ENTREVISTA CON EL POETA ROSENDO TELLO
1. "LA MÚSICA ME PREPARÓ PARA LA POESÍA"
2. "ENTIENDO LA POESÍA COMO LEYENDA, COMO RELATO MÍTICO, COMO ÉPICA"
[El poeta aragonés Rosendo Tello (Letux, Zaragoza, 1931) recibió en el Museo de Huesca el Premio de las Letras Aragonesas 200]
-¿Desde cuándo le interesa a usted la poesía?
-Mi naturaleza biológica se adaptó de inmediato a la naturaleza poética. Me siento poeta desde siempre.
-¿Cuándo empezó escribir y qué?
-Con 15 o 16 años, un romance popular, inspirado en los poetas del siglo XIX, tipo Gabriel y Galán. Era un canto a los pájaros. Yo tenía un gorrión domesticado, “Gallito”. Lo llevaba al campo, lo soltaba y volvía a mi mano. Un día desapareció para siempre. Yo veía muchos gorriones, pero también vi el ruiseñor, que era un pájaro de umbría, de la vegetación, del zarzal; y también veía y oía a la alondra, que es pájaro de monte. Los vi y los cogí en cepos, cabrón de mí. Era para comérmelos, con diez años, instigado por el hambre de posguerra.
-Pero, ¿no era usted hijo de agricultores con posibles?
-Sí, sí. Mis antepasados tenían campos, pero mi abuela se gastó todo lo que teníamos para veranear en San Sebastián, incluidas las buenas propiedades de olivar. La olivera posee un misterio fantasmal, insondable, impenetrable, mítico. Tenía la sensación de que Letux poseía una proyección hacia el Mediterráneo: era como si el mar quisiera meterse dentro del pueblo desde el infinito. ¿Le digo una cosa?
-Por favor…
-Yo siempre he creído que mi Letux natal poseía el espíritu angélico turolense. Zaragoza es para mí la gracia, la llanura, el sol comunicador, la tierra vasta en expansión; Huesca es el duende y Teruel es el ángel, hasta el jamón es angélico.
-Volvamos a su evolución. ¿Qué le ocurrió con Paul Eluard?
-¿No lo sabe? Fue hacia 1956. Estuve todo un verano con un libro de él que había traducido Gabriel Celaya: poseía un mundo fantástico donde lo individual y la imaginación surrealista se fundían con lo colectivo. Era un poeta social iluminado, y yo leía sus poemas al viento por el campo. No sólo eso: hacía canciones.
-La música ha sido siempre su pasión.
- Toco el piano y he dado recitales. Acompañaba a mi padre a la guitarra desde los cuatro años, y con seis era afinador de todos mis compañeros de grupo. La música me preparó para la poesía. Y cuando descubrí el piano en Alcorisa, quedé enamorado. Aún hoy, un piano a solas me resulta tan deslumbrante como si entrase en una habitación donde hay una bellísima mujer desnuda. La música es una forma sin contenido, es pura forma, y la poesía cuanto más de parece a la música es mejor poesía, es puramente poesía. A la poesía la mata el pensamiento lógico.
-En 1959 publicó su primer libro de poesía…
-Sí, sí, y se lo debo en parte a Miguel Labordeta, al que había conocido hacia 1950. Él animó a su hermano José Antonio para que me publicase. Aprendí mucho de él, era un chungón y un zumbón, pero tenía mucho humor, era una de esas personas que amaba la libertad. Era oxigenante. Recuerdo que tras la aparición del libro salí en “La codorniz”, en su cárcel de papel: me condenaron a día y medio.
-Siempre se ha dicho de usted que es un poeta del paisaje…-
-Casi mejor le diría que de la naturaleza: la humana y la del paisaje. La naturaleza humana que es como un brotar de fuente, y la del paisaje, un paisaje animista, que le habla al poeta, que tiene duende y misterio, que es una diosa que está presente y lo llena y lo comprende todo.
-Otro asunto esencial es la memoria: el viaje a la infancia, el regreso a la tierra…
-Desde luego. La recreación de la memoria es fundamental. En la naturaleza está la tierra y en cuanto concepto de tiempo es la historia. Y la historia de Aragón está muy presente. Aragón está presente en todo lo que he hecho.
-Pero quizá el tema fundamental sea la fabulación.
Yo entiendo la poesía como leyenda, como relato mítico, como épica. Mi empeño ha sido sublimar y transformar la obra artística en fábulas. En el fondo toda mi obra es un viaje iniciático al fondo de la tierra, al fondo del mar, al fondo de los infiernos. La poesía ha sido transformación, invención, fundación.
-El miércoles le entregaron en el Museo de Huesca el premio de las Letras Aragonesas 2005.
-Qué más podía soñar. Hace ya tiempo que había dejado de presentarme a premios, más de veinte años ya, y para éste me han propuesto. Es una sanción y un refrendo a mi obra, y estoy muy agradecido.
-Mi naturaleza biológica se adaptó de inmediato a la naturaleza poética. Me siento poeta desde siempre.
