MURIÓ CORNELL CAPA, FOTÓGRAFO, ALBACEA Y HERMANO DE ROBERT
Por Alfonso ARMADA
Nacido en Hungría en la sombría primavera de 1918, cuando la Primera Guerra Mundial daba sus últimos coletazos, toda la vida de Cornell Capa ha estado oscurecida por el resplandor del más famoso fotógrafo de guerra, su hermano Robert, para quien acaso acuñó además el término «fotógrafo comprometido». Entrevistado por este diario en el Centro Internacional de la Fotografía, que Cornell fundó en 1974 y dirigió durante dos décadas, esgrimió una elegante explicación para la carrera de Robert y, en cierto modo, para la suya propia: «El húngaro es un idioma que sólo sirve para vivir en Hungría. Por eso buscó un lenguaje con el que pudiera comunicarse con todo el mundo. Por eso la cámara fotográfica ha sido inventada para los húngaros, porque la cámara es una lengua universal».
Aunque hoy no habrá ninguna nota necrológica que deje de señalar su condición de hermano de Robert Capa, sería injusto no sólo elidir sus propios méritos como reportero, sino uno de los rasgos más celebrados por sus amigos y colaboradores: su generosidad. Regaló al museo Reina Sofía de Madrid 205 fotografías tomadas por su hermano durante la Guerra Civil española. «Un genio es un genio», declaró a ABC en un Nueva York fotografiado por la nieve hace nueve años. Si ser hijo de un padre famoso no es fácil, cómo se sobrelleva ser hermano de alguien mítico: «Cuando tu hermano es alguien fantástico y generoso no resulta nada difícil», a lo que remachó Robert Whelan, biógrafo del Capa que ha pasado a la historia de la fotografía, presente en aquella entrevista: «Robert Capa hubiera sido olvidado hace mucho tiempo si no hubiera sido por su hermano».
Gran fotógrafo y humanista
Cuando contaba 18 años, abandonó Hungría y se unió en París a su hermano para trabajar en el mismo oficio. Pero mientras Robert cubría la contienda civil española -donde tomaría la archiconocida, y controvertida, foto de la muerte de un miliciano-, Cornell se fue a Nueva York. Allí se incorporó al laboratorio de una revista que haría de la fotografía un emblema: «Life». Tras servir en la Fuerza Aérea estadounidense, Cornell ascendió al elenco de reporteros gráficos. Fotos suyas fueron portada del semanario, retratos de figuras como Jack Paar (estrella de la radio y la televisión americanas) o Clark Gable. «Escuela de ballet del Bolshoi», una elegante perspectiva de bailarinas en un paso de baile es una de sus tomas emblemáticas que se ha salvado de los estragos del tiempo.
A la muerte de su hermano (reventado por una mina que tuvo la mala fortuna de pisar cuando cubría los prolegómenos de la guerra del Vietnam), Cornell se integró en la agencia Magnum, que Robert Capa había contribuido a fundar. Allí destacaron sus trabajos en la Unión Soviética o su cobertura de la Guerra de los Seis Días. También brilló la serie que tomó para «Life» de la campaña presidencial de John Fitzgerald Kennedy en 1960. Con estrellas de Magnum, como Cartier-Bresson y Elliot Erwitt, publicó un libro sobre los cien primeros días de la presidencia de JFK.
«El mundo ha perdido a un gran fotógrafo y a un gran humanista. El mundo de la fotografía ha perdido a su mejor amigo», declaró ayer Willis E. Hartshorn, director del prestigioso Centro Internacional de la Fotografía. «Sus propias fotografías a lo largo de toda su vida permanecieron fieles a esa misión», a la idea del fotógrafo comprometido con su tiempo, se leía ayer en un homenaje difundido desde Nueva York por el ICP. «No es que no quisiera ir a las guerras, es que le hubiera gustado no tener que ir. Mi hermano no era un fotógrafo de guerra. Mi hermano fotografiaba cómo la guerra afecta a la gente y cómo la gente mantiene su dignidad bajo las bombas».
Así evocó a Robert Capa su hermano Cornell un día en blanco y negro en Nueva York. Y era como si estuviera hablando de sí mismo.
*Este artículo lo publicó el espléndido corresponsal de guerra y viajero Alfonso Armada en el diario ABC. Armada, además, es dramaturgo. La foto es de Petr Trusk.
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