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Antón Castro

ALCORISA: NOTAS DE UN VIAJE CON PAUL AUSTER

ALCORISA: NOTAS DE UN VIAJE CON PAUL AUSTER

Hay días en que la vida empieza de noche. Del cielo aún penden las estrellas como pájaros estremecidos. Y la oscuridad pugna con las ramas, con los pájaros que duermen, con esas nubes que lo mismo son pardas, que negras o tenebrosas. Antes de las siete cogí el coche, la herida furgoneta de casi doce años, y marché a Alcorisa. Tenía que impartir dos talleres sobre literatura e historia, con Ramón Cabrera i Griñó como telón de fondo. Me invitó Pedro Rújula, que es una referencia cultural en el pueblo. Ahora que han cortado la salida natural de Garrapinillos, busqué la autovía en otra entrada y me encontré con las calzadas repletas de automóviles. Esa una preciosa sensación rodear la ciudad, ver cómo alzan aquí y allá las fachadas, las torres, percibir la sensación de que la claridad inicial del alba ciñe y desciñe los edificios, los tejados, el perímetro cambiante de Zaragoza. Avanzaba por Z-40 y salí a la carretera de Castellón. Luego me metí por Belchite, siempre me impresionan esas rectas, la ciudad demolida a lo lejos, la Lomaza, el Planerón, esas naves industriales que campan sobre el llano como fantasmagorías, como reclamos imponentes en mitad del campo. 

Belchite nunca pasa inadvertido. Es un alegato contra la barbarie y la huella misma de la barbarie. Y a la vez es el mejor testigo de la escasa capacidad comercial del territorio: está ahí, con los gestos de las ruinas, con la poderosa leyenda de la aniquilación a sus espaldas. Y luego me encamino hacia Lécera, donde siempre pienso en Jesús Gracia Tenas. La radio sólo habla del piso ilegal de Aznar, y de su inesperado gesto de colocar un bolígrafo en el escote de una periodista,  y habla también del pelotazo urbanístico de alcaldes  del PP y del PSOE. Una cinta donde un tipejo de hablar estrangulado, que reclama el 11 %, suena y otra vez. A veces, Carles Francino parece empecinado en hacernos creer que Aznar sigue gobernando con mayoría absoluta y que todos los males del país tienen en él y en su bigote crispado al brazo ejecutor. Ayer, dicho sea de paso, Francino y su equipo andaban por Doñana. Me gusta eso de Francino: su inclinación al viaje.        

De Lécera a Albalate del Arzobispo, con sus huertas y sus fincas de  misteriosas oliveras, donde suena el acordeón del viento. Y más allá Andorra, entrevista, con el farallón de San Macario acariciando el cielo. Llegué a Alcorisa a las nueve y cuarto, y me dirigí a las aulas. Hablamos de carlistas y liberales, hablamos de Cabrera (1806-1877), de sus huellas en la literatura, de sus sucesivas residencias en Aragón, de su padre capitán de navío mercante y dueño de un barco velero luego,  de su madre ejecutada por orden de Nogueras y Espoz y Mina sin derecho a confesión, de su esposa Catherine Richards, a la que llamamos literariamente Caty. Los chicos de cuarto de ESO escucharon y participaron y redactaron distintas piezas donde Cabrera era el protagonista. Más tarde, estuve con otros 40 alumnos de sexto, y fue una experiencia bonita. Los estudiantes te exigen siempre lo mejor de ti mismo, debes esforzarte al máximo para meterlos en las historias, para que se enamoren de un personaje, para que se concentren y sean capaces de armar una historia. Lo logramos entre todos. Mi ex compañera Gema, de la televisión y el diario “La comarca”, hizo un reportaje, ella y su operadora de cámara captaron a algunos niños leyendo historias.
Comimos en “El Castillo” con Antonio Martínez y José Antonio Pérez, ambos directores del Instituto y del colegio, e impulsores del periódico bimensual “Balcei”. Luego se sumó Fernando Martínez Láinez, que volvía de ver a unos familiares y de dejar libros en Castejón de Monegros, donde tiene una casa con Carmina, su mujer. Fernando había pronunciado una conferencia sobre Cabrera, al que le ha dedicado un libro que ha publicado Martínez Roca.        

