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Antón Castro

GOLPES DE MAR (Destino. Áncora y Delfín) / 4*

GOLPES DE MAR (Destino. Áncora y Delfín) / 4*

ALBA DE DEUS (Fragmento)

[-Has hablado de una tal Alba de Deus. Me intriga esa historia... –dijo Golmar.
-Es la aventura más cruel de mi vida. La conocí en Lisboa, en un local del puerto, donde se abrazan el río y el mar. Yo tenía un amigo, Cortegoso Padín, que había sido músico de la banda de Corme antes de ser timonel. Íbamos juntos a todas partes y también fuimos a aquella taberna. Apenas habíamos entrado, nos llegó una voz de seda, de angustia y de fado. Una voz de ésas que te penetran hasta las sienes y el cerebro aunque no te lo propongas. No sé si me comprendes. Y allí estaba ella, casi desnuda, envuelta en velos negros que le ceñían las nalgas y los hombros. Los dos nos quedamos perplejos, como otros marinos. El tabernero nos dijo su nombre, Alba de Deus, y añadió que no trataba con marineros. Padín y yo la abordamos después de la función sin éxito. Y la seguimos por callejas estrechas y por las plazas hasta su casa. Nos quedábamos abajo: veíamos las luces, atisbábamos sus movimientos, imaginábamos su espléndido cuerpo antes de acostarse. Parecía que nadie la esperaba. Al tercer o cuarto día se dio cuenta de que la seguíamos. Se lo confesamos todo. ¿Qué se le puede decir a una mujer tan asombrosa y discreta, que se deshace en cristal y pureza cuando canta y que luego desaparece, casi a hurtadillas, del lugar donde destrozó el corazón, con las canciones y con su cuerpo, a más de veinte hombres? ¿Necesitas, Golmar, que describa su hermosura de diosa intemporal? ¿Necesitas que te diga que había despertado en todos nosotros el hambre y la codicia del deseo, la fiebre de una pasión torturadora e imposible? Los dos, Cortegoso Padín y yo, conseguíamos por separado lo que queríamos: acostarnos con ella. Pero un día nos encontramos en la escalera de su casa, él subía, yo bajaba, y sacamos la navaja.
-Cortegoso Padín murió, claro. Pero, ¿y ella?

-Jamás la volví a ver. Sé que no ha vuelto a cantar fados en Lisboa. Seguro. ]

*La foto es de la actriz Stephane Audran, musa de Claude Chabrol y musa ocasional de Luis Buñuel. Ésta es una de las fotos más perturbadoras que le conozco. Y me ha hecho pensar en Alba de Deus, la protagonista de uno de los relatos de mi libro "Golpes de mar", que narra la historia de dos hermanos que se instalan en Galicia.   

2 comentarios

Purificación Ávila -

"Golpes de mar" es un título precioso. ¡Felicidades por el libro! He leído la reseña en el blog de nuestra querida Magda y me he quedado prendada del extracto que nos puso. Y no menos me ha sucedido con estos que nos cuelgas en esta tu casa.Mucha suerte, Antón.
Este es la primera vez que entro, he querido saludarte y desearte suerte y felicidades.
Purificación.
Buen domingo.

Fernando -

Nuevamente hermoso y evocador...un abrazo Antón.