ARTE JOVEN Y FÚTBOL EN EL IV ESPACIO*
[La exposición del Real Zaragoza, “Los años magníficos. 1932-2007.75 Aniversario del Real Zaragoza” encara sus dos últimas semanas. Hoy he pasado por la sala del IV Espacio, donde se expone la muestra “Avispero: picotazos de arte y fútbol”, a la que le tengo un enorme cariño. Han pasado cerca de 6.000 personas, algo que es una cifra muy superior a la que había pasado por allí, a pesar de que ha tenido magníficas propuestas como “Nudos”; por el Palacio de Sástago han pasado en torno a 40.000 personas.]
AVISPERO: PICOTAZOS DE ARTE Y FÚTBOL
Un ex zaragocista como Jorge Valdano escribió en su libro Apuntes de balón (Marca, 2001): “La materia prima es: un balón, un campo de juego, un estadio donde ruge la multitud. Pero el fútbol es un milagro hecho por hombres que juegan. Gloria a los artistas que, sin más academia que la calle, la miseria y la emulación, construyeron el espectáculo más grande del siglo”. Este espectáculo es tan grande, sobre todo, porque la gente lo siente muy suyo y, a la vez, como una herencia de sus antepasados. El Real Zaragoza, al acercarse a la conmemoración del 75 aniversario de su fundación, ha tenido en cuenta también este último detalle: el fútbol le pertenece a la afición, se prolonga en ella, y es un juego que transmite compañerismo, solidaridad, convivencia y un afán constante de superación. Suscita una inmensa alegría cuando se triunfa; abatimiento y desespero, en las tardes de derrota. El fútbol, además, es plasticidad, belleza, fuerza y furia, tensión, movimiento incesante. Por una o por otra razón, el fútbol es irrompible.
La muestra Avispero es un acercamiento complementario al fútbol. Un conjunto de artistas ha querido interpretar o glosar este deporte y al Real Zaragoza. Para algunos de ellos, el fútbol es una pasión y forma parte de su forma de su existencia, como sucede con el fotógrafo Alfonso Reyes o con Alejandro Cortés, que es socio desde que era muy niño. O con Bernal, que recrea los partidos del Real Zaragoza, domingo a domingo, en una viñeta. Por su condición de fotógrafo profesional, José Miguel Marco ha realizado algunos miles de fotos de fútbol. Raúl Clemente tiene un Museo del Real Zaragoza en su propia casa porque el club es la obsesión de su padre y su tío. Otros no lo sienten de una manera tan especial, aunque sí lo han vivido aquí como algo más que un tema. En el fondo, el fútbol no es extraño a la vida de casi nadie. Guste o no, anda por ahí, a menudo como una segunda piel o como una melodía de fondo, más o menos ruidosa.
Alfonso Reyes lleva más de dos años dando la vuelta al mundo en viajes muy escogidos. Cuando regresa de alguno de ellos, siempre viene con la cámara repleta de aficiones del mundo. Las sigue, las encuentra, las seduce, conversa con ellas y finalmente las retrata. No es muy partidario de las fotos robadas. Y así, lentamente pero sin desmayo, está conformando su catálogo de las aficiones del mundo o de las variedades universales de este deporte, de las que aquí ofrece nueve fotos. Ninguna pasará inadvertida, pero merecen nuestra atención la del malogrado Antonio Puerta y la del bar La Romareda, que es todo un retrato de la pulsión colectiva que genera el Real Zaragoza. Las fotos están datadas entre 2005 y 2007, en lugares como Londres, Glasgow, Senegal, Sevilla, Argentina o Zaragoza. Pilar Irala busca el lirismo y lo mágico en cada una de sus obras. Es la fotógrafa de la intimidad, de los espacios más secretos, de las luces que adquieren una luz de sueño. La penúltima jornada de la Liga 2006-2007, en la épica y lluviosa noche del Real Zaragoza 2- Madrid 2, fue al campo de La Romareda. Buscó materiales, visiones e inspiración, y ahí está su propuesta, que vuelve a ser una exploración de los lugares ocultos, de la identidad, una representación teatral del balompié, tocada de sutileza y hechizo, a la que agrega sus frases. Aránzazu Peyrotau y Antonio Sediles han captado dos instantes de euforia y tristeza de un aficionado, y vinculan su obra, poderosa como siempre, con personalidad y colorido, con la comedia y la tragedia de la antigua Grecia. Con esta propuesta, regresan a su territorio preferido: su obsesión por la identidad y por el retrato, que es la disciplina en la que se sienten más cómodos.José Miguel Marco crea un relato mudo: Fútbol. Ordena una sucesión de imágenes que apenas necesita subrayado. Las fotos lo dicen todo por la vía de la contención y de la ausencia de énfasis. Se fija en las porterías de los descampados, en la soledad de los vestuarios con los equipajes, en los árbitros, en los álbumes, en las redes, en los arrabales, en el vestuario de los colegios, en la humilde línea de cal... Al abrir ese álbum negro recuperamos de inmediato la quintaesencia del juego. El fotógrafo, que también denomina “reportaje” su obra, dice que lo más le llama la atención del fútbol es la idea de la espera: siempre se espera el domingo, un gol, un destello, un remate, y esa espera se prolonga domingo a domingo como una esperanza renovada.
