LOS ESCRITORES: A PROPÓSITO DE RUIZ ZAFÓN
[Hace unos días, El País publicaba una entrevista de Carles Geli con Carlos Ruiz Zafón a doble página. Las declaraciones de Ruiz Zafón, aquejado del mal de la vanidad y del menosprecio general hacia los demás escritores, han suscitado este artículo de Daniel Gascón en su blog.]
Algunos escritores dicen que no tienen amigos escritores y que viven al margen del mundo literario. Los periodistas culturales copian sus declaraciones con entusiasmo, y en los perfiles destacan esa soledad como si tuviera algún valor. Si no existiera el mundo literario -o el "circo literario" y a veces directamente "cenáculos", que suena todavía peor por su final escatológico- esos periodistas tendrían que dedicarse a vender cds piratas.
Ese aislamiento casi nunca es cierto, y por otra parte no constituye ninguna virtud: que un autor lo reivindique suele ser un indicador negativo. He pasado con escritores muchos de los momentos más felices de mí vida y me parece bastante normal que un escritor tenga amigos que se dediquen al mismo oficio. Todas las profesiones generan afinidades, y además la literatura es una gran conversación. Uno siempre escribe solo, pero con los demás descubre cosas de libros que ha leído y conoce otros que no ha leído, aprende cómo escriben los otros y en qué cosas se fijan, se ríe y tiene más ideas para escribir otras cosas. Además, los escritores no compiten entre sí: que otro autor sea leído beneficia a todos. Estar solo conduce a la amargura, al egocentrismo y a la locura, y en cambio los amores, las amistades y las enemistades literarias han ayudado a que