Blogia
Antón Castro

VÍCTOR MIRA: PASIÓN POR BACH*

VÍCTOR MIRA: PASIÓN POR BACH*

“BACHCANTATAS”: ORACIÓN Y PUREZA CON MÚSICA

 A Víctor Mira le apasionaba la música. Dos de sus compositores más amados eran Juan Sebastián Bach y Ludwig van Beethoven. A ambos les dedicó dos series intensas. En 1989 comenzó un trabajo sobre las “Cantatas” de Bach que culminó hacia 1995. Lo expuso en diversas ciudades de Alemania, de España y de Francia. Fernando Castro Flórez dijo que era “una de las series más intensas y esencialistas (…) donde las cruces se imponen en ambas superficies, rojas, negras o azules, en una politonalidad del virtuosismo barroco”. Clara Renau describió así en 1995 la propuesta y sus logros: “La cruz, como color, y el color como nota. En cada una de sus obras ocupan un lugar distinto, estableciendo una melodía concreta que propone en su trabajo vías inéditas de exploración”.

El propio artista explicó sus intenciones ante la obra del autor de los “Conciertos de Brandenburgo”: “Puse mis ojos de ateo en una música perfecta porque deseaba crear su réplica en imágenes, y eso que siempre supe que sin ellas las cosas del alma suben más derechas a Dios. Así, de mis manos vacías de fe fueron surgiendo con humildad, con santa simplicidad estas ‘Bachcantatas’ que debían ser casi perfectas para que, de ese modo, el aliento recibido no me fuese atribuido a mí sino al Señor”.

        
Víctor Mira se inclina por la máxima depuración y por la abstracción absoluta. Sobre el fondo plano, irrumpe la cruz, a veces dos cruces, o tres. El cuadro es contenido, pintura pintura casi, con una aproximación a la lisura cromática de Mark Rothko y a la exactitud geométrica de Piet Mondrian. La colección tiene un aire fúnebre y Mira ha prescindido de cualquier gesto para alcanzar la cima de la pureza, de la linealidad, de la intensidad más sobria. El artista está transido, rezuma misticismo, y tiene la habilidad de crear una estructura en la que suena la música, o cuando menos ordena la serie como las notas del pentagrama. Quizá sea aquí donde Mira se vacía más, se despoja de cualquier artificio o histrionismo y se asoma al arrebato religioso. Podría haber levitado mientras trabajaba: se percibe la concentración, la delicadeza, la calma, la destilación precisa de colores, la voluntad de hacer desde la inteligencia. Víctor Mira conecta consigo mismo y se acerca a sus crucifixiones o a la serie “Montserrat”. Es un proyecto que tiene algo de oración, de responso ante el rigor nocturno de la muerte. Es el arte seco de la última melodía.

*Este texto es una brevísima  aproximación a una de las series más místicas e intensas, de puro rigor de construcción de Víctor Mira, una serie de 13 serigrafías y un óleo que podrá verse en la Fundación Alcort de Binéfar.

1 comentario

Luisa -

El texto parece que describe y desarrolla, efectivamente, una movimiento creador de estirpe mística. A mi, sin embargo, la imagen -negro y azul- me ha producido sensaciones internamente físicas. Aunque, quizás, todo es lo mismo.