DIÁLOGO CON JOSÉ IRANZO, EL PASTOR DE ANDORRA
[En 1999, acompañado de José Luis Melero, fui a entrevistar al Ventorrillo a José Iranzo, 'El pastor de Andorra'. Tras el éxito que han tenido los dos volúmenes de "La Jota. Ayer y hoy", publicados por Prames con textos de Pepe Melero y Javier Barreiro, entre otros, y las voces de Nacho del Río y Beatriz Bernad,meparecía oportuno recuperar esta entrevista, que rinde homenaje a José Oto, estamos en el centenario de su nacimiento, a Jesús Gracia, a toda la familia de la jota. La entrevista no tiene desperdicio: tiene algo de surrealismo cotidiano. La he encontrado en un ordenador viejo, y formará parte de un libro de conversaciones con aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados del siglo XX que aparecerá en 2007. Creo]
"La jota es el alma de Aragón"
Cae una dura tormenta sobre el desierto del Ventorrillo, en las afueras de Andorra. El aguacero se mezcla con la niebla; dos perros pasean la lluvia en su piel de lobo y atemorizan al forastero que se acerca a la masada de El Saso. Nos acompaña el escritor y bibliófilo José Luis Melero, quien, para nuestro asombro, domina a la perfección los estilos de jota, memoriza a todos los cantadores y sentía un interés especial por conocer a José Iranzo en su ambiente. Melero, desde los quince años, asiste al Festival de Jota del Pilar y estaba en el Teatro Principal aquel remoto ocho de octubre de 1974 en que José se alzó con el Premio Extraordinario.
--No creí que fueran a venir con este temporal --dice José.
--¿De qué lado oye mejor?
--De los dos.
--Muy bien. Empecemos...
--Éramos cuatro hermanos. En el año 18 sobrevino la peste de la gripe y mi padre, un hermano de 24 años y otro de nueve se murieron los tres en seis días. Nos quedamos mi otro hermano, Martín, de quince, mi madre y yo, con dos años y medio. Teníamos un rebaño de cabras que tuvimos que vender, menos una cabra, y un par de machos. Mi madre y mi hermano se iban a comprar con los animales a Andorra y me dejaban aquí, pero a lo mejor había tronada y se quedaban en el pueblo. A mí me habían dejado en el pajar; había una balsa cerca y para que no me ensopara o no me ahogase, me quedaba encerrado hasta que volvían. Por las rendijas de la cancela, yo miraba a lo lejos el camino que bajaba, y creía ver sus bultos, "ya vienen, ya vienen", decía, pero no eran ellos: eran unas sabinas que nunca acababan de venir y en cambio sí llegaba la noche. Tenía miedo y me enganchaba a llorar. Algunas veces pasaba una culebra por delante de mí. Mi madre me dejaba una jarra de leche de cabra, y si era tiempo de vendimia, unos racimos de uva y pan. Tenía una gata que me hacía compañía: blanca y con pintas negras. Cuando volvían por fin me daba una inmensa alegría.
--¿Por qué no lo llevaba consigo su madre?
--Porque daba mucha murga. A veces iba con los machos, pero no siempre. ¡No me iba a llevar al hombro! Dormía solo en el pajar. Pasaba mucho miedo: me enganchaba a llorar y al final, aborrecido, me cansaba y paraba. Me he preguntado si esta voz que tengo viene de aquellos lloros: ah, ahh, ahhh, ay, ayyy, ayyyyy...
El Pastor de Andorra entona unos agudos y desgarradores que mueven a lástima a quien los oye. La estancia tiembla, no sabemos si por el eco o de pena. Pascuala, su mujer, acude alarmada desde la cocina.
--Ah, ahh, ahhh, ay, ayyy, ayyyyy... A lo mejor así se me hizo el pulmón más ancho. No se lo he preguntado nunca a nadie. Cuando había vecinos me dejaban suelto. Yo tetaba de la cabra directamente. Mi madre me parió mayor, tendría ya 50 años y supongo que muy poca leche. La cabra de vez en cuando se me burlaba y yo llamaba a una vecina joven: "Máxima, ven a cogerme la cabra. Máximaaaa".
