EL TAXISTA ABDELAZIZ
Abdelaziz hacía pensar en Morgan Freeman en “Paseando a Miss Daisy”: moreno, con bigote y el pelo blanco. Nos vino a buscar al aeropuerto de Casablanca con su Mercedes claro y nos llevó a la ciudad. Era la una de la mañana y hablamos con él lo justo. Luego, de regreso, farfullamos en francés y nos íbamos enterando de cosas: hablaba de su familia de cuatro hijos, de la ciudad, del país. Y de repente, metió la mano en el salpicadero y sacó una cinta. Y de golpe empezó a sonar Serrat: Mediterráneo, Lucía, Esas pequeñas cosas, nena, qué va a ser de ti, Pueblo blanco. Abdelaziz estaba feliz y nosotros más. Mucho más.
Nos contó que hacía muchos años había llevado a Serrat de viaje por Marruecos: Casablanca, Xaouen, Marraquech, Tánger, Fez, Tetuán. Había sido un viaje inolvidable. El cantante, de regreso a Barcelona, le mandó una cinta de cassette. La que nosotros íbamos oyendo. Quizá nunca fui tan feliz con Serrat, y ya es decir... Abdelaziz dijo que Serrat sabía cumplir sus promesas y que, probablemente, fuera su cantante favorito.
4 comentarios
Luisa -
Antonio -
justo antes de irse a dormir.
¡Abrazos! ¡Buen descanso!
Blanca -
Besos Antón. ;)
Magda -
Qué lindo lo que cuentas de Serrat, el taxista, la cinta, y ustedes siendo felices. Un poema...
Un abrazo para ti.