DÍA DE AGOBIOS Y PRISA, NOCHE DEL MANCHESTER
He llevado un día especialmente ajetreado. Por la mañana, tomé algunas notas sobre un libro de Lorenzo Silva, El Derecho en la obra de Kafka (Rey Lear), y otro de Mariano de Cavia, seleccioné algunas citas, y luego me fui a la Universidad San Jorge a participar en un seminario sobre Periodismo y Literatura, en el que intervenían Jorge Rodríguez Rodríguez, un colombiano sabio, que igual cita a periodistas olvidados de Latinoamérica que a Jon Lee Anderson, Gabriel García Márquez, Hemingway o Truman Capote. Narró deliciosas historias de los cuenteros de Colombia, refirió algunas anécdotas de El amor en los tiempos del cólera; María Angulo ha preparado, con María del Rosario Leal Bonmatí, la edición crítica de Azotes y Galeras de Mariano de Cavia con alrededor de 500 notas. Llegué tarde a su ponencia, pero comparó –invitada por los alumnos- a Cavia con Larra, y salió ganando el aragonés por su filosofía, por su vitalidad y por su ironía exenta de amargura, amén de otros valores literarios. Larra, por otra parte, se borró de la vida demasiado joven por sus pugnas de amor y desamor con Dolores Armijo.
Luego hablé yo un rato. Más de media hora. De mis recortes de As Color y Mundo Deportivo (tenía que haber dicho el diario Dicen y glosar al maestro Juan José Castillo de Luna, aquel de “Entró, entró…”, que tanto me marcó de adolescente), hablé del descubrimiento de los artículos de García Márquez, que publicaba los miércoles en El País, recogidos luego en Notas de prensa y Textos costeños, y hablé de otros autores capitales para mí como Manuel Vicent (soy periodista porque leí y seguí su Inventario de otoño, un proyecto maravilloso que yo repetí años después en Memorias de otoño: jamás olvidaré sus entrevistas a Marija Mallo, Pedro Sáinz Rodríguez, Luis Calvo, Gabriel Celaya, Juan Mordó, Gil Albert o la impresionante de Laxeiro, que fue barbero de feria en su juventud, mi doble Antón Castro de Muxía tiene un excelente libro sobre él), de Umbral, de González Ruano, y hablé por supuesto de este blog. Lo más bello fue que los chavales me preguntaron sin parar de todo. Y fue emocionante. Al final, tras una preciosa entrevista de tres muchachas, un alumno me preguntó por el intrusismo en la profesión y otro grupo de chicas me dijeron que tenían un blog informativo y muy cuidado sobre sexo. En la Universidad San Jorge trabaja ahora la estupenda y apasionada periodista Nerea Vadillo, que prepara un libro sobre los 25 años del ITA y trabajó durante algunos años intensamente en El Siete de Aragón.
Había quedado a comer con Jesús Egido, el espléndido editor de Rey Lear, con Antonio Ibáñez (un excelente periodista, biógrafo además de Miguel Labordeta), y con algunos amigos más, pero me fue imposible: faltaban por cerrar algunas páginas de Artes & Letras. Luego tuve que salir a una cita para la Expo y me encontré con Susana Vacas y fui a ver su preciosa tienda-galería La Libreta de los dibujos. Me encantó el sitio, las obras de arte, el mimo, la variedad de contenidos, el cuidado de los pequeños formatos de Lina Vila, Paco García Barcos, Isidro Ferrer, Pilar Martínez Carnicer, Miguel Ángel Ortiz Albero (algunas piezas, por cierto, son estupendas), ella y Carlos Yagüe me enseñaron la bodega, la mesa donde se conserva al calor de buenos caldos aragoneses y del mundo, y de un puñado de figuras que allí, en ese contexto, resultan entre evocadoras, kistch o inverosímiles: esculturas, bustos y rostros de Lenin, Mao Tse Tung, Mussolini. Son piezas de un coleccionista en distintos materiales y les han encontrado allí un acomodo pintoresco. Allí, gracias a la gentileza de Pilar Manrique y Vicki Calavia, grabé un poema de Fernando Sanmartín.
Me encontré un instante con Ángela Labordeta y Santiago del Campo. Ángela acaba de publicar una nueva novela en Xordica, Sin hablar con nadie (esta noche habla de ella en Borradores) donde narra la historia de una amistad entre dos mujeres, Catalina y Matilde, en un lugar más o menos imaginario que se llama Alto de Aranda. Y me vine a casa. Era casi la hora del partido. Yo iba con el Manchester. El choque estuvo muy igualado: en la primera parte, a medida que avanzaban los minutos, el Manchester se mostraba superior y más imaginativo: mandaba por la derecha Hargreaves y por la izquierda la chulesca calidad, el vertiginoso ritmo y la capacidad de desborde de Cristiano Ronaldo, que es un futbolista de una clase increíble. Marcó Ronaldo, tras una jugada muy elaborada entre el titán Paul Scholes, ensangrentado ayer como los héroes del fútbol primitivo, y West Brown: este centró de rosca, a contrapié y con la izquierda, y Ronaldo se alzó por los aires, exhibió el canon del remate de cabeza y batió a Cech. El Manchester se hizo acreedor a más goles, pero al final, en una de esos golpes de suerte del Chelsea, marcó Lampard, que había estado casi fuera de combate. O desaparecido. Los mejores de la primera parte fueron Hargreaves y Ronaldo, muy superior al resto en control, regate, crédito e imaginación; por los azules, seguramente Essien, al que desplazan a la banda derecha, cuando en el medio tiene algo de ciclón incontenible, de gladiador furioso que arrasa con casi todo. Y así nació el gol y algunas de las mejores ocasiones del Chelsea.
En la segunda parte empezó dominando el Chelsea. Se adueñó del choque, fabricó algunas buenas jugadas; a medida que avanzaba el partido, el Manchester se vino arriba. La prórroga fue emocionante, y al final ganó a los penaltis el equipo de Sir Alex Ferguson. El árbitro no favoreció a los azules en absoluto, expulsó sin demasiado fundamento a Drogba, que solo tuvo un gesto casi letal de los suyos. En los penaltis, Van der Sar detuvo el séptimo disparó a Anelka y ahí se dirimió el choque; antes había marcado mi idolatrado Ryan Giggs. Y antes, con todo a favor, el capitán John Terry (que me recueda mucho al actor Ricardo Joven) falló el disparo que les habría dato el título Fue un partido de poder a poder, de equipos un poco romos, mal construidos en el fondo o construidos como tanques, sin director de juego, con poca imaginación (el Chelsea es un equipo que apabulla sin inteligencia; el Manchester carece de un cerebro y se entrega a la genialidad y a la constancia de sus puntas, por cierto ayer Rooney ni estuvo ni se le esperaba), pero el choque fue apasionante, intenso, de estupendos momentos.
En el Manchester, se echa en falta a un creador de juego como el inolvidable Roy Keane.
*Cristiano Ronaldo falló su penalti y eso estuvo a punto de costarle el título a su equipo. Así celebró su espléndido gol. La foto es de Adrien Dennis.
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