PAULINA LAVISTA Y SALVADOR ELIZONDO*
Me acosté anoche con varios libros en la mano:
“España” (DVD), de Manuel Vilas, que es un libro como los suyos anteriores, “Magia” y “Zeta”, novelas híbridas, hechas de elementos muy heterogéneos y a menudo obsesivos (Kafka, Fidel Castro, Zaragoza, la música rock, etc.), que proponen un discurso abrupto, imaginativo y transgresor, muy en la línea de la narración collage en la que tan bien se mueve el autor de “Resurrección”. Tiene momentos especialmente brillantes, de una atmósfera especial, de una inusitada evocación urbana.
Otro libro que he hojeado es “Tu nombre. Palabras de amor” (Almuzara) de Jordi Nadal, que es un libro de prosa poética, de pensamientos, de autoayuda, un libro en dos partes, o dos relatos sin demasiado argumento en un único libro, con una escritura en corto, ajustada y rotunda, llena de sensibilidad y de poesía. Los títulos de los capítulos son muy sugerentes: “Autopista de noche”, “Me ilumino de inmenso” (citando a Ungaretti), “El abrazo del sol”, o “Conducir de noche con música coral”; el texto –que tiene algo de antídoto contra la prisa, de talismán contra el vértigo de vivir sin amor- no se ajusta del todo a ese epígrafe luego. Es un libro para lectores reflexivos, a los que les gusten las frases que tienen casi una fórmula oculta o visible para vivir mejor. “Crecer era recibir un día la bofetada del silencio y de la soledad”. Álex Rovira, el coautor de “El laberinto de la felicidad”, escribe: “El libro más conmovedor que he leído en mucho tiempo”.
También leí algunos artículos y reseñas de la revista “Letras libres”. Por pura casualidad en el artículo de Paulina Lavista, fotógrafa y esposa del escritor mexicano Salvador Elizondo, que escribió más de 30.000 páginas de diarios desde 1945 hasta su muerte en 2006. Ella se enamoró de él cuando contaba doce años, lo vio con una esposa y con una amante, y finalmente unieron sus vidas hacia 1968. Paulina no leyó los diarios hasta después de muerto Salvador Elizondo, descubrió algunas infidelidades (es muy elegante al decirlo: “Me llevé, debo admitir, sorpresas por cierta infidelidades con mujeres, que hoy miro más con objetividad que con resentimiento, pues entiendo que le eran irresistibles y que es mejor enterarme ahora que entonces pues entonces andaba yo tomando fotografías por el mundo y nunca me enteré de nada. La verdad sea dicha, nunca faltó una noche a casa”), y descubrió sobre todo la pulsión de un narrador auténtico. El retrato de Elizondo es emocionante, tan emocionante como lo debió ser la vida de ambos, cuyos secretos se alzan entre las páginas con una inusitada fuerza.
*Paulina Lavista (México DF, 1945) es fotógrafa y se ha especializado en realizar estupendas fotos de desnudos. La foto que cuelgo aquí es un retrato de Ofelia Medina, tomado en 1974, en un descanso del espectáculo “Mambo del sax”. Conocía muy poco a Paulina y a su marido, y ahora siento una gran curiosidad.
**Salvador Elizondo fue traductor de Joyce (con Proust el escritor que más le marcó), Georges Bataille y Thomas de Quincey, entre otros. Realizó una película Apocalypse 1900, “una obra de arte secreta” y es autor de títulos como Farabeuf, El hipogeo secreto y Teoría del infierno en 1965. En un homenaje que se le hizo hace poco, uno de los ponentes lo comparó con Borges y lo definió como “una de las sensibilidades más asombrosas de la historia de México”.
***No he podido colgar el post, que escribí esta mañana porque no ha funcionado en todo el día el sistema.
8 comentarios
Alejandro Herdocia -
HILDA ALEMAN ALVAREZ -
rogelio andrés -
http://salvadorelizondo-vogue.blogspot.com
Hay que redescubrir a Elizondo en México, hay que rescatarlo, es muy bueno.
Magda -
Por favor, disculpa por lo de Borges, pero me cae tan pesadito que no puedo disimularlo (esto, ajeno a su obra, por supuesto. Su misoginia nunca la he soportado).
Un abrazo.
De Antón -
Magda -
Magda -
Te dejo este video por si algun dia tienes un tiempo y gustas escucharlo:
http://mx.youtube.com/watch?v=06V4hBzsXps
Un abrazo
Magda -
Coniocí a Salvador Elizondo hace algunos años en un Congreso en Puebla, era realmente un lujo hablar con él, y ya ni se diga escucharlo.