José Iranzo emula ahora la voz aguda y chirriante del niño que fue. Este hombre, bueno a carta cabal y nada envidioso, ya lo verán, no sabe que esconde un humorista.
--¿Fue a la escuela?
--Dos o tres semanas, pero no aprendí nada. Fui a la escuela después, en el ejército, tras la Guerra Civil. Estuve trece meses con los republicanos y luego con los nacionales. Llamaron a todos los analfabetos; salí yo y un tal Francisco Lahoz de Lécera, otros no se atrevieron. Allí nos enseñaron a leer y escribir, a sacar cuentas y multiplicar. Multiplicábamos como Dios. Nos ponían unos problemas de rebaños de ovejas y de cabras que daban gozo. Al final, yo escribía las cartas a las novias de los soldados. Me dejaban poner lo que quisiera, las enamoraba por carta.
--Hemos leído que a los ocho años se hizo pastor para otros.
--O con diez. No lo sé. Me puse a guardar corderos para Tío Martín el Moreno, de Andorra; luego para dos hermanos, Los Lindos, y luego para Tío Manuel el Gordico. La vida del pastor es muy esclava.
--¿Por qué es tan esclava?
--Te levantas, vas a dar una vuelta, miras las hembras que han parido: ésta, uno o dos; aquélla, lo mismo. Hay que poner aparte las crías. Almuerzas, las arreglas; preparas la merienda: tortilla, un taco de jamón o de queso, pan, la bota de vino. Y luego sales con el ganado y los perros. De repente, va a haber tronada. Calculas mal la nube y a lo mejor no te deja llegar a la paridera, y entonces regresas todo empapado. Y así siempre, en esto no hay domingos ni nada. Siempre hay que estar en el campo. Mi primer rebaño lo compré después de la mili, cuando ya estaba casado.
--¿Cuándo empezó a cantar?
--En un pinar donde estuve tres años, casi siempre solo, yo tendría doce. Los dueños acudían y a lo mejor echaban una semana. Me las arreglaba como podía. Mientras cocinaba o hacía la cena, y se cocían las judías secas con una patata, me ponía a cantar sin ton ni son, como un lobo o con espíritu de lobo. A lo mejor entonaba para espantar el miedo aquello de "Tengo un hermano en el tercio // y el otro en regulares..." Eso sí, cantaba a mi manera. A mi manera.
--Siempre insiste mucho en eso de "a mi manera". ¿Qué quiere decir?
--Hombre, yo soy un cantante aficionado. No sé música, no soy académico. Me doy cuenta de que no he aprendido a cantar bien, que me falta mucho. Mucho. Y a pesar de eso me han hecho aprecio en todos los sitios: me ha ido tan bien como al primero, pero una cosa no quita la otra. He actuado con todos los cantadores, pero he oído a muchos mejores que yo.
--¿Quién era mejor que usted?
--Muchísimos. José Oto: sabía más que yo y tenía mejor voz. Y además era un hombre buenísimo, de primera. Te ayudaba en un recital: una vez yo me puse a cantar hacia el viento y me quedé casi sin voz, y él me dijo: "Ponte hacia la derecha", y recuperé toda mi fuerza. Era bonachón, un poco borrachín o aficionado a beber, desde por la mañana estaba en la taberna, pero nunca dejaba pagar. Cobraba mil pesetas por concierto. Hemos compartido habitación, no cama, eh. Y también era mejor su novia Felisa Galé, y Juan Antonio Gracia, de Nuez, Joaquín Numancia, Antonio Royo El chato de Casablanca, o Jesús Gracia. Los dos salimos juntos, es un cantante soberbio, ha estudiado mucho, canta mejor que yo, así de claro lo digo, y también Conchita Pueyo y Pascuala Perié.
--¿No fue ella quién le enseñó los estilos de jota?
--Sí. Y qué historias.
