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Antón Castro

UN POEMA DE JUAN GELMAN

UN POEMA DE JUAN GELMAN

María la sirvienta

 

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,

era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,

pero lo importante fue que en la valija le encontraron

un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

 

Qué manera era esa de pecar de pecar,

decían las señoras acostumbradas a la discreción

y en señal de horror levantaban las cejas

con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

 

Los señores meditaron rápidamente sobre los peligros

de la prostitución o de la falta de prostitución,

rememoraban sus hazañas con chiruzas diversas

y decían severos: desde luego querida.

 

En la comisaría fueron decentes con ella,

sólo la manosearon de sargento para arriba,

pero María se ocupaba de soñar,

los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia de lágrimas.

 

Había mucha gente desagradada con María

por su manera de empaquetar los resultados del amor

y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia

o por lo menos francamente la haría menos bruta.

 

Aquella noche las señoras y señores se perfumaban

con ardor

pero el niño que decía la verdad,

por el niño que era puro,

por el que era tierno,

por el bueno, en fin,

por todos los niños muertos que cargaban en las valijas

del alma

y empezaron a heder súbitamente

mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.

 

(Gotán)

 

*Foto de Juan Gelman, Premio Cervantes de 2007. Se le ve más natural así: sin chaqué.

4 comentarios

Antonio -

¡Versos cosidos a punzados!
¡Que fuerza disfrazada de apatía!
¡Que maestría tras la aparente sencillez!
¡Me ha encantado releer este poema de Gelman!
¡Abrazos grandes!

Magda -

"Ausencia de amor", Juan Gelman

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.

Magda -

Gelman aun no lo sabe, pero, junto con Kertész y dos más, vive aqui conmigo en casa. Son mis hombres admirados y amados.

Antonio Serrano Cueto -

Llego a tu blog desde mis Silenos y me encuentro con esta joya hiriente de Gelman. Gracias. Me voy con el regusto amargo de los dos últimos versos... Pero seguiré visitándote.