El regreso, con la modorra de la sobremesa, fue muy gozoso. Volví por el mismo sitio y con la compañía de Gemma  Nierga, que quizá –como dijo anteayer Emilio Sánchez Vicario- tiene la voz más sensual de la radio; no sé si la más sensual, pero sí posee la mejor risa, una risa que enamora, al menos a mí, claro. Conversó primero con Gaspar Llamazares, acompañada por Juanjo Millás, y leyeron los relatos sobre el papel higiénico y las tareas domésticas. Y luego entró Paul Auster*: Gemma y Jesús Ruiz Mantilla habían conversado con él por la mañana (ella se hizo en elogios acerca de su carisma, de su belleza, de educación…) y se centraron mucho en aquel programa de radio que alimentó su libro, “Creía que mi padre era  Dios” (Anagrama).  Gemma le recordó que desde hacía siete u ocho años Juan José Millás tenía un espacio semejante en su propio programa. Auster estaba feliz y fascinado con Oviedo, con la cantidad de gente que le conoce y le admira y le pide que le firme sus libros.
 

Me encanta oír la radio en el coche. Uno de mis viejos sueños desde niño ha sido hacer radio.Mi padre quería que yo le reparase una radio y yo quería hablar por la radio. Y me encantan esos tipos como Paul Auster: la profesionalidad, la variedad de registros, la conciencia rigurosa de su misión, su pasión por el trabajo, la multiplicidad de sus historias. Cada vez admiro más a los buenos novelistas. Cada vez los envidio más. 

Ya es de noche en casa. Las estrellas han vuelto a colgar del cielo con un temblor de luces suaves. El cielo está tachonado de claridad. Creo que el mundo, tras la lluvia, se ha vuelto melancólico. 
 

*El escritor recibió ayer el premio Príncipe de Asturias de  las Letras. La footgrafía corresponde a Jo Schwartz.

8 comentarios

mitsuis -

Eres especial escribiendo. Me gusta.

inde -

Cuánto me gusta leer tus historias...

frp -

Por si gustan:

www.franciscoramirezpradilla.com

MAY -

Pues para completar esa bella nostalgia os brindo un poema de mi próximo libro "Sendero de amor y olvido" Gracias, Antón, por ser así.

Quisiera que probaras//
mi sabor de ceniza//
y que fueran malditos//
los horizontes de tu indiferencia.//
Que tu mirada opaca//
sufriera mi mirada cual zarpazo.//
Que por las curvas negras de tu alma//
navegaran mis dedos de marfil.//
Después//
que el olor vegetal de mi palabra//
hendiendo tu coraza,//
profundizando el miedo,//
sembrara las paredes de tu cuerpo//
hasta que fueras fruto sublimado.

Luisa -

Hermomísimo viaje, Antón. Por el paisaje peri-urbano, por el paisaje rural, por la experiencia de los chavales y el taller (esas cosas me fascinan), por la calidez amiga de la radio que me gusta tanto también oir en el coche -bueno y en casa-, por tu prosa contándolo todo con tanta belleza. Esta mañana amaneció con la primera niebla de la estación y todo el círculo que cuentas se cerró con anticipación. Gracias. Buen fin de semana.

Magda -

No iba a comentar nada pero me ha sido imposible no hacerlo. No iba a comentar nada porque lo que dijera sonaría tan fuera de la belleza con que cuentas tu viaje que mejor me detenía de hacerlo. Tu crónica es un poema.

Que tengas un buen fin de semana, Antón.

Javier B. -

Antón: viaja más, por favor. Y luego cuéntalo, claro.

Fernando -

Antón te noto arrastrado por la melancolía del otoño, esa que va poco a poco dejandose caer y cuando te quieres dar cuenta la tienes sentada en el sofá...por cierto la radio es estupenda, te deja hacer cosas y a la vez viajar con la imaginación y conocer todo sin necesidad de moverte de lo que haces, yo tengo radios por toda la casa...más o menos ocho o nueve y una movil que llevo cuando me voy cambiando de lugar...rarillo que es uno, pero alguno que otro siempre tiene algo para mi cumpleaños, cambiate de radio y me traen otro modelo...un abrazo.