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Antón Castro

EL CUENTO DEL CINE

EL CUENTO DEL CINE

EL RÍO DE LA POESÍA  

Nunca recuerdo la primera vez que fui al cine.
Pero sí veo aún la sala del Cine Real, sus butacones de madera, el gallinero,
aquella mujer grandiosa y enlutada que vendía pipas y manises:
aún no sabía entonces que se había escapado de una película de Fellini.
Me ocurrió algo sorprendente: vi unas imágenes de un cementerio
subterráneo, cerca de una bahía, y estuve diez noches sin dormir.
Mi padre se levantaba, se enfurecía tras la puerta y me veía desvelado,
casi con un rictus de pánico: “No vuelvas al cine.
Estamos gastando un mundo de luz”.

Dejé de frecuentar películas de miedo, aunque creo que vi otra
que me estremeció de otro modo: “El carnicero”.
Allí aprendí que no hay mujer más hermosa que la fea que sabe mirar y sentir.
Aún amo a Stephane 
Audran.
Iba al cine todos los fines de semana como un ritual inexcusable.
Me enamoraba locamente de Gene Tierney y de Margaret Sullavan,
esas mujeres que parecen construidas con seda y con lágrimas.
Y de los poderosos muslos de nardo de Concha Velasco, y de sus ojos negros,
y de Inma de Santis, dulce amor mío.
Así empezaba la carta que le envié.
Inma, dulce amor mío a todas horas. Inma.
Era otro durante la semana, como un alucinado.
Como un forastero en mi  propio corazón.
Un día le dije a la hija del cronista local:
“Cristina, por ti me atrevo
a colgar las botas del fútbol y a ver el mundo con tus ojos”.
Nos hicimos algo novios. Y lo fuimos, en tándem,
por la arboleda de Compostela. Ella llevaba un short inolvidable.
Al atardecer, cuando el viento y la llovizna peinaban las torres,
Ladeó la cabeza, esparció el cabello y dijo: “Quiéreme como en el cine.
Bésame como si fueras a morirte, bésame como Jean-Paul Belmondo”.
Aquello acabó pronto, antes de 67 días y mucho antes de los catorce años.


Un día me dijeron que se iba a cerrar el Cine Real, 25 de agosto de 1974,
y quise despedirme de la máquina de proyección, del operador
y de la señora que vendía pipas y cacahuetes: Elisenda Tommassi.
Miré la cabina desde la puerta entornada, vi los haces furiosos de luz,
oí esa letanía mecánica que cobija el sueño.
El proyectista me dijo: “Quédate un rato.
Esto es como morirse
antes de llegar a viejo y para siempre.
Sabía que pasaría,
pero nunca he sabido prepararme para el fin”.

Lo que ocurrió entonces creí haberlo visto en el cine, soñé que lo volvía a ver
en “Cinema paradiso”. Empezaron a pasar imágenes, fragmentos de películas:
paisajes, ciudades increíbles, ciudades de cine negro, mujeres que fuman,
desiertos, caballos al galope, casas señoriales con escaleras vienesas.
Para el último adiós, el maquinista se guardó lo mejor:
Instantáneas de ríos, cascadas, rápidos, lagos y pantanos.
“Fíjate bien”, me dijo. Un niño despertaba a una cobra con la flauta
y
jugaba con ella. Tras el mordisco letal, vi el río, turbulento y homicida.
Paco Leirós resumió: “Esta es mi película favorita.
Tiene algo
cuyo nombre he tardado más de 25 años en encontrar. Poesía.
La poesía de la imaginación, la luz de los sueños. No lo olvides”. 

“El río” de Jean Renoir es el mejor recuerdo de mi vida.   

*La foto es de la actriz Stephane Audran.

8 comentarios

difusor -

El Sr. Administrador debía poner una fotografía de la bellísima y malograda Inma de Santis, para que así saliera el Google Imágenes. Gracias.

banderas -

Aunque pueda parecer increible, hasta yo he tenido sueños con Inma de Santis... y eso que sólo nací en el 68. Sobre esa sensación del cine de toda la vida... me quedo con la última vez que fui al Teatro-cine (o circo) Tamberlick en Vigo a ver "La vida de Brian".
Igual que Felix, accedí a este blog por medio de la autora de Entrenómadas. Tendré que pasarme más veces por este rincón de un gallego en el exilio... es broma.

beatriz -

¡qué bello ha sido recordar el cine así!

Fernando -

Fue en el sahara al volcar un 4x4?...yo la recuerdo en las novelas de los setenta por la tarde...con Victoria Vera en "Entre visillos"...abrazos.

Antón -

Me acuerdo perfectamente de su muerte, acababa de rodar una película sobre Segundo de Chomón con Jesús Guzmán.

Ha sido uno de las presencias entre reales y oníricas de mi adolescencia. Nunca olvidaré su papel en "Humillados y ofendidos" y una película con Manolo Escobar e Irán Eory.

Un abrazo. AC

pat -

Inma de Santis se mató en accidente de tráfico, allá por el 88 o el 89, y creo que no mucha gente se acuerda de ella. Está bien que de vez en cuando se escriba sobre los secundarios que vivieron poco, quién sabe qué hubiera podido ser de ellos, con algunos años más por delante. Un saludo.

Félix -

He accedido a su bitácora por indicación de la autora de Entrenómadas. Este "post" sobre el descubrimiento del cine me ha "acariciado" los recuerdos. Un abrazo.

Fernando -

Vaya, has conseguido emocionarme..ya estaba oyendo la música de Cinema Paradiso...cuando lo has nombrado..hay poesia en el cine...quizás ahora todos sea distinto y todos lo ven con otros ojos...el mundo cambia...hasta la poesía..de todas maneras siempre quedará la sensación de la infancia y la juventud con respecto a la gran pantalla..las pipas, los primeros escarceos amorosos y las actrices...un río..como la vida...abrazos amigo.