NOTAS SOBRE UN SÁBADO DE SOL Y LLUVIA
Ayer por la mañana, fuimos a despedir a la madre de Ángel Artal Burriel, nuestro cardiólogo favorito. Falleció a los 97 años: hasta hace veinte días estaba estupenda, y recordaba los cuentos y las leyendas de las orillas del Jiloca y Calamocha, cantaba (recitaba más bien) aires de jota y conservaba una prodigiosa memoria.
Era una gran narradora oral que contagió esa pasión a su hijo. Ángel, de temperamento británico, de humor entre somarda y demoledor, es un espléndido contador de historias. Lo sabe casi todo y se regodea contando: habla de la hermosura detenida del río, de la atmósfera de luz vegetal de las olmedas del Jiloca, cuenta la historia del campo de aviación o los amores y otros duendes de Procopio Pignatelli.
Luego, bajo ese precioso sol de tarde, fuimos a la terraza del Parque Grande, que fue durante años mi segunda casa. Me encantaba montar en bici, pasear, correr (la de kilómetros y kilómetros que hice cuando soñaba con ser atleta), y ayer estaba un día estupendo. Celebrábamos, además, la crítica que publicaba Jordi Gracia en “Babelia” del libro de José Antonio Labordeta, “En el remolino” (Anagrama). Gracia también firmaba la de Almudena Grandes. Paré un instante en Antígona, y adquirí el gran catálogo de las Misiones Pedagógicas y un libro sobre fotografía y las musas de los fotógrafos. Y he empezado a leer “La muerte pegada a las uñas” de Enrique Murillo. El protagonista es un fotógrafo, es breve, propone una historia de amor y desamor, y en su argumento me hace pensar en “El retrato oval” de Poe, uno de mis cuentos terribles preferidos.
Jorge jugaba ayer un partido importante contra el Montecarlo. Jugaban en Utebo, y desde muy pronto se vio que iba a jugarse un partido tenso, de poder a poder, lleno de entusiasmo. El Montecarlo marcó dos goles tras el descanso, Luis (nuestro Romario doméstido de todos los sábados) redujo diferencias con un penalti.El Utebo buscó la igualada que no llegó. El Montecarlo sigue ahí en la segunda plaza, muy cerca del liderato. Jorge jugó un partido más bien discreto, entró poco en juego. Participó alrededor de 60 o 65 minutos, y está trabajando para recuperar la forma.
Luego vi el choque del Real Zaragoza, que jugó un espléndido partido. Gran noche de Movilla, Zapater, Sergio García y Gabi Milito, dentro de un excelente tono general. El equipo se arrugó un poco al final, pero había merecido más goles. Víctor Fernández tiene entre las manos un equipo para soñar, y este año del 75 aniversario caerá un título. Seguro.
*Jorge, la temporada anterior, con la camiseta del San Gregorio. Ahora juega en Utebo.
1 comentario
El salobral -
Mil y un besos