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Antón Castro

ADIÓS A CHARLTON HESTON

ADIÓS A CHARLTON HESTON

[Semblanza y biografía de Charlton Heston, uno de los actores que más me gustaba de niño, me recordaba mucho a mi padre, que publica Fernando Alonso Barahona, en El Semana Digital. Durante mucho tiempo mi película favorita de él fue Cuando ruge la marabunta con Eleanor Parker, una película de la que se habla en la novela Naturaleza infiel (RBA) de Cristina Grande. Charlton Heston visitó Aragón en 1989 para realizar una serie sobre la ópera, hablaba un poco español, visitó, entre otros lugares, San Juan de la Peña, la Aljafería, en concreto la Torre del Trovador, y el patio de la Infanta. Estuvo muy amable con los periodistas y evocó, entre otras cosas, el rodaje de “El Cid”, la playa de Peñíscola y la belleza deslumbrante de Sofía Loren. Una de las últimas películas suyas que he visto ha sido El tormento y el éxtasis, donde encarnaba a Miguel Ángel Buonarrotti.]  

Es bien sabido que las leyendas nunca mueren, que los artistas perviven en sus obras y que los hombres de fe saben que la esperanza permanece en la vida eterna.
Charlton Heston, nacido en Evanston (Illinois) el 4 de octubre de 1923, ha fallecido en Los Ángeles el 6 de abril de 2008, a los 84 años. Algunas fuentes señalan 1924 como su fecha de nacimiento, pero yo le envié mis dos libros biográficos: Charlton Heston(CILEH, 1992) y Charlton Heston, la épica de un héroe (Eiunsa, 1999) y no corrigió el dato de 1923 en la correspondencia que he tenido el honor de mantener con él desde 1994 hasta la fecha.

Heston es una leyenda del cine con un puñado de obras maestras en su haber que han pasado a la historia del Séptimo Arte: leyenda, icono de varias generaciones y un actor de cine y teatro extraordinario... como bien supo ver su admirado Orson Welles, quien un día le proclamó capacidad para convertirse en el mejor actor norteamericano de la segunda mitad del siglo XX.

Y Charlton Heston era un hombre de fe, y en su despedida pública con ocasión de su anuncio de que padecía la enfermedad de Alzheimer, en agosto de 2002 (aunque su ultima aparición pública data de octubre de 2003 en una entrevista en la televisión), pidió a sus admiradores que le recordáramos con alegría porque su vida había sido larga, plena y fecunda.


De la guerra al Oscar
Charlton Heston se casó con Lydia Clarke, su única mujer, en 1944, con tan sólo veinte años, para partir al Pacífico, donde combatió con el ejército norteamericano. A su regreso trabajó duro en el teatro y en la entonces naciente televisión. En 1950 la Paramount le dio la oportunidad de debutar en el cine profesional con Ciudad en sombras (Dark city) de William Dieterle. La gran trayectoria de su vida había comenzado.
Heston destacó en melodramas como Pasión bajo la niebla (Ruby Gentry, 1952) del gran King Vidor, westerns como Pony Express de George Marshall u Hoguera de odios (Arrowhead) de Charles M. Warren, amén de ese clásico del cine de aventuras que es Cuando ruge la marabunta (The naked jungle, 1953) de Byron Haskin.

Pero tal vez nunca hubiera logrado el máximo estrellato de no ser por el mítico Cecil B. de Mille, quien le seleccionó siendo apenas conocido en 1952 para El mayor espectáculo del mundo (The greatest show on earth), Oscar a la mejor película, y en 1955 para la monumental Los Diez Mandamientos (The Ten Commandments). Su papel de Moisés en esta gigantesca obra maestra estrenada en 1956, que ha cruzado épocas y generaciones sin perder un ápice de su atractivo, le hubiera garantizado por sí mismo un lugar en la historia.

Dos décadas de gloria
Pero la carrera de Charlton Heston acababa de entrar en su período de gloria: Horizontes de grandeza (The big Country, 1957) de William Wyler; Sed de mal (Touch of evil, 1958), la obra maestra de Orson Welles, que pudo filmarse gracias al empeño personal del actor, Misterio en el barco perdido (The wreck of Mary Deare, 1959) de Michael Anderson, al lado de Gary Cooper; y el punto culminante, la colosal Ben Hur de William Wyler, galardonada con once Oscars en 1959 (entre ellos el del propio Heston) y que es junto a Los Diez Mandamientos y El Cid una de las mejores películas jamás filmadas. Sam Bronston le llamó para la mencionada y fabulosa El Cid (1961), a la que siguió 55 días en Pekín (55 days at Peking) de Nicholas Ray.

Con su rostro pétreo, su mirada penetrante y un carisma a flor de piel, Heston –modelado en el teatro de Shakespeare y en los grandes clásicos a los que volvía de vez en cuando sobre las tablas– era el intérprete ideal para el cine épico.

Y junto a su galería de Moisés, Judah ben Hur o Rodrigo Díaz de Vivar, compuso excelentes creaciones: Miguel Ángel en El tormento y el éxtasis (The agony and the ecstasy, 1965) de Carol Reed; San Juan Bautista: La historia más grande jamás contada (The greatest story ever told, 1966) de George Stevens; Richelieu: Los tres mosqueteros de Richard Lester; Enrique VIII: El príncipe y el mendigo de Richard Fleischer; o Santo Tomás Moro: El poder del triunfo, dirigida por él mismo.

