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Antón Castro

PASEO POR LA CIUDAD, EL AMOR Y EL ARTE

PASEO POR LA CIUDAD, EL AMOR Y EL ARTE

La realizadora Teresa Lázaro vivió más de una década en Huesca. Allí, en la productora de Eugenio Monesma, aprendió a mirar y a contar en imágenes. El pasado sábado, cuando una leve lluvia de oro caía sobre la ciudad, dijo: “Me encanta esta ciudad. Es un lugar chulo para vivir”. Y evocó, ante la entrada al parque, los hermosos años del aprendizaje, la calma, la sensación de familiaridad, la transparencia de un sol que se alza cosido al cielo y a la montaña como un guardián tutelar y luminoso, una bañera y una terraza. El viernes fue un día de rutas artísticas: la tarde empezó en el Casino, que parece varado en una atmósfera ideal, de juegos y tertulias y resignación inexorable ante el tiempo que fluye. Y luego ya vino la exposición de Alberto Carrera Blecua, ese artista oscense que retorna 20 años después de “El viaje”, donde jugó con las estaciones, con las plazas, con la imaginación del pasajero hacia el monte o el llano. Su exposición es, de entrada, el manifiesto rotundo de alguien que cree en la pintura. Que cree en el lienzo o en la tabla como lugar donde se manufacturan los sentimientos, las tentativas, la búsqueda y el dolor. El enredo de la creación.

Carrera Blecua es un artista hondo, intuitivo y laborioso, es el pintor abstracto que disfruta con la materia (óleo, acrílico, ceras, arenas, resinas, pigmentos...) y que se embadurna las manos y el alma hasta obtener un cuadro. Sus obras en la Diputación de Huesca son de gran formato, por lo regular, y en ellas logra tensión, una dimensión telúrica, realiza un homenaje explícito a la tierra, obtiene pastosidades y texturas que sustentan el arte de pintar. Carrera Blecua es un artista impetuoso, apasionado del color, informalista. Pieza a pieza, con desgarro y delectación, logra crear una partitura de tonos y relieves, un volcán en llamas que a veces recuerda a Barceló, a José María Sicilia o a Tàpies, en esa paleta de afinidades azarosas que es la creación.

La ruta sigue ante la exposición de José Niebla en el Palacio de Villahermosa. El artista nacido en Tetuán es un buen profesional: domina el oficio, el color, posee un mundo y tiene a fragmentar los cuadros en dos partes complementarias o acaso antagónicas: una más expresionista y suelta, y otra más minuciosa y ordenada. En ambas late el caliente corazón de África, en ambas fluye la luz terrosa de la tierra, el diálogo del desierto y la selva.

Fernando Alvira Banzo ha estudiado muy bien la figura de León Abadías, el pintor oscense que realizó los techos del establecimiento La Confianza. Me encanta ese lugar: entrar un instante, oler el bacalao seco, el chocolate con avellana o almendra, las especias que esparcen una perfume de tentación. Bajamos al sótano, a la gran bodega de más de un centenar de vinos oscenses. Todo un festín de aromas, de botellas, de nombres y de diseño gráfico. Allí se concentra, en perfecto recogimiento, la modernidad, un antiguo ritual y la enología.

Conozco tanto a Pepe Cerdá que no es fácil que me deslumbre ya. En La Carbonería de María Jesús Buil contemplo su exposición de acuarelas. Son las mejores que le he visto nunca. Las más refinadas de color, las más límpidas de ejecución, las más sugerentes en la forma y en el paisaje, las más novedosas en suavidad y poema. Pepe rinde homenaje a sus paisajes de Villamayor y de los Pirineos, sale al encuentro de Hopper y de David Hockney, se traslada a un ámbito oriental, casi a la manera de Hokusai, y logra atardeceres de puro fuego, de crepúsculo desvanecido. Cerdá, ese narrador que pinta y ese pintor que practica el escepticismo y el humor, es mejor aún cuando es más lírico.

Ya en la calle de nuevo, Fernando Alvira señala una casa y recuerda que desde su terraza el pintor Félix Lafuente pintó una extraordinaria visión de Huesca, con manchas de nieve en los montes. Acaba el viernes en la librería Anónima. Luis Lles, el sabio de músicas, busca un libro para su padre. Ricardo García Prats parece encontrar el suyo: “La voz y el olvido” de José María Azpíroz.

*He tomado esta foto del blog paisajes viajados de Fernando Alvira.

1 comentario

Pepe Cerdá -

Muchas gracias mi querido Antón. Hoy he comido con Felix y he estado a punto de verte, pero se me ha hecho tarde.
Te reitero mis gracias; mi querido Stajanov de los ingenios.
Pepe.