DE CHERNOBYL Y ELLIOT ERWITT
Estuve ayer en el Teatro Principal viendo “La plegaria de Chernobyl”, dirigida por Jesús Arbués y María Ángeles Pueo, una pieza conmovedora que te deja estupefacto (el horror no tiene fin: de tan desmesurado, puede resultar patético, casi imposible de asumir, de un negro humorismo). La obra está muy equilibrada en todos sus matices, y tiene un momento antológico: cuando la mujer que encarna Pilar Gascón narra la historia de la partida de su marido, el terrible contagio, su estancia en hospitales y su muerte. Ese instante ya justifica cualquier noche de teatro: es un parlamento tremendo, casi inimaginable por su verismo de entomólogo, que quizá peque de largo, y al hacerlo deriva hacia lo morboso, y lo morboso por exceso acaba por esterilizar las emociones. Algunos testimonios debieran “editarse” un poco más, y cortarse, según mi punto de vista, aunque la obra dura una hora y media, locuaz tampoco es exagerado: la conmoción sería mayor y la obra más eficaz e inolvidable. Y otros momentos importantes son los de los monólogos de Joaquín Murillo, especialmente el del soldado. Murillo es, probablemente, el actor más poderoso y versátil del teatro aragonés actual, posee un espléndida, casi arrolladora voz, pero también pertenece a ese tipo de actores que se gustan a sí mismos. Y eso se percibe. El reparto, en general, es solvente, y la obra está muy cuidada en todos sus extremos, especialmente en la escenografía, que me ha parecido más lograda que la iluminación, un tanto plana en ocasiones.
Tras salir del Principal, me encontré con Elliot Erwitt, quiero decir que me encontré con un espléndido catálogo suyo de una antológica que abarcaba entre 1946, cuando tenía sólo 18 años, y 2001.Elliot Erwitt (París, 1928) es uno de los grandes fotógrafos contemporáneos; quien no sepa demasiado de él, quizá lo conozca por sus miles de fotos de perros. Es un creador que se trasladó a Estados Unidos hace muchos años: llegó a compartir estudio con Robert Capa en París; éste lo invitó a entrar en la agencia Mágnum, cosa que hizo en 1953, exactamente un año después de un viaje por España, donde obtuvo fotos realmente extraordinarias (en Madrid, en Valencia, en Barcelona. Siento una gran curiosidad por saber si estuvo en Aragón y Galicia). Erwitt es un fotógrafo de acusada personalidad, casi inconfundible: su estética participa del “instante decisivo”, de un interés constante por lo social y lo política, por una objetividad que nunca es fría, sino espontánea, casi humorística, y siempre, siempre preñada de vida y de humanidad. Tiene fotos que reflejan la cotidianidad con gracia, con un punto de vista que lo identifica. Es un gran retratista de celebridades: a Marilyn le hizo un retrato lleno de matices, de dulzura y de calidez, y a Simone de Beauvoir, otro antológico.
*Esta foto fue tomada en Valencia en 1952.
4 comentarios
A.C -
Gracias, Javier.
Javier B. -
jesus arbues -
Un abrazo desde el teatro \"puesto ya un pie en el estribo\" para comenzar la segunda funcion de la plegaria.
jesus arbues
Magda -
Un gran fotografo.
Saludos para ti, Antón.