La obra de Alejandro Cortés también nace de la fotografía y de la citada noche de junio de 2007. En los últimos tiempos trabaja mucho sobre la superficie de los espejos, y aquí vuelve a hacerlo en un díptico, un tríptico y en un cuadro suelto. A Cortés, zaragocista invencible, le atraen los jugadores, el júbilo de los goles, el colorido y algunos elementos casi simbólicos: el estadio, las redes, los escudos, la luz de la fiesta. El espectador, al asomarse a sus obras, las modifica y pasa a ser un cómplice del equipo, un invitado especial al partido. Raúl Clemente alterna la música y el vídeo, y aquí se enfrenta con una cámara de fotos a un espacio que tenía muy a mano: el Museo del Real Zaragoza de Monzón, que pertenece a su familia. Elabora una pieza que presenta la cartelería, los banderines, las camisetas, las fotos, los balones. Y finalmente, como si hiciera una inmersión en el tiempo, repasa los recortes de prensa que acumula y ordena su padre desde los años 60. Los balones van y vienen entre las imágenes como un alegre contrapunto. Guzmán de Yarza realiza una especie de falso documental sobre un conjunto de fútbol sala. Equipo patrocinado con fines artísticos tiene mucho de ironía y de broma, pero también es una realización seria sobre un puñado de jugadores que se dedican a otra cosa y que encuentran en el fútbol relax, camaradería, divertimento y una nueva forma de intensidad.
Javier Solchaga destaca por la imaginación de sus figuras. En su trayectoria conviven el escultor, el miniaturista, el amanuense y mago de los objetos, y el dibujante. Aquí ha realizado un campo de fútbol en un lance concreto: el saque de una falta, ese instante de peligro y delirio en que un jugador intenta superar la barrera para alojar el balón en la red. La pieza constituye su primer acercamiento al fútbol. Bernal, siguiendo la estética de sus viñetas y el gran conocimiento que tiene del Real Zaragoza, se imagina la Vida de un zaragocista con su peculiar estilo y su personalísimo sentido del humor, que se concentra aquí en un inesperado y delicioso final.La ilustradora y pintora Ana Lóbez realiza una composición de nueve obras en acrílico sobre lienzo está muy emparentada con su trabajo, repleto de color, de aroma naïf, pero siempre vibrante y sugestivo. El negro y oro de los legendarios “avispas” del Iberia aparece una y otra vez en estos acrílicos sobre lienzo. Bajo la dirección de Isabel Biscarri, cuatro estudiantes de la Escuela Superior de Diseño de Aragón han desarrollado un juego de cartas con sus comodines. Combinan diseño, caricatura, ilustración y fotografía, y se centran en cuatro conjuntos. David Mazagatos realiza “los Magníficos” de 1966; Ana Mestre homenajea a “los héroes de París”, a aquellos futbolistas que vencieron en la final de la Recopa con el golazo de Nayim; José Antonio Pérez usa las figuras de futbolín para retratar a los campeones de la Copa del Rey en Montjuic, y Jorge López Chocarro opta por el equipo de 2006-2007 que se clasificó para la UEFA. Oscar Sanmartín Vargas, con su poética tan sugerente y compleja, construye un diorama que tiene forma de campo de fútbol y que se superpone al plano de una ciudad. Ahí, coloca a los jugadores, o las chapas con cuerpo de avispa, en una estrategia de figuras y de símbolos. El fútbol puede ser un avispero de sentimientos, un picotazo de emoción. El Real Zaragoza lleva el nombre de una ciudad y proyecta en el viento el eco de sus socios, de sus aficionados, el sueño de las victorias, la nobleza de un buen estilo.
El músico Gonzalo Arruego, uno de los promotores del proyecto poético, fotográfico y musical AnimAMusicae, ha creado la banda sonora de la muestra, en colaboración estrecha con Pilar Irala. El título de la pieza ya lo dice todo: “Once metros”. Una cifra mágica del fútbol, esa pasión perpetua que tanto se parece a la vida. El escritor Osvaldo Soriano probó que la convivencia entre fútbol y literatura era posible. Estos creadores también demuestran que el arte y el fútbol no están tan lejos.
2 comentarios
bernal -
Una exposición increíble. Sin duda, un golazo por toda la escuadra.
Un saludo, Antón.
Blanca -