En la década de los sesenta fue el artífice de la puesta en marcha de obras maestras como El señor de la guerra (The war Lord, 1966) de Franklin J. Schaffner, Mayor Dundee (1965) de Sam Peckinpah y Will Penny (1967) de Tom Gries, una de sus mejores interpretaciones, como un vaquero rudo y analfabeto.

Pero su nueva inyección de gloria llegó con la mítica El planeta de los simios (Planet of the apes, 1968) de Franklin J. Schaffner, cuya escena final ante la Estatua de la Libertad es una de las imágenes del siglo XX.
 
Y en el nuevo género de la ciencia-ficción: El último hombre vivo (The omega man, 1970) de Boris Sagal, Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, 1973) de Richard Fleischer… a los que siguieron historias de catástrofes como la popular Terremoto (Earthquake, 1974) de Mark Robson o bélicas como La batalla de Midway (Midway, 1976) de Jack Smight.

Los últimos años
Charlton Heston, gran amante de España (como recoge en sus memorias), hablaba español con cierta pericia y junto a su época con Bronston, rodó en España en régimen de coproducción la entrañable La selva blanca (1972) de Ken Annakin, y su primera película como director, la magnífica y muy personal adaptación de Shakespeare Marco Antonio y Cleopatra (Anthony and Cleopatra, 1972).

El teatro, la televisión (la serie Los Colby o Camino de Santiago en 1999, producción española de Antena 3) o una nueva película como director (Duelo en las profundidades, [Mother Lode], 1982) jalonan su trayectoria, que en la última época va ligada a su propia productora, la Aggamennon Films. Con ella y con su hijo Fraser como socio pone en marcha una interesante serie de películas que fueron distribuidas en televisión por cable (algunas además se estrenaron en cine): La isla del tesoro (Treasure island) de Fraser Heston en 1989, El poder del triunfo (su propia versión de Un hombre para la eternidad) dirigida por el propio Heston en 1988 y Compromiso sangriento (Crucifer of blood) de Fraser, donde encarna a Sherlock Holmes, en 1990.

No faltaron ilustres cameos en sus ultimas apariciones como Mentiras arriesgadas de James Cameron, con Schwarzenegger, su colaboración en el Hamlet de Kenneth Brannagh, o la nueva versión de El planeta de los simios dirigida por Tim Burton. Y una película postrera aún sin estrenar, la producción independiente Rue Alguem 555 (2002) de Egidio Eronico, donde da vida a Josef Mengele.

Claros compromisos públicos
Charlton Heston tiene dos hijos, el ya mencionado Fraser, nacido en 1955 (y que fue el Moisés bebe en la película de De Mille) y Holly Ann, adoptada, nacida en 1961.
Junto a su labor artística, Heston, uno de los actores más cultos de Hollywood, se involucró en multitud de actividades sociales, culturales y políticas. Estuvo al lado de su amigo Martin Luther King en la marcha por los derechos civiles, presidió el sindicato de actores y desde 1999 a 2003 fue el presidente de la Asociación Nacional del Rifle, que defiende la segunda enmienda de la Constitución americana (el derecho a llevar armas).

Charlton Heston escribió dos libros de memorias y dos excelentes ensayos sobre pensamiento conservador: To be man: Letters to my grandson y The courage to be free. Durante muchos años apoyó a los candidatos presidenciales demócratas (aunque en el resto de elecciones legislativas votaba indistintamente republicanos y demócratas)... hasta 1972, año en el que la deriva izquierdista de George McGovern le llevó a votar a Richard Nixon. A partir de ahí Heston fue un firme apoyo en las campañas de Ronald Reagan, George H. Bush o George W. Bush.


Charlton Heston representa en la historia del cine –y en la propia imaginería del siglo XX– la imagen del héroe clásico, del hombre esforzado con capacidad de liderazgo que podía conducir al pueblo de Israel en Los Diez Mandamientos o a sus fieles ejércitos en El Cid. Pero era asimismo un extraordinario actor, no siempre reconocido, y un hombre con el valor suficiente como para expresar su pensamiento, aunque fuera políticamente incorrecto. Junto a John Wayne y Gary Cooper fue el más grande de todos.

O mejor dicho, lo sigue siendo, porque sus películas, como las leyendas, permanecerán en la actualidad, al menos mientras siga existiendo el cine.

*Ramón Menéndez Pidal con Anthony Mann y Charlton Hestobn, durante el rodaje de El Cid.

  

5 comentarios

jesus manuel garcia -

Fue sin duda uno de los actores mas grande de la historia del cine.

Nora -

Gracias por esta buena biografia. Y tambien por la foto con Menedez Pidal, no la conocia, excelente!

Ricardo Ortega Apráez -

Su imágen, profesionalismo y don de gentes Ch. Heston en sus interpretaciones "adornó, inspiró y se volvio un gigante en mi imaginación de niño... Como Moisés, Judah Ben Hur y en especial El Cid Campeador Charton H. fué un gigante. Mi admiración eterna!

Blanca -

No era santo de mi devoción dada su pasión por las armas de fuego, pero era un gran actor e imagino que gran persona. Descanse en paz.

Magda -

Charlton Heston, uno de los actores consagrados. Me encantó verlo en Hamlet, en El planeta de los simios, Los diez mandamientos, Los cuatro mosqueteros, Un hombre para la eternidad y etc., etc.

Cierto Antón, las leyendas nunca mueren...