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Antón Castro

ENTREVISTA CON SANTIAGO ARRANZ, POR CAROLINA CEBREIRO*

Cultura / Entrevista

“La arquitectura le ha dado a mi pintura la posibilidad de existir en el espacio y en el tiempo real”


El pintor y escultor Santiago Arranz, natural de Sabiñánigo y residente en Zaragoza, ha escogido la arquitectura como su espacio para la creación. Sus intervenciones en edificios como el Centro de Historia o la Casa de los Morlanes anteceden a la fachada del Bussiness Center, que próximamente abrirá sus puertas en la calle Alfonso.


La biblioteca María Moliner acoge parte de la obra de Santiago Arranz

Zaragoza.- Sin abandonar el trabajo pictórico, Santiago Arranz (Sabiñánigo, 1959) se ha ido desligando progresivamente del taller de su localidad natal para desplegar su obra artística en espacios abiertos. La arquitectura se ha convertido en un lugar donde este pintor y escultor teórico se siente más cómodo. Así, huye de la cultura del instante y ofrece su arte a la sociedad.Sus obras cuentan, relatan, explican. Recuperan el pasado o parten de la nada para plantear algo novedoso y, a la vez, adaptado al entorno. Para ello, sustenta sus creaciones en un trabajo de investigación previo, una base teórica con la que da vida a sus caligrafías, una seña de identidad que encontró en París y a las que dio forma en 1990 con su “Abecedario”. Y fue en 1994 cuando este lenguaje propio de Santiago Arranz pasó a formar parte de sus intervenciones arquitectónicas.Tras sus pinturas murales del Teatro Balear de Palma de Mallorca (“Horizonte”, 1986) , en el Instituto de Educación Secundaria de la localidad zaragozana de Fuentes de Ebro (“Trayectoria”, 1989) y en las cúpulas de la nueva sede de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza (“La ciudad soñada”, 1992), su carrera da un giro con la rehabilitación del antiguo convento del siglo XVII de las Capuchinas de Huesca (1994-95). Después vendrán las intervenciones en la Casa de los Morlanes (1995-96); en el antiguo convento de San Agustín, del XIII, sobre el que hoy se levantan la biblioteca María Moliner y el Centro de Historia (“La línea de la historia”, 1998-2003); el huecorrelieve en la planta de Bieffe Medital en la localidad oscense de Senegüé (“El milagro de la vida”, 2005) y un proyecto escultórico que se ubicará en Valdespartera (“Tierra, aire, agua, fuego”, 2005).Su apuesta más reciente se introduce de lleno en el centro zaragozano, en la calle Alfonso I, donde ya forma parte del paisaje urbano la fachada del Bussiness Center, el edificio de los antiguos almacenes Gay, donde próximamente se ubicarán los siete juzgados de lo Social y el Registro Civil de la capital zaragozana

Pregunta.- Tras su estancia en Francia, su participación en iniciativas artísticas y literarias, su presencia en ARCO en siete ocasiones, sus intervenciones en edificios… ¿Hacia dónde discurre ahora su obra?
Respuesta.- Creo que discurre hacia la realidad. Creo que se está dando a mi obra la oportunidad de que se realice en espacios públicos. Esto ha sido una consecuencia muy importante. He pasado de la ficción del arte realizado en el taller, que tenía más que ver con mis propias elucubraciones de artista, a interesarme más por el mundo y por los demás. En estos espacios públicos en los que me tengo que apartar, como un escritor se aparta de los protagonistas de sus novelas, para pensar no en que contemplen tu trabajo, no en tu ego, sino en hacer un arte más cívico, más pensado para la sociedad. La arquitectura ha dado a mi pintura la posibilidad de existir en el espacio y en el tiempo real.

Arranz llamó "La línea de la historia" a su proyecto para el Centro de Historia

P.- Pero sigue manteniendo un trasfondo teórico…
R.- Todos los proyectos que realizo tienen una explicación. Aparte de las consecuencias plásticas que pueda tener mi trabajo, más o menos bellas o seductoras, lo que hago tiene una meditada base teórica. Busco que tenga un sentido, que no sea pura estética. Eso lo odio. Tiene que haber un resultado plástico, pero hay una meditada investigación, hay una exploración de ese camino y eso es pura creación. No tiene nada que ver con lo posmoderno ni con recoger símbolos y transformarlos… No podemos generar nada nuevo si no partimos del pasado…En la Casa de los Morlanes, hubo que subir al andamio y explorar los relieves en las ventanas. En los frontones triangulares se narran juicios paganos y en los curvos, juicios cristianos. Parece ser que fue la casa de un jurista y se da la oportunidad de contar lo que alberga esa casa, la iconografía que encierra. A través del arte contemporáneo se hace una labor: que la gente ame el pasado. El Centro de Historia fue un trabajo sobre las culturas, sobre el tiempo histórico. Era un solar donde habían convivido todos los momentos vitales de esta ciudad, que es un poco la misma historia que se repite en el solar de España: la cultura íbera, la cultura romana, la cultura mudéjar y, finalmente, la cristiana. Lo que hice fue trabajar con los símbolos de todas esas culturas, mezclarlos y crear una nueva caligrafía de entendimiento entre culturas, que es lo que quería plantear.

