ENTREVISTA CON LUIS ALEGRE*
Lechago, Calamocha, Cheste, Huesca. Y después, hacia 1980, Zaragoza. ¿Era ya un cinéfilo?
Mi padre me hacía memorizar los poemas de Antonio Machado y me hablaba con arrobo de Ingrid Bergman, de Buñuel y de Hitchcock. Ahí empezó todo. Él me contagió mi pasión por las palabras, por las mujeres y por las películas. Me di cuenta de que era un chollo enamorarse de las estrellas del cine: ellas nunca te dicen que no. Nunca te abandonan.
¿Cómo se produjo su acercamiento a "Andalán"?
Yo escribía de cine en "El Bejorro", una revista muy loca liderada por Perico Arrojo. Eloy Fernández Clemente me leía y me propuso escribir en "Andalán". No sé por qué, tenía el estúpido prejuicio de que esa revista estaba llena de tipos de "cejas altas", de gente intelectualmente arrogante. Pero qué va. Me reí muchísimo con ellos.
Hay figuras clave en su vida. Una de ellas sería Eloy Fernández. Otra, Manuel Rotellar.
Rotellar no sólo fue un gran amigo sino una referencia absoluta. Era elegante, sabio y bondadoso hasta decir basta.
Antes de convertirse en el embajador oficioso de Aragón, el entrevistador de "El reservado" y el coordinador del ciclo "La buena estrella", existió un Luis Alegre navegante de la noche, bohemio, capaz de seguir, con Mariano Gistaín y José A. Ciria, el rastro de Perico Fernández.
No me recuerde aquella época que se me saltan las lágrimas. Entre 1986 y 1999 pasé más horas en seis lugares -La Avenida de la Ópera, La Marioneta y el Bambalinas, Casa Emilio, La Nicolasa y el Oasis- que en mi casa. En el verano de Perico rozamos el delirio. Mejor dicho, entramos de lleno en él. Qué alegría y qué libertad.
¿Cómo logra ser un enamorado de Zaragoza y que sus amigos se enamoren de ella también, que sea su segunda ciudad?
Por fortuna, las ciudades no son como las chicas. Hay amores que te apetece compartir: los amigos, la familia, los libros, las películas o los lugares. Hay que estar muy tarado para sentir celos por culpa de una ciudad.
Zaragoza, por usted, es la segunda ciudad de los Trueba, Penélope, Maribel Verdú... ¿no?
Han pasado aquí muy buenos ratos. ¿No le pasa a usted que sus lugares favoritos son aquellos en los que mejor se lo ha pasado y en los que vive la gente que quiere?
Cuando alguien busca un refugio le halla a usted y a Zaragoza. ¿Es por eso que suele decir que la bondad es revolucionaria?
Sí, sí, la bondad, la auténtica bondad, es revolucionaria. Incluso, desconcertante. Y la amistad, la auténtica amistad, es un lujo total. Yo, sin mis amigos, sería un pobre imbécil.
¿Cómo ha llegado a conocer los secretos de tocador de Penélope Cruz, Emma Suárez o Inés Sastre, sin perder la cabeza?
Disculpe, pero he perdido muchas veces la cabeza en ese intento.
¿Qué le emociona de esta ciudad? ¿Cómo la percibe, cómo la ama? ¿O también la odia?
Cuando me voy de ella, siempre quiero volver. Y, por otro lado, es imposible que no te conmueva el lugar donde vive tu madre.
Se habla una y otra vez, por tradición, de Zaragoza como ciudad del cine. ¿Qué habría que hacer?
En general, potenciar ese idilio. Hay algo que siempre me ha puesto un poco de los nervios: en Zaragoza muy pocos saben dónde está la calle Luis Buñuel. Es una buena metáfora de uno de nuestros defectos: es ese desprecio a la excelencia que, como dice Fernando Fernán-Gómez, es un rasgo muy acusado de la personalidad española.
Acaba de codirigir una película-conversación sobre Fernán-Gómez, con David Trueba. ¿Que le ganó para siempre de él?
No he visto reunidas nunca en una sola persona tanta gracia y tanta genialidad. Como diría Butragueño de Florentino Pérez, se trata de "un ser superior".
Figo lo llama antes de jugar una final de la Eurocopa; Guardiola le pide consejo. Y sin embargo, no han conseguido alejarle de su pasión por el Zaragoza. Pero hombre, ¿qué le da este equipo?
Porque, en parte, fui un niño feliz gracias a él. Mi padre me llevaba con cuatro años al teleclub de mi tío Eduardo de Lechago para ver a Los Cinco Magníficos. Cuando el Real Zaragoza ganaba, mi padre me daba un beso, me cogía de la mano y volvíamos muy contentos a casa. Eso nunca se olvida.
*Esta entrevista se publicó el pasado viernes en la contraportada de "Heraldo", en la sección "Con acento aragonés". La foto es de Javier Pardos y está tomado en la calle Libertad.Víctor Juan la recogió de Heraldo, la trató como él sabe y me la envió.Y ahí está.
7 comentarios
Esther -
ralph smith alegre -
Begoña -
Pilar -
Un saludo para Luis, espero verte por la ciudad.
luis alegre -
*o*
Fernando -
Matías Manna -