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Antón Castro

RECUERDO DE JOSÉ DONOSO EN CALACEITE

RECUERDO DE JOSÉ DONOSO EN CALACEITE

Acababa de escribir Robert Graves su dolorida autobiografía de combatiente, Adiós a todo eso, y en medio de aquel mundo íntimo, desesperado y en descomposición, Gertrude Stein le dijo: "Si eres capaz de resistir el paraíso, vete a Mallorca". Algo semejante debió sugerirle alguien a José Donoso a mediados de los años 60 porque en 1967 se instaló en Pollença y más tarde en Sitges, donde fundó el primer Taller Literario que hubo en España hacia 1975, al que asistían integrantes de la colonia de latinoamericanos y escritores catalanes; a veces, si el ánimo del maestro era bueno, éste les mostraba la inmensa cicatriz que llevaba en la barriga como consecuencia de una de sus operaciones de estómago.        

 José Donoso era un gran viajero. Viviría, además, en Barcelona (en un tiempo en que la ciudad estaba tomada por los héroes del boom:  García Márquez, Vargas Llosa y su admirado Julio Cortázar: "Soy el primer cortazariano del mundo", dijo), en Santander y en una villa preciosa, que para muchos recuerda a otro edén en la tierra: Calaceite. Allí adquirió tres casas viejas (por 100.000 pesetas de entonces; 600 euros de hoy) con un falsa o desván, en las cual instaló su escritorio, y culminó dos de sus mejores libros a principios de los años 70: Tres novelas burguesas, una suerte de retorno a la novela galante, con ciertos ribetes de narración pornográfica o subida de tono erótico, centrada en la burguesía de los años 20, y Memoria personal del boom, un libro esencial que explicaba su visión y su vivencia de aquel movimiento que dio a conocer la literatura hispanoamericana en el mundo entero.        

 

Su estancia en Calaceite fue especialmente fructífera. Allí recibía continuas visitas de amigos y admiradores (entre ellos de Luis Buñuel. su sobrino Pedro Christian García Buñuel aún conserva unas fotos que le tomó a Donoso en su hermosa casa rural);  frecuentaba la fonda Alcalá, elogiada por expertos como Néstor Luján y Juan Perucho, y solía coincidir con otros ilustres calaceitanos como el escritor chileno Mauricio Wacquez o la saga Gili o el traductor Didier Coste, que dirigía en la población su fundación Noesis. La ceramista Teresa Jassá ha recordado la presencia de los Donoso en Calaceite --José, y su mujer, Pilar Serrano, autora de un polémico libro que glosaba aquellos días: Los de entonces--; y le rindió un hermoso homenaje al novelista al situarlo en su interpretación del grabado de Goya, El sueño de la razón, rodeado de los personajes de una de sus más bellas e intensas novelas: El obsceno pájaro de la noche. De alguna manera la huella dejada por Donoso en los alrededores del Matarraña es muy semejante a del poeta y traductor Ángel Crepo y su mujer Pilar Gómez Bedate: convivían con las gentes pero tenían la rara habilidad de escabullirse para enfrentarse a la creación.        

Tras abandonar Calaceite, Donoso siguió viajando. Se instaló en Barcelona, pero la nostalgia de Chile le entristecía el presente. Y en 1980, luego de una breve estancia en Madrid, poco después de reflexionar sobre el destierro en El jardín de al lado, volvió a su país. Desde entonces no cesó de publicar: aparecieron sucesivamente títulos como La desesperanza (1986), basado en los últimos instantes de Matilde Urrutia, la viuda de Pablo Neruda. O más recientemente, Donde van a morir los elefantes (1995), una novela que criticaba la indiferencia con que se trata en Estados Unidos a todo lo que concierne a América del Sur, un asunto que el conocía de primera mano porque había estado en varias universidades, de la mano de Carlos Fuentes inicialmente, y luego en Iowa, y además se daba la circunstancia de que había estudiado en Princeton, y trabajó en la revista de la Universidad, en la cual publicó sus primeros cuentos en inglés.       

 José Donoso se definió así en una entrevista: "Soy escritor las 24 horas al día. No hago deporte ni cualquiera otra actividad fuera de leer y escribir, de ahí que mi mujer diga que soy un ente novelante. La única esperanza la situaría en el quehacer artístico: la respuesta no es abstracta está en el hacer, en crear otro yo, otra cosa, en la imaginación". Toda su producción es un intento de desmenuzar las contradicciones de la burguesía y la relación siempre difícil, aunque amorosa con su país, Chile. En él, hace exactamente una semana, se despidió del mundo con una hermosa autobiografía sobre la mesa: Conjeturas sobre la memoria de mi tribu. 

[Este año, dentro de los Encuentros Literarios de Calaceite, que dirige el poeta, narrador y cineasta Emilio Ruiz Barrachina se rindió homenaje a Donoso y a su discípulo y amigo Mauricio Wacquez. Entre otros, estuvieron por allí Carlos Franza, Marcelo Maturana, Fernando Martínez Láinez, Juan Bolea, André Fontaine, Manuel Francisco Reina... Si aún no te has dormido, puedes verlos a casi todos en Borradores.]

 

*Retrato de José Donoso durante su época en Princeton.

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