ADIÓS A ZÉLIA GATTAI, EL AMOR DE JORGE AMADO
Durante algunos años, en mis casas de alquiler de Urrea de Gaén y de La Iglesuela del Cid, tuve recortada una foto de Jorge Amado y de su mujer, la dulce Zélia Gattai, que acaba de fallecer a los 91 años. El escritor, con quien vivió casi 60 años de ininterrumpido e incesante amor, le dijo siempre que escribiera las cosas sencillas que había vivido, especialmente en su infancia. Y así Zélia se convirtió en una estupenda memorialista, se inició en la escritura con Anarquistas, gracias a Dios (1979), y luego publicó novelas, cuentos infantiles, recuerdos de su marido y de sus años de fértil convivencia.
Colgué aquella foto porque era la foto de dos seres felices. Sonrientes, cómplices, apasionados, que amaban la vida y que amaban su lugar en el mundo: Bahía.
Contaba cosas muy bonitas, que recordaba ayer Juan Arias en El País. “Jorge Amado siempre me decía: ‘Al posar por primera vez los ojos sobre ti, mi corazón disparó”.
Cuando el autor de Gabriela murió, ella colgó una foto gigante de Jorge Amado, y dijo: “Es como si estuviese guiñando un ojo”.
Con aquella foto, la de Zélia y Jorge Amado, me ocurría como con la reproducción de un cuadro de Rembrandt, La novia judía, que tuve algunos años en una buhardilla de la calle Las Armas 138: me conmovían, me intrigaban, me hacían husmear con insistencia en el enigma de las relaciones humanas. Zélia, en apariencia, a primera vista, era una mujer extraordinaria. Sus cenizas han sido esparcidas en el jardín de la casa en la que vivió con Jorge Amado.
1 comentario
Luisa -
Besitos