Se zambulle El Pastor de Andorra en el principio de la posguerra. El cielo, en estas soledades que se alargan sin horizonte, revienta en estruendos, el temporal sigue golpeando en la tarde de junio. El cuarto es angosto y sombrío. En las paredes cuelgan retratos del cantador, tapices y una foto medallón de John Kennedy, datada en 1963. "Me la regaló su hermano Robert, ante quien canté en la Feria de Nueva York". La entrevista está salpicada de cantas: si José recuerda una anécdota, de inmediato la ilustra con una jota. José Luis Melero, embelesado, le dice: "¡Qué torrente de voz! Es impresionante todavía. Es usted un prodigio de la naturaleza". Pascuala apunta que su José tiene 84 años. El Pastor sabrá devolverle el halago al visitante inesperado cuando ambos entonan La palomica, la canción que le ha hecho famoso y que siempre le piden: "Qué bien canta usted. Lo hace mucho mejor que yo. Lástima que no tenga más voz". Inmerso ya en las encrucijadas del tiempo ido y de la nostalgia, es el momento de Pascuala Perié. A Iranzo, durante la mili, lo oyó cantar un oficial que, estremecido como debe estarlo ahora Pepe Melero, le dio dos duros y le dijo si podía repetir eso ante los demás oficiales. Así lo hizo. Y también en un bar del Arrabal que se llenaba hasta la bandera cada vez que él cantaba. Le daban quince pesetas por tarde. El sargento le dijo que tenía que ir a clases y el sastre Lapeña, que era guitarrista de jota, le recomendó el magisterio de Pascuala Perié.
--Fui a su casa del Barrio Verde con un amigo y en cuanto llegamos, oímos cantar a alguien con una voz... ¡Qué voz, madre mía! Me acobardé y le dije al amigo que me acompañaba: "Vámonos de aquí". Pero el otro insistió: "Tira para arriba". Estaba allí María Pilar Lasheras, una chica de Movera que cantaba extraordinariamente. Yo ya me convencí de que aquello no podía ser. Cuando todos se fueron, Pascuala Perié dijo: "Que cante el militar". Enganché a cantar y todos se pusieron a reír y a llorar de la risa. A los músicos la guitarra se les caía de las manos. Pascula comentó: "Tienes una voz muy grande, pero muy desentonada". Yo era un salvaje: temblaba el piso. "Esto va a ser difícil, niño", dijo la Perié. "Perdone por esto, señora. Paco, vámonos". Me pidió que cantase otra jota, y ya lo hice un poco mejor. "¿Tienes interés en cantar?". "Sí, claro que sí". "Si tienes interés, has de cantar mucho". Luego me preguntó si tenía las tardes libres, las tenía, y me dijo que me iba a dar clases todos los días, pero que tendría que pagarle el doble, 40 pesetas. El sargento aseguró que me pagaría él el primer mes. Cuando la Perié se enteró de que cantaba en un bar, me dijo que debía dejarlo, que así se estropeaba la voz. Al poco tiempo, me presentó en el Teatro Principal con José Otro y con Juan Antonio Gracia, de Nuez.
--¡Nada menos! Debutó con los mejores y en el mejor escenario.
--Sí, sí. Recuerdo que moví mucho al público. Después me llamó el empresario y me dio 100 pesetas. Estaba tan emocionado que con los aplausos ya me sentía pagado.
--Pascuala lo contrató y se fue a Madrid con Oto, Felisa Galé, Conchita Pueyo, Tomás Marco, y les acompañó la rondalla de Florencio Santamaría. Y en 1943 ganó el premio del Certamen Oficial de Jota.
--Cuando lo anunciaron me quedé tan blanco como una pared. No me lo podía creer. Recibí cien duros, nunca los había tenido en la mano. Al final, salí por la puerta con el diploma y el dinero, y la madre de Jesús Gracia me dijo: "Mi chico ha cantado mucho mejor que tú...". Le respondí con sinceridad: "Sí, señora, tiene razón, ha cantado mejor, pero a mí me han dado el premio y he tenido que cogerlo".
--¿Cuándo empezó a llamarse El Pastor de Andorra?
--A raíz de una actuación ante el ministro Ibáñez Martín en el parador de Utrillas. Acababa de inaugurarse la radio y anunció que un pastor de cabras iba a cantarle junto al gran jotero Joaquín Peribáñez, de Monreal. Canté: "España tiene un ministro// y todo el mundo habla de él: // El ministro es de Valbona // y Valbona es de Teruel". Me pagaron mil pesetas y a Pascuala, mi mujer, se le pusieron los ojos grandes como platos. Me dijeron que si quería un puesto en la Diputación de Teruel me lo daban, pero yo tenía mis cabras.
