ENTREVISTA CON FRANCISCO CARRASQUER*
Francisco Carrasquer publica en Alcaraván un libro de las vinculaciones entre el líder anarquista y Zaragoza
Como si de José Saramago se tratase –recuerden que en “Historia del cerco de Lisboa” un personaje cambiaba una palabra y con eso la historia-, el libertario, poeta y ensayista Francisco Carrasquer (Albalate de Cinca, Huesca, 1913) se ha zambullido en una especie de juego, o de reescritura de la historia, en su nuevo libro: “Ascaso y Zaragoza. Dos pérdidas: la pérdida” (Alcaraván / DPZ), donde se pregunta, y responde, qué hubiera pasado si en vez de Durruti, fuese Francisco Ascaso el responsable de la columna anarquista que se dirigió al frente de Aragón en los primeros días de 1936 y se quedó en Bujaraloz, “en vez de dirigirse sin dilaciones a Zaragoza, ciudad que fue decisiva porque desde ella maniobró el general Mola, donde residió. Durruti no tenía ni la inteligencia ni el dinamismo ni la personalidad de Francisco Ascaso. Y él lo sabía. Desde que este se murió, Ascaso fue alcanzado por un disparo en la frente en el cuartel de Atarazanas, se vieron sus incapacidades”.
Francisco Carrasquer conoció al líder anarquista de Almudévar, que ha retratado no hace mucho tiempo Pepe Cerdá en la muestra “Los últimos modernos”. “Fue el protagonista de actos fantásticos. Recuerdo en particular dos: en la plaza de san Jaume se subió a una farola como un simio y arengó a la gente y la hizo detenerse en su avance; y en un mitin de la FAI en Barcelona, en el último congreso de la FAI, hablaron García Oliver, Ricardo Sanz, Durruti y luego Ascaso, que hizo un resumen estremecedor”, señala el autor y dice que el libro también quiere ofrecer una visión crítica del anarquismo español. “La importancia de los anarquistas es absoluta. Total. Sin ellos no se hubiera controlado Barcelona. Estábamos preparados desde hacía una semana. Yo estaba en el Ateneo de Las Corts. Salimos a la calle armados y eso sorprendió al ejército nacional. Nosotros salimos a la calle zumbando, pegando tiros y les hicimos correr, justo lo que no pasó en Zaragoza porque Durruti, cosa que no hubiera hecho Ascaso, insisto, se detuvo en Bujaraloz en vez de partir hacia Zaragoza”. ¿Cuáles fueron, entonces, los errores del anarquismo? Francisco Carrasquer lo tiene claro. “En primer lugar, crearon un ejército regular en vez de un ejército guerrillero. Eso ya lo tenían los nacionales. Desde la órbita anarquista es incomprensible. En segundo lugar, la decepcionante participación de los anarquistas en el gobierno, López, García Oliver y Montseny, que se apartaron del comunismo libertario. Y en tercer lugar, los abusos de autoridad en algunos ayuntamientos, lo cual no quiere decir que las colectividades en Aragón no funcionasen ejemplarmente”, señala. Se deshace en elogios para el político anarquista de Almudévar, Francisco Ascaso: “Lo he conocí. Admiré su valor, su inteligencia y entereza. Durruti siguió a Ascaso simplemente. No había quien lo parase. Estoy convencido de que su presencia hubiese ayudado a cambiar el curso de la Guerra Civil”. A pesar de su admiración, Carrasquer es consciente de que Ascaso, con Durruti y Torres Escartín, entre otros, participó en el atentado contra el cardenal Soldevila en Zaragoza: “Estoy en contra de la revolución cruenta. Así no se gana nada. Ahora ya no soy anarcosindicalista. He expresado mi idea de una sociedad nueva en ‘El grito del sentido común’ (Libertarias), donde defiendo una nueva manera de pensar: la calidad de la vida debe estar fundada no en el poseer mucho, sino en poseer lo menos posible con la máxima eficacia, evitando ser esclavos de las cosas”.
El libro de Carrasquer sobre Ascaso –“no era solamente un rebelde, no; Ascaso era un auténtico revolucionario”, se dijo- aborda otros asuntos de política ficción, lo que pudo ser y no fue, y habla del grupo “Nosotros” o “Los solidarios”, y resume pequeña parte de la historia de España, de la que él ha sido un importante prota
*Este apareció cuandoFrancisco Carrasquer publicó su libro sobre "Zaragoza y Ascaso".
3 comentarios
miguel carpio -
Ninguno de sus colegas pudo sustituirle. Ni siquiera Durruti, una persona de gran valor, entregado al ideal, pero de inteligencia organizativa limitada en comparación con Ascaso. Por supuesto, en ningún caso García Oliver podría haber hecho mejor papel del que ya hizo. Fue el rey de los escaqueos, se quedó siempre en retaguardia, y aunque hizo lo que pudo, tampoco tenía ni el coraje, ni la grandeza espiritual de Durruti, ni, por supuesto, de lejos la inteligencia práctica de Francisco Ascaso.
En este sentido las dos grandes pérdidas del anarcosindicalismo, que pueden haber marcado una diferencia a la hora de la acción en 1936, fueron, por una parte Salvador Seguí, y por la otra Francisco Ascaso.
Dos personajes distintos, con tácticas y enfoques de la contienda probablemente muy distintas, pero ambos con una inteligencia práctica y una percepción de la acción muy por encima de la media. Probablemente los acontecimientos hubieran sido muy otros.
Y, sin embargo, no sabemos si, al final, el resultado hubiera sido el mismo, puesto que las apuestas de las élites de poder tanto de las plutocracias occidentales, como de la burocracia soviética estaban muy, pero que muy, altas.
Ambos, Ascaso y Seguí, tenían dos escuderos de gran calidad, Durruti y Pestaña, pero que sin el ejemplo y la orientación del entrañable compañero que les servía de referencia perdían mucho.
Víctor -
Chorche -