álvaro había salido a corregir la posición de Ponzio. El Zaragoza dedujo que era el momento de irse para arriba con todo, con rabia, con ambición, con toda la calidad que habían exhibido ante el Real Madrid y el Barcelona. Víctor Muñoz desde la banda abroncaba a los suyos: faltaba rapidez, circulación vehemente y precisa, faltaba certeza de peligro, faltaba un auténtico corazón de león. Los arietes seguían ocultos; Óscar, intrascendente. La segunda parte fue otra cosa: de partida, Celades cogió la dirección, aseó el juego, abrió con claridad; Cani se erigió en el héroe de los “avispas” con muchas jugadas y alguna bisoñez, Ponzio apostó más por la cólera que por la lucidez y entró Savio, dispuesto a cabalgar por la banda, a asumir el vértigo del uno contra uno y en centrar como sabe. Se notó su calidad, sus ganas, incluso se atrevió a pedir al público maño que animase. Y la multitud lo hizo, claro.
Andábamos en éstas cuando a Víctor Muñoz se le cruzaron los cables. O eso me ha parecido a mí. Celades ya le había tomado el pulso al choque, Cani desbordaba y asumía el liderazgo, Savio había puesto un poco de miedo en el Espanyol. A Víctor, digo, se le ocurrió cambiar a Celades por Movilla, y ese me pareció un cambio discutible e incluso determinante. Si Víctor quería incorporar la agresividad, la pelea y la veteranía, el medio calvo tenía que haber reemplazado a Zapater, pero nunca a Celades, ya más entonado y dominador sin estridencias, con esa claridad de ideas que él tiene. Se fue Celades, dijo un comentarista que Movilla había traído más agresividad, pero una carrera de Corominas descubrió que ésta no era nuestra noche. Marcó por el caño de César, nada menos. Y abrió una brecha casi insondable. La rabieta infantil de nuestro arquero, y su posterior expulsión, fue la constatación de la derrota, amplificada un poco más por un nuevo gol de Luis García. Iván de la Peña, que había hecho gestos de histrión falsario y victimista, ya se había erigido en el señor de los pases decisivos.
La afición zaragocista tuvo el último gesto de orgullo. Aplaudió a los suyos y aplaudió a los ganadores. El Espanyol, analizado con cierta objetividad, no deslumbró a nadie: se aprovechó de que el Zaragoza jugaba contra el resultado, con ansiedad, de que algunos de sus jugadores de arriba apenas inquietaron y de que Víctor cometió varios errores: no haber confiado en Savio de partida, no haber entendido la lucidez de Celades, tan importante en las eliminatorias importantes. Pero no le echo la culpa de nada: sólo expreso una disidencia, a lo mejor equivocada, sobre su percepción del partido. El Espanyol se encontró con todo de cara y a la vez buscó la suerte y la contundencia. Quiso el título mucho más que el Real Zaragoza.
En cualquier caso, hacía años, bastante años que una derrota en el fútbol no me dolía tanto. Un abrazo infinito a todos los amigos decepcionados y enhorabuena a este Espanyol que ha sido un justo vencedor, aunque el resultado tan abultado no haga honor al partido y no haga honor a los nuestros. ¡Aúpa Zaragoza!
4 comentarios
AUPA EL ZARAGOZA -
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A.C. -
Y también al amigo Anónimo. Bien se ve que es Zaragocista y también un tanto escéptico.
Anónimo -
Se perdio aunque tampoco hay que dramatizar ni hacer lieteratura hablando del carril del 7...o de a ver que inventa fulano... o esta otra perla: la dupla.
Nadie le puede quitar al Zaragoza ser el mejor equipo de esta competición en los últimos años. Por tanto viva el Zaragoza y a seguir animando y empujando para que la próxima vez que ya falta menos nos veamos en la Plaza de España.
JB -
Fenomenal narración del partido, Antón. Sé de una porra que se queda sin ganador.