--Usted y Pascuala han vivido una gran historia de amor. ¿Le importaría contarla una vez más?
--Ella era muy maja, vivía aquí en el Ventorrillo. Me gustaba con locura, la verdad, pero yo sabía que ella era más guapa y más inteligente que yo, que sabía más de todo. Un día le dije a su hermano José que le hablaría a la Pascuala, pero como sabía que me iba a decir que no, para qué perder el tiempo. El se lo dijo a su madre y ésta me hizo llamar. "¿Tú quieres a la Pascuala?". "Claro que la quiero, pero cómo va a quererme ella a mí, tan poca cosa, tan feo, con esta nariz y un pobre pastor". Ella dijo: "Pascuala te quiere, te va a querer, te querrá sí". Así empezó todo: fuimos al baile, la llené de pisotones porque bailaba fatal, iba a verla y nos hicimos novios. Mis amigos me decían con algo de envidia: "¿Es ésa tu novia?". "Mi novia es, sí, me cago en la costera". Tenía un pelo tan majo, era pequeña, simpática. Tenía unos ojos que hablaban y estaba loco de amor, loco de amor, y loco de amor sigo por ella. Si volviera a casarme no la encontraría mejor. Nunca hemos estado enfermos, ni un sólo día en la cama. Nada le viene mal. Tiene mucho más genio que yo, pero no ha conseguido que me enfade ni una sola vez desde que vivimos juntos.
A partir de entonces todo ha venido rodado. Se acrecentó su fama y lo llamaban de Albalate del Arzobispo, Andorra, Híjar, Ariño, donde le pagaban entre 200 y 300 pesetas; de Calanda (ya 500). En Teruel inventaron un premio Extraordinario de mil pesetas para reconocer su talento natural. Pascuala, en medio de la trilla, lo recibió al grito de "esto va estupendamente, José". Cuando ya poseían dos o tres corralas de animales, llegó una carta de Coros y Danzas de la Sección Femenina donde le invitaban a ir cuatro meses a viajar por Europa: Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo. Antes de contestar, pensó que dejaba en casa a su mujer, a sus hijos José Luis y Pascuala, y dijo que no. Su cuñado lo llamó "escojonado". Y allá se fue a cosechar éxitos, aplausos, amigos y anécdotas más o menos memorables.
--Ensayábamos todas las mañanas y actuábamos por la tarde. Yo apenas salía del hotel: del hotel al ensayo y del ensayo al hotel. No conocía las ciudades. Salía por una manzana, pero con cuidado para no perderme. En Düsseldorf no querían dejarme cantar porque un pastor no podía hacerlo. Cuando se enteraron de que yo no era cura, sino pastor de cabras, me colocaron el micrófono y me pidieron que me acercase. Al primer grito se rompió la aguja. Luego estuve tres meses en Cuba, la gente no quería irse del teatro, deseaba que yo siguiese cantando, y también estuve en Estados Unidos o en México. En Marruecos, canté para Hassán II en su palacio de Fez. Entramos de la mano de dos en dos, como novios, y vimos a sus 40 mujeres.
No ha parado. Insiste: "La jota es el alma de Aragón, y también mi vida, igual que el ganado". Es autodidacto: allá donde va recoge estilos olvidados. En Alcorisa, en Berge, en Aliaga, en cualquier parte. La emoción siempre va con él y siempre la derrama. En 1974, decidió competir por el Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota. Y conquistó más prestigio y dos mil duros. Este hombre que no compite con nadie, salvo con las tercas tormentas, ha ganado siempre. Por eso es rabiosamente feliz, y para probarlo se atreve a cantar al alimón con el entusiasta Melero: "Pascuala de mis amores // asómate a la ventana // y verán salir el sol // tus ojos, que son dos soles".
--¿Canta a solas en el monte?
--Nadie me ha oído cantar nunca porque no quiero molestar ni intimidar a un campesino en su faena. Sólo canto en los barrancos o en las vaguadas. Es decir, si canto es que no veo a nadie.
--¿Qué les dice usted a los que acusan a la jota de ser antigua, de no haber evolucionado, de ser un canto reaccionario?