P.- ¿Esas caligrafías son la seña de identidad de Santiago Arranz?
R.- La intervención en el convento de las Capuchinas de Huesca fue mi primera realización en un espacio arquitectónico después del “Abecedario”. Esta obra fue decisiva porque luego decidí incorporar estos vocabularios formales en todas mis producciones artísticas. Y a partir de ahí, todos mis proyectos participaron ya de esta idea de crear una caligrafía, que habían sido mi búsqueda. En París encontré lo que buscaba, una caligrafía con la que poderme expresar ya que siempre había relacionado la pintura con el lenguaje, tengo esa inclinación a pensar en términos semióticos, del lenguaje. Inmediatamente después, en el año 94, los arquitectos Samartín y Cánovas, que vieron las pinturas de las dos cúpulas de El Cubo (la sede de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza) fueron los que me desvelaron la capacidad constructiva que tenían mis vocabularios y decidieron incorporarlos al edificio de las Capuchinas. Después sí que he transformado estos vocabularios en algo que tenía ya una capacidad no sólo de construir sino también de generar una narración.

P.- ¿Fue entonces 1994 un punto de inflexión en su carrera artística?
R.- A partir de ahí hay una dimensión totalmente nueva añadida. Sigo practicando la pintura en paralelo a otro tipo de actuaciones en espacios.

Espacios abiertos
P.- ¿Se siente más cómodo trabajando en esos espacios arquitectónicos, abiertos?
R.- Me siento mucho más cómodo porque quizá he pasado demasiado tiempo en el taller. Ya no disfruto tanto como disfrutaba de la soledad del taller, me gusta más trabajar en equipo, me gusta discutir las cosas con más personas. Veo el arte como el esfuerzo de muchas más personas y estoy en esa tesitura, más compleja pero también mucho más enriquecedora.

En los espacios públicos, el autor acerca sus creaciones a la sociedad



P.- No todo el mundo entiende esas intervenciones contemporáneas en lugares abiertos, ¿cree que incluso se llega a desvalorizar esas obras?
R.-
Sí, pero eso es por ignorancia. Casi todas las producciones artísticas del siglo XX no son exactamente ni pintura ni escultura. Son híbridos. Todos los artistas han intentado otras puertas, como en las vanguardias, y colaboraciones en arquitectura siempre se han hecho, los griegos no concebían los edificios sin esculturas. Es una cuestión de ignorancia porque el arte producido en esos espacios es igual de válido, para mí más, porque se dirige a todos, a la sociedad en general, y no es un arte pequeño burgués que realizas en función de una escala de valores materiales o comerciales, que normalmente se distribuye en unos circuitos privados y terminan en una colección privada.Creo que se debería valorar más y, de hecho, a mí me parece que la tendencia a nivel europeo va hacia este tipo de planteamientos… A mí me hizo avanzar muchísimo tener proyectos arquitectónicos, muchísimo más que todos los trabajos que pude realizar como pintor. La evolución en un estudio es mucho más lenta, caminas hacia un intimismo que se puede volver incluso contra ti, que estás al servicio de un mercado, aunque no lo quieras ver así porque tienes que generar un mercado por pequeño que sea.

P.-
A veces, la obra se integra tanto en el edificio que hasta se llega a tapar, como ha ocurrido con paneles expositivos en los muros del Centro de Historia o con la carpa del patio, ¿qué siente al ver su trabajo cubierto?
R.-
Sientes una herida, sobre todo cuando se trata de un trabajo de restauración. Allí no había nada, había unos enterramientos musulmanes y nada más. Veo muy bien que se dinamice al máximo un edificio como éste para la cultura, pero me gustaría que pudiesen convivir las dos posibilidades: la posibilidad artística arquitectónica que hemos generado, que es totalmente actual, ya que en cualquier sitio estarían orgullosísimos de exhibir un edificio de este calibre y de esta envergadura, y todos los actos culturales que se puedan realizar en él.Siendo un artista relativamente joven, vivo, me parece todavía más hiriente. Si fuera un artista del siglo XIII o anónimo, pues bueno… Creo que las manifestaciones contemporáneas se tienen que abrir un camino en la vieja ciudad pero lo que no podemos es hacer un trabajo de restauración que casi nos remitió a épocas renacentistas en el sentido temporal: cuatro años de trabajo, una implicación impresionante, una labor de biblioteca y de búsqueda de información… Me repatea esa cultura del instante, que sólo vale lo de ahora, lo del momento.

