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Antón Castro

MEMORIA DE MANUEL MARÍN SANCHO

MEMORIA DE MANUEL MARÍN SANCHO

La historia de Iñigo Manuel Marín Sancho (1899-1936) resulta conmovedora. Su primogénita María Luisa, nacida en 1927, dice: “Su muerte fue una canallada. Sigo queriendo a mi padre con locura. Nos llevaba a todas partes: al boxeo al Monumental, al teatro, yo conocí muy bien el mundo de las tablas entre bastidores. A veces nos contaba cuentos, y nos traía juguetes, incluso pupitres plegables”. Su hijo Basilio, que conserva muchos de los cuadros y esculturas que le regalaron los más importantes artistas aragoneses de la preguerra a su progenitor, revela: “Yo tengo recuerdos más bien difusos. En 1933, nos trasladamos a Barcelona porque mi padre empezó a dar clases en el Instituto Salmerón. Recuerdo que era un apasionado de la música clásica: tocaba la viola y solíamos ir con mi madre a los conciertos que daba con la orquesta sinfónica. Vivimos allí hasta 1936, en que fue fusilado. Nosotros, mi madre, mi tía Vicenta, mis hermanas María Luisa y Teresa y yo regresamos a Zaragoza a principios de julio, y mi padre lo hizo en vísperas de la Guerra Civil”. Tras el estallido de la contienda, Manuel Marín Sancho, que pertenecía a la logia Constancia 16, no tardó en ser detenido. Lo soltaron a los pocos días, aunque debía pasar prácticamente a diario “por las dos checas que había en el Coso, una era de requetés y otra de la Falange. A finales de septiembre, lo encerraron en Torrero y finalmente, la noche del uno de diciembre fue fusilado por su condición de masón. Mi padre era republicano, creía que la forma ideal de gobierno era la República, pero tampoco era un hombre que se hubiera significado de manera radical”. José Antonio Ferrer Benimelli en su libro “La masonería en Aragón” narra la detención y la ejecución de Manuel Marín Sancho, que era periodista, dramaturgo, crítico de arte y de literatura, archivero, paleógrafo. Las razones de la muerte eran tan precisas como falsas: “Fractura de cráneo y hemorragia interna”. Con él, en aquellos meses, fueron abatidos, entre otros muchos, los médicos Moisés y José Miguel Alcrudo, Andrés Cobo San Emeterio, el arquitecto Francisco Albiñana. 
 

Los dos hermanos aseguran que se “enteraron de todo”. María Luisa recuerda que le escribían y le mandaban dibujos de casitas a la cárcel, “algunas eran copiadas. El dibujo se me daba muy bien”. La familia entonces no tenía casa propia; vivía en un gran caserón de la plaza de Sas que era de la tía María, hermana del periodista, y del tío Gregorio, un agricultor con muchas tierras. “Ambos fueron nuestros padrinos. Mi madre se quedó con una exigua pensión por la condición d e mi padre de archivero del Ayuntamiento de Zaragoza, donde trabajó con Manuel Abizanda Broto. Y nada fue fácil. La casa tenía más de veinte habitaciones. Salimos adelante gracias a mis padrinos”.

         Basilio inicia un auténtico viaje en el tiempo. Su padre nació en Zaragoza en 1899, en el seno de una familia de clase media que se dedicaba a la construcción de instrumentos musicales: guitarras, laúdes, bandurrias; el artesano le regaló una guitarra a Alfonso XIII, que lo recibió en palacio, y además presentó magníficas piezas en uno de los pabellones de la Exposición Hispano-Francesa. Manuel Marín Sancho era el menor de cinco hermanos. Siempre sintió inquietudes intelectuales y con el paso de los años, tras licenciarse en Filosofía y Letras y haber estado episódicamente en la guerra de África, “mi padre veía fatal, y en cuanto se dieron cuenta lo devolvieron a España”, entró a trabajar en “El Noticiero”, que dirigía José María Sánchez Ventura, se vincularía con el Centro Naturista Helios, llegó a ser su segundo presidente, y desplegó una actividad increíble: fue director de revistas como “Aragón” del SIPA, en 1929 coordinó un número donde publicó a los más importantes artistas plásticos, todos los números de “Amanecer” y varios de “Relieves”, e incluso llegó a fundar el efímero diario “Independencia”.

         Uno de sus amigos de entonces era el periodista y escritor Andrés Ruiz Castillo, que lo definió como “una auténtica revolución que llegó a fundar Prensa Ebro, una agencia de publicidad”. “Mi padre poseía un gran sentido del humor, siempre sonreía. Era alegre y confiado”. Redactó algunas piezas teatrales, entre ellas “El tapiz” (1928), basado en las pinturas de Goya, y sobre todo escribió el libreto de la ópera “Igual que hermanicos. Estampas aragonesas. Zarzuela en tres actos”, que se estrenó el cuatro de enero de 1934 en el Teatro Principal con música de Luis Aula, que también dirigió la Orquesta Sinfónica de Zaragoza. El crítico Pablo Cistué de Castro dijo que “Manuel Sancho Marín ha hecho un libro de zarzuela tan documentado y de tal honradez que se aleja del tipo a que la generalidad de los libretistas nos han acostumbrado”. Decía que la obra aborda “los amores de dos mozos a una misma moza”, y elogiaba al tenor Faustino Arregui, a la actriz y cantante Sélica Pérez Carpio y al “formidable actor cómico” Eduardo Marcén.  

         En casa de Basilio Marín Ferrer hay obras de Honorio García Condoy, de Ansuátegui, de Bayo Marín, grandes amigos del periodista y escritor fusilado. Hace poco, el profesor madrileño Francisco Galera le mandó el expediente de su padre, y en medio había una copia que ha activado la memoria y el dolor: el Jefe Superior de Policía de Zaragoza mandó una carta a la cárcel de Torrero para que soltasen al meteorólogo Odón San Emeterio y a Manuel Marín Sancho. La carta estaba firmada el 30 de noviembre, pero no llegó a su destino. Esa misma noche ambos, con otros muchos, fueron ejecutados.

*Preparo una amplia selección de mis trabajos a lo largo de 20 años sobre personajes zaragozanos o vinculados con Zaragoza. Uno de los que figurará en ese cuaderno en marcha será Manuel Marín Sancho, texto que recupero ahora. La foto corresponde al Coso, a la altura del Teatro Principal.

1 comentario

CM -

Saludos, ante todo felicitarte por el excelente trabajo. Escribo este comentario para consultarte por cualquier información que me pueda permitir encontrar algún descendiente vivo de Manuel Marin Sancho.

Estamos haciendo un estudio de los Hermanos fusilados en la Guerra Civil para hacerles un homenaje en breve, y con respecto a Manuel Marín, solo sabemos que su hijo Basilio, tuvo una hija llamada Patricia.

Muchas gracias.