-¿Cuándo empezó escribir y qué?
-Con 15 o 16 años, un romance popular, inspirado en los poetas del siglo XIX, tipo Gabriel y Galán. Era un canto a los pájaros. Yo tenía un gorrión domesticado, “Gallito”. Lo llevaba al campo, lo soltaba y volvía a mi mano. Un día desapareció para siempre. Yo veía muchos gorriones, pero también vi el ruiseñor, que era un pájaro de umbría, de la vegetación, del zarzal; y también veía y oía a la alondra, que es pájaro de monte. Los vi y los cogí en cepos, cabrón de mí. Era para comérmelos, con diez años, instigado por el hambre de posguerra.
-Pero, ¿no era usted hijo de agricultores con posibles?
-Sí, sí. Mis antepasados tenían campos, pero mi abuela se gastó todo lo que teníamos para veranear en San Sebastián, incluidas las buenas propiedades de olivar. La olivera posee un misterio fantasmal, insondable, impenetrable, mítico. Tenía la sensación de que Letux poseía una proyección hacia el Mediterráneo: era como si el mar quisiera meterse dentro del pueblo desde el infinito. ¿Le digo una cosa?
-Por favor…
-Yo siempre he creído que mi Letux natal poseía el espíritu angélico turolense. Zaragoza es para mí la gracia, la llanura, el sol comunicador, la tierra vasta en expansión; Huesca es el duende y Teruel es el ángel, hasta el jamón es angélico.
-Volvamos a su evolución. ¿Qué le ocurrió con Paul Eluard?
-¿No lo sabe? Fue hacia 1956. Estuve todo un verano con un libro de él que había traducido Gabriel Celaya: poseía un mundo fantástico donde lo individual y la imaginación surrealista se fundían con lo colectivo. Era un poeta social iluminado, y yo leía sus poemas al viento por el campo. No sólo eso: hacía canciones.
-La música ha sido siempre su pasión.
- Toco el piano y he dado recitales. Acompañaba a mi padre a la guitarra desde los cuatro años, y con seis era afinador de todos mis compañeros de grupo. La música me preparó para la poesía. Y cuando descubrí el piano en Alcorisa, quedé enamorado. Aún hoy, un piano a solas me resulta tan deslumbrante como si entrase en una habitación donde hay una bellísima mujer desnuda. La música es una forma sin contenido, es pura forma, y la poesía cuanto más de parece a la música es mejor poesía, es puramente poesía. A la poesía la mata el pensamiento lógico.
-En 1959 publicó su primer libro de poesía…
-Sí, sí, y se lo debo en parte a Miguel Labordeta, al que había conocido hacia 1950. Él animó a su hermano José Antonio para que me publicase. Aprendí mucho de él, era un chungón y un zumbón, pero tenía mucho humor, era una de esas personas que amaba la libertad. Era oxigenante. Recuerdo que tras la aparición del libro salí en “La codorniz”, en su cárcel de papel: me condenaron a día y medio.
-Siempre se ha dicho de usted que es un poeta del paisaje…-
-Casi mejor le diría que de la naturaleza: la humana y la del paisaje. La naturaleza humana que es como un brotar de fuente, y la del paisaje, un paisaje animista, que le habla al poeta, que tiene duende y misterio, que es una diosa que está presente y lo llena y lo comprende todo.
-Otro asunto esencial es la memoria: el viaje a la infancia, el regreso a la tierra…
-Desde luego. La recreación de la memoria es fundamental. En la naturaleza está la tierra y en cuanto concepto de tiempo es la historia. Y la historia de Aragón está muy presente. Aragón está presente en todo lo que he hecho.
-Pero quizá el tema fundamental sea la fabulación.
Yo entiendo la poesía como leyenda, como relato mítico, como épica. Mi empeño ha sido sublimar y transformar la obra artística en fábulas. En el fondo toda mi obra es un viaje iniciático al fondo de la tierra, al fondo del mar, al fondo de los infiernos. La poesía ha sido transformación, invención, fundación.
-El miércoles le entregaron en el Museo de Huesca el premio de las Letras Aragonesas 2005.
-Qué más podía soñar. Hace ya tiempo que había dejado de presentarme a premios, más de veinte años ya, y para éste me han propuesto. Es una sanción y un refrendo a mi obra, y estoy muy agradecido.
1 comentario
Alberto S. -
Me parece que no había ningún escritor de oscense, ni intelectual, ni historiador...
No había ningún compañero de generación del poeta, me parece que ni estaba Labordeta
No he visto un acto desangelado y triste que ese en mucho tiempo.
¿No se merece este poeta algo mejor? ¿Para que ir a Huesca, para recibir esa fría, gélida, indiferente acogida?
En otro contexto, alguien debiera explicarlo. Pero bueno, mientras nos quedamos con sus poemas.
¡Menos mal que le pusieron coche oficial!
Felicidades pese a todo, señor Tello. Lo que dice de las oliveras me resulta muy bonito. A partir de ahora, gracias a usted, las miraré mejor. Tengo familiares en el Bajo Aragón.
Un abrazo.