JAVIER NAVARRETE, MÚSICA PARA GUILLERMO DEL TORO
El compositor turolense es candidato al premio Goya por
la banda sonora de “El laberinto del fauno” de Guillermo del Toro
Javier Navarrete (Teruel, 1956) es uno de los compositores más personales de bandas sonoras de España. Podría decirse que es el músico favorito de Agustín Villaronga y, desde hace algún tiempo, el de Guillermo del Toro. Su trabajo para “El laberinto del fauno”, esa fantasía onírica que mezcla la posguerra y la infancia es candidato al premio Goya a la mejor banda sonora.
Javier vivió en Teruel hasta la primera juventud, y esos días están asociados para él a “a amigos con los que tocaba y escuchábamos música. En cuanto al paisaje puramente sonoro de mi infancia en Teruel recuerdo con mucha nostalgia una campana de la Catedral que tocaba (probablemente aún toca) a las diez de la mañana, y una sirena antiaérea que, inexplicablemente, en plenos años sesenta, daba las doce justo enfrente de mi casa, con un rugido atronador, digno del mejor futurismo italiano”. Antes de instalarse en Barcelona, en vísperas de la muerte de Franco, vivió en Zaragoza la “época dorada de los cineclubs”. Empezaba a soñar una música clásica de vanguardia en la línea de creadores como Stockhausen, Ligetti o Luciano Berio. “Quería hacerla y la hice, vinculado como estuve a un grupo de compositores llamado Phonos. Posteriormente me pareció que era una línea de trabajo demasiado especulativa y, al fin y al cabo, aburrida –recuerda Javier-. Eran los años de la transición española y estaban llenos de sorpresas e influencias dispares y enriquecedoras. Yo escuchaba todo tipo de música pero a la vez comencé a escribir partituras muy minimalistas. Ese esfuerzo de síntesis que hice entonces, aproximadamente cuando tenía veinticinco años, ha sido la base de todo lo que he hecho después”.
De ahí dio el salto a la música para cine con aquella perturbadora película que fue “Tras el cristal” (1987) de Villaronga, donde hacía un subrayado melódico bastante inquietante. Para Javier Navarrete fue “un trabajo muy atípico, en parte improvisado en el estudio, y hubo muy poca comunicación con el director. No pensaba que volvería a hacer más películas. Ahora estoy más atento a la narrativa y me planteo mi trabajo como una pieza de la máquina que es una película”. Hizo bastantes más películas, por supuesto: con Villaronga de nuevo en “El mar”, con Oscar Aibar, Luna (“Náufragos”, “Yo, puta”), Mathew Parkhill, Xavier Villaverde (“Trece campanadas”), con Patricia Ferreira (“El alquimista impaciente”), casi siempre directores noveles. “Me gusta mucho trabajar con un director novel porque, a pesar de todo el descontrol que suele haber, tienen una fe y una fuerza que después no siempre queda compensada por el oficio que adquieren”.
La música de Javier Navarrete ha sido calificada de árida, quizá porque suele carecer de melodía, y posee siempre una especie de lirismo oscuro, de belleza turbadora, seca. “Es un buen retrato, pero más de lo que he tenido ocasión de proyectar que de lo que soy. Hace poco hice música de circo para un parque temático, y funcionaba muy bien. Las películas oscuras deben ser alguna deuda kármica que tengo que pagar. ¿O quién sabe?”. J
avier Navarrete tiene fama de músico tan talentoso e inspirado como modesto. De repente lo llamó Guillermo del Toro para que hiciese la banda sonora de “El espinazo del diablo” (2001), entre otras cosas porque había oído su trabajo para “El mar” (2000) de Villaronga, una película que presentaba algunas semejanzas de época y atmósfera con la que él iba a rodar en Madrid de inmediato. Del Toro tiene fama de director de una sabiduría ilimitada, arrollador, de gran vitalidad. “Sí, es un fenómeno –confirma Javier-. Y lo sabe todo, en particular de cine y literatura. Trabajar con él es tan divertido que no te vas dando cuenta de que en realidad es un perfeccionista absoluto. La posproducción y, sobre todo, el sonido y la música le encantan. ‘El laberinto del fauno’ es la segunda parte de una trilogía ambientada en la guerra civil española.
En ésta predominan los protagonistas femeninos, y también la música es más melódica y fluida”. Dicen que Del Toro empieza a preparar la banda sonora desde el mismo día en que empieza el rodaje prácticamente. “Es cierto, en cuanto tiene una escena montada ya empieza a trabajar los efectos visuales, la música y todo. De día rueda y por la noche va al montaje. No sé cuándo dormirá. No estuve en Belchite, paisaje al que han pintado una espléndida serranía de fondo en la película, pero iba y venía a Madrid con mis maquetas, o las mandaba por internet”. Navarrete señala que la película tiene un doble registro: el de la dura realidad de la guerrilla y los militares y el mundo de las fantasías de una niña. “Ese mundo fantástico es bastante crudo, también, así que los dos registros están muy conectados –explica-. La clave de la música es una nana muy sencilla, un poco medieval, que canta uno de los personajes y que acaba siendo el símbolo del desamparo y las aspiraciones de esta niña protagonista”.A Javier Navarrete el premio Goya no le quita el sueño. Ni el Goya ni ningún otro galardón. “Yo soy consciente de que mis gustos no siempre conectan con los de la mayoría de la gente, y por lo tanto no aspiro a que me premien por mi trabajo”. Es consciente de que sus rivales poseen mucho nivel. Son Alberto Iglesias por “Volver”, Roque Baños por “Alatriste” y Lluís Llach por “Salvador”. “Alberto Iglesias y Roque Baños son posiblemente los dos mejores compositores del cine español. Me gustan los dos y, sobre todo, Alberto. La música de Lluís Llach me queda un poco más lejos”.
El método de un compositor muy personal
Javier Navarrete no tiene inconveniente en explicar su método de trabajo: “Te pasan una copia en bruto de la película y escuchas lo que tiene que decir el director sobre la misma. Al revés que lo que ocurría cuando hice mi primera película, ahora se maqueta todo muy cuidadosamente, con ayuda de programas y samples, y se puede discutir con el director hasta la última nota y hacer todo tipo de pruebas antes de grabar con músicos o pasar a limpio. En un plazo que va de cinco a digamos diez semanas compones entre veinte y sesenta minutos de música lo mejor que puedas. A menudo voy a grabar a Praga o Moscú, lugares donde hay orquestas, estudios y directores especializados en grabar música para películas, gente que lo hace todos los días del año. Después mezclo las pistas que he traído, normalmente en Barcelona”.
5 comentarios
renzo luis -
gracias
me llamo renzo
Kathy -
abby -
Le pido me de una respuesta estoy fascinada con su maravillosa musica.
Gracias
raúl sanjuán -
Nerea -