Explorar en la historia o partir de la nada
P.- Las interveciones arquitectónicas comienzan en un convento del siglo XVII y pasan también por un palacio renacentista y unos enterramientos medievales... Son lugares de de características y cronología muy distintas y recientemente se ha atrevido con el Bussiness Center…
R.-
Me encuentro muy a gusto en estos trabajos, es mi espacio natural. Cuando hay una historia, un sustrato, intento que la tradición no elimine un camino que puedo llegar a explorar de arte contemporáneo o puedo partir de la nada, como en el Bussiness Center. Es un edifico de los años 70 para el que había que plantear algo novedoso y respetuoso. Yo intento siempre ser respetuosos con las obras colindantes o con los que nos rodea. Siempre parto de un arcano y en el Bussiness Center se partió del arcano de una llave para extrapolarlo y generar una imagen de red informática, una imagen totalmente contemporánea. Quería plantear un edificio que sea un circuito impreso, integral, en el sentido de regenerar el circuito comercial, turístico y financiero que ha sido siempre la calle Alfonso.

P.-
Con intervenciones artísticas sobre nuevos espacios arquitectónicos también se renueva la imagen de la ciudad…
R.-
Se está valorando más las realizaciones en los espacios porque vamos a enseñar la ciudad. A mí no me gusta ver el arte como algo puramente decorativo pero necesitamos realizaciones artísticas que supongan una emoción estética no sólo en lo formal sino también en lo conceptual.

Arranz es el autor de la fachada del Bussiness Center



P.- Esos últimos trabajos han sido en Zaragoza, pero si revisamos sus inicios hay que desplazarse a Francia, y su presencia en ARCO fue siempre de la mano de una galería madrileña… ¿Se vio obligado a buscar apoyos fuera de Aragón?
R.-
Hay que salir fuera… En Aragón no hay una infraestructura importante, la presencia de galerías privadas en Arco es mínima y el apoyo institucional también se ha ido recortando en los últimos años. No tenemos la suerte que tienen los artistas de otras comunidades. Los aragoneses, como los conquistadores de la Edad Media, tenemos que abrirnos camino en otras tierras. Yo tengo una vinculación muy fuerte con Francia, pero me la he tenido que labrar durante muchos años y conocer a personas que tiran de mi carrera allí. Deberían implicarse mucho más los poderes políticos, entender qué es arte y quiénes son los artistas que realmente realizan un trabajo serio y separarlo de los intérpretes del arte, y empezar a valorar lo que tenemos en Aragón. Los mecenas tendrían que ser personas totalmente desinteresadas que apoyan el trabajo de un artista porque creen y confían en él, desde un arquitecto que te invita a participar en un proyecto a un político que intenta todas las posibilidades para que tu obra se vea en Madrid o en foros que tienen mucha más repercusión, que es lo que necesitan los artistas de aquí. Siempre estamos valorando el arte de otros lugares en detrimento de la creatividad que pueda haber en Aragón. Ésta es la parte más lamentable, que sea una tierra de la que tengamos que emigrar artísticamente para tener un lugar.

P.-
¿Lo próximo que veamos de Santiago Arranz será en un espacio abierto o en una exposición?
R.-
No puedo abandonar el taller porque sigo teniendo proyectos en museos y también tengo proyectos en galerías, aunque voy teniendo menos porque mi voluntad es de no aislar las obras, que formen parte de un proyecto. En las galerías privadas no es fácil plantear proyectos teóricos sino que trabajan más bien con piezas sueltas y es una manera de trabajar que a mí cada día me interesa menos. Me interesa muchísimo más implicarme dos años en un proyecto, como ahora, en la casa de dos escritores franceses del siglo XIX, Maurice y Eugenie de Guerin, y en el Museo de Bellas Artes de Gaillac, que se encuentra entre Toulouse y Albi. Serán trabajos en torno a la escritura y el color negro.

 

*La periodista de Aragón Digital.es Carolina Cebreiro ha conversado por extenso con Santiago Arranz y me autoriza a publicar aquí su entrevista.

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