--Vamos a ver: ¿Qué canta Julio Iglesias? Sus mejores canciones, lo que le pide la gente. Y con las jotas ocurre lo mismo: las buenas se piden siempre. Los estilos son siempre los mismos, salvo algunos que hemos ido sacando nuevos o recuperando. La palomica es una jota de pastores, yo no pensaba que era tan buena, pero su éxito, igual que ocurrió con Las cerezas, y su secreto radica en esa media voz.
--Sigo. ¿Cuál es el secreto para que la jota emocione tanto?
--Poner el alma cantando, hombre. Cantar con alma. Con alegría. La jota es un canto alegre del todo. ¡Qué sería de Aragón sin jota! No fastidie. Imagínese Andalucía sin el flamenco, que ni lo canten ni lo bailen, o Galicia sin la muiñeira. La jota es para siempre, si la perdemos, lo perdemos todo.
--A usted también le ha gustado mucho rondar.
--La jota en la calle da mucho gusto. Y creo que soy un rondador generoso. Me encanta. Recuerdo que una vez en Ariño, los mozos me dijeron que había un muchacha muy enferma. Le empezamos a cantar, se asomó al balcón y se puso a llorar como una Magdalena. Al cabo de un tiempo me encontraba yo en Nimes, y vino a saludarme una mujer. Me dijo su nombre y me recordó que le había cantado en Ariño. Desde aquel día, empezó a curarse. Aquella jota fue como un milagro. ¿Me ha entendido? Y en Teruel hace poco me puse a cantar La palomica, y de repente vino una paloma se me posó encima del pañuelo y allí se quedó. Todos pensaban que yo llevaba al animal en el bolsillo.
--¿Le gustan otros intérpretes?
--Plácido Domingo, Alfredo Kraus, me gusta la buena música, pero no el rock. Me parece bien que exista pero yo no le saco ningún jugo.
--¿Qué significó para usted el Premio Aragón?
--Algo que no me esperaba. Si se lo hubieran dado a un escritor, a un pintor, a un torero, a alguien de fama no me hubiera sorprendido. Me dio mucha alegría y le estoy agradecido al gobierno. Aragón me ha tratado muy bien: me han dedicado calles, bustos y homenajes en toda mi provincia. ¿Qué más puedo pedir?
--¿Cómo le gustaría que lo recordasen?
--Nací pobre, gané más dinero con los rebaños que con la jota, ahora tengo siete perros, así que me gustaría que me recordasen como lo que soy: un pastor.
21 comentarios
justinano pascual heras -
Teresa -
ANTONIA -
He buscado dicos suyos y no he encontrado.
Intentaré ir a Andorra o dónde viva para conocerle.
antonio villar lopez -
jose marin gimenez -
Alfredo -
Soy aragonés de la provincia de Huesca y siempre la jota ha sido y es mi música favorita, tengo 80 años y en mi juventud oí cantar a José Iranzo, es un fenómeno de la naturaleza, pero lo que más me emociona de él es su personalidad de bien, su humildad y su nobleza baturra. que Dios te de muchps años de vida y que puedas disfrutar de la compañía de tu querida esòsa.
jose -
Rafa Carry -
¿Y su cabeza? ¡¡pero si se acuerda de los dialogos con las personas!!¡¡90 años..ufff...¿Y habeis visto las fotos en grupo?...Si os dijeran: ¿Quien es el pastor?..¿a que acertábais sin conocerlo? Esa mirada limpia, viva, como sorprendido. Enfin, que viva muchos años este monumento de Andorrano. ¡¡Ahh,,,una cosa!! En los títulos sale Iranzo varias veces, bien como realizador y algo más....¿será su hijo, nieto...??.solo curiosidad
Laura -
Señor José su huella por mucha tronada (como usted dice en la entrevita)nunca será borrada,personas coma usted no abundan.
Felicidades PASTOR, reciba un fuerte abrazo de las Tierras de Bajo Ebro.
Lourdes -
Carmen -
Quisiera tener la humildad y el corazón que ustd derrocha.Felicidades maestro.
alberto -
Pedro -
María Albacete -
Justo Elias -
miguel -
cuca de andorra ( principado ) -
Viva la jota y viva el pastor de andorra !!!!
ana -
paulino nieto martinez -
Alberto -
josu hernandez asurmendi -