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Antón Castro

JORGE Y EL UTEBO CONCLUYEN LA LIGA

JORGE Y EL UTEBO CONCLUYEN LA LIGA

Jorge, 14 años, extremo izquierda del Utebo cadete, concluyó ayer la Liga regular. Su equipo, bajo un aguacero que parecía anticipar el  fin del mundo, se enfrentaba al Olivar y los dos equipos pugnaban por la tercera plaza. Creo que era la tercera. Estaban separados por un punto. A las cuatro de la tarde, se desató una gran tormenta. El Utebo formó con Gato; Oscar, Joel, Marcos y Rafa; Sergio Guillén, Ángel y Luis; Alberto, Aarón y Jorge. Ambos equipos tuvieron que retirarse ante el tremendo vendaval que traía granizo durante unos diez minutos. El árbitro se atrevió a reanudar, y se vivió un choque épico. Jorge estuvo a punto de marcar, igual que Luis, ese émulo maravilloso de Romario, que hizo una jugada inverosímil, una versión de la “cuchara” con taconazo incluido. 

La segunda parte continuó igual. Se jugaba de poder a poder contra las inclemencias de la tarde. El Utebo se desordenó por completo: jugaba en dos bloques, uno defensivo de cinco hombres, y otro ofensivo de otros cinco. Era uno de esos partidos donde todo puede suceder, un choque sin apenas transiciones, de nervio, de fuerza, con los combinados partidos. Apasionante. Jorge empezó a entrar en juego de nuevo; Luis mostraba su velocidad, su habilidad para el caracoleo; Ángel, un poco desubicado, transitaba de aquí para allá como un jabalí furioso. Alberto mantenía el buen tono de final de campaña. Sergio Guillén, el capitán, trabajaba a destajo. Empezó la rueda de cambios: Mario reemplazó a Marcos atrás; Miguel Aibar, hijo de aquel Miguel Aibar con el que trabajé hace 25 años en el bingo Napolitano, a Jorge, y Christian a Alberto. El entrenador Rafa Blasco ha sido inmisericorde con Jorge este año: no le ha dejado acabar ningún partido prácticamente. Pese a ello, le insiste en que se quede una temporada más. El campo de Utebo es estupendo, de césped artificial. 

Pero eso no importaba ayer. El partido se volvió intenso, casi desesperado. Cuando moría la tarde y la Liga, Luis hizo una de las suyas. Atrapó un balón, avanzó con su velocidad habitual, penetró en el área, sorteó a sus rivales hasta tres veces y marcó un gol increíble. Bellísimo. Era casi el minuto de la agonía. Es el mejor delantero que he visto este año. Si alguien le corrigiese algunos defectos, muy pocos, triunfaría. Es un calco maravilloso de Romario. Poco después, el árbitro pitó el final. Hubo júbilo, ruido atronador y aplausos. El balance de temporada de Jorge no ha sido malo. Ha tenido instantes buenos, muy buenos incluso, como el equipo, que ha pasado por un bache central: fue líder, entró en crisis, y se ha recuperado un poco, pero a muchísimos puntos de los dos primeros.  De haberse ajustado un poco más el elenco, de haberse creído que podía ser campeón, no habría estado muy lejos de la victoria. O mucho más cerca del Montecarlo. Seguro. 

Y ahora empieza la Copa. El partido de Diego, en juveniles, se suspendió.


 

*La foto es del extremo izquierda del Manchester, Giggs, al que admira Jorge.

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