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Antón Castro

HISTORIA DE LA BELLA OTERO

HISTORIA DE LA BELLA OTERO

Hija de una mujer soltera, más mendicante que otra cosa, y de un paragüero remendón, Agustina Iglesias Otero fue la principal creadora de su mito: en cuanto alcanzó algo de fama y entrevió que podía volar, con su notable belleza de 93,53,92, aprovechó cada entrevista para fabricarse una leyenda. Se inspiraba en las crónicas de sucesos y en los relatos más o menos sangrientos, para construir una infancia difícil y a la vez atractiva. Le gustaba decir que había nacido en Cádiz, y que de ahí derivaba su temida furia española; los franceses --apasionados por la Carmen de Merimée y Bizet, por la hermosa morena magnificada por los viajeros románticos que descubrían un país virgen-- divulgaron de ella "una imagen racial de guitarra y pandereta, de toreros, de gitanos, de sangre", entre otras cosas porque a la joven Agustina, más tarde Carolina Otero a secas, insistía en ello en las memorias que dictó a Madame Valmont en 1926, traducidas en España por Joaquín Belda.        

La Bella Otero adornó una y otra vez su destino con amantes, fugas y compañías de titiriteros. No hubiera sido necesario: su hermosura siempre la delató a pesar de viajar de aquí para allá --en la fuente, en la campía, en medio de la noche perfumada de la Galicia--, en el cuerpo endeble de una pordiosera, nacida en Valga (Pontevedra) en noviembre de 1868. Testimonios de conocidos de entonces lo dejan claro: "La muchacha posee una hermosura diabólica que atrae hasta a la Santa Compaña y ella lo sabe", anotó una de de sus biógrafas. El violento zapatero Venancio Romero el Conainas se percató de ello y no paró hasta que la sorprendió en una encrucijada y la violó brutalmente cuando tenía diez años. Ese episodio le produjo la esterilidad y un descrédito social que la llevó al éxodo. Recuperada tras una larga convalecencia, se marchó a Pontevedra, donde se prostituyó y bailó en alguna taberna, hasta que huyó con un cómico ambulante de los muchos que había en la España de fin de siglo. Entonces apareció en escena su primer amor, Ramón Coll; más tarde, reapareció en la Costa Azul --"haciéndose amar en algunos tugurios de la zona"--, y será la figura del empresario Ernest André Jungers quien la convirtiese en estrella.
         Felizmente casado, se quedó paralizado por su carne clara, su pelo undoso y su personalidad. Se convirtió en su amante y encauzó su vocación: le contrató un profesor de música y canto, Bellini, que jamás creyó en sus cualidades, y una compañía a su servicio que le permitiese bailar jotas o tanguillos y que acompañase su discreta voz.

Jurgens, que poseía un sexto sentido del markéting y que entendía como nadie La Belle Époque y su estética del gozo de vivir, fue construyendo un mito, concentrando la atención sobre la belleza exótica de la "andaluza", hizo correr ríos de tinta acerca de ella en esos ambientes refinados donde era tan importante jugar al golf o las reuniones sociales como la presencia de las demi--mondaines, o mujeres horizontales, esas amantes de postín que daban tanto prestigio como una esposa de alcurnia. La Bella Otero, consciente de su atracción, solía decir: "Que a un caballero lo vean conmigo aumenta su reputación y le clasifica como un hombre inmensamente rico". El primero de octubre de 1890, debutó en Nueva York, en el Eden Musée, tras un recibimiento real con carruajes y gran expectación.
        

Jurgens la trató como una reina --sugirió que era hija ilegítima de la emperatriz Eugenia pero también una condesa andaluza-- y logró una gran acogida. Había perdido la cabeza y no se resistía a ninguno de los caprichos de la ambiciosa dama. Ella le era infiel con otros hombres y le reprochaba que fuese tan celoso. Volvieron a Europa, y aunque le costó triunfar en París, Bruselas o Berlín, a partir de 1892 sus éxitos se repetían allá donde iba. Su pasión por las joyas crecía día tras día, y a sus numerosos enamorados les sacaba grandes cantidades de dinero y, especialmente, pedrerías magníficas. La muerte de Jurgens --se suicidó con el gas, arruinado y desesperado por la indiferencia de la cantante y bailarina-- y el rosario de muertos de amor que le siguieron, le trajeron el sobrenombre de La Sirena de los Suicidas. Parecía rodearle un halo de malditismo, aunque algunos desesperados ni siquiera la conocían. Quizá la más terrible fue la historia del joven Edmond, que se arrojó ante su carruaje diciéndole "Te doy lo único que tengo: mi vida".
        

Rica y famosa, bella y maldita, su nombre y su figura atraían a todo el mundo. Alberto de Mónaco, que le regaló un collar de perlas de ocho vueltas, Leopoldo de Bélgica o el káiser Guillermo de Alemania rivalizaron por sus favores. Carmen Posadas recogía en el libro que le dedicó la conjetura de que Alfonso XIII aprendió a amar en sus brazos. De carácter indomable, vehemente, segura de sí misma y fría, tal vez no conoció el auténtico amor, aunque alguna vez fue definida como puro fuego, "su cuerpo frágil parece una bellísima serpiente", se dijo. En una atmósfera tan libertina como la de entonces, el juego fue otra debilidad y el principio de su ruina. Dicen que llegó a poseer más de 68.000 millones de pesetas, y todos los dilapidó. Se retiró en vísperas de 1914, y acabó malviviendo en una modesta habitación en Niza, donde falleció en 1965. Antes había adquirido una tumba para esperar la inmortalidad.
 

7 comentarios

donato -

a tua cona e a mais bonitiña do mundo,coidala moito e nos la afeites nunca

ester -

Me parece un personaje fascinante. Nuestra primera gran actriz internacional como muy bien habéis dicho y sin embargo, en España no se la ha dado la importancia ni el reconocimiento merecido. ¿Alguien sabe en qué calle vivió en Niza?.

jose -

una mujer impresionante y muy inteligente

Africa -

Por que no le han dado más relevancia a esta mujer, es la primera actriz internacional de nuestro pais y no se la considera demasiado al fin y al cabo hizo de su vida exactamente lo mismo que hacen las actrices de esta época, es más, por lo menos sus amantes eran Reales.

Blanca -

Siempre me ha atraido la figura de la Bella Otero. Tengo que comprarme ese libro. Tiene muy buena pinta. ;)

Sonia -

El libro de Carmen es una joya, además de estar muy bien documentado como tú dices, en él la autora se arriesga y no se conforma con hacer una biografía a secas sino que novela la historia tan novelera de la vida de este personaje que supo sacar ventaja de su dolor y del espisodio más oscuro de su vida. El capitulo final es una pasada. Así que quien esté interesado en este personaje no debe perderse este libro.

Carmen -

He intentando dejar un comentario hace un rato pero me ha sido imposible.

Quería decir que estuve leyendo el libro de Carmen Posadas y me pareció bien documentado.
Sé que Antena 3 realizó una miniserie sobre la vida de La Bella Otero basada precisamente en el libro de dicha autora, pero todavía no he podido verla, ni siquiera sé si tuvo buenas críticas o no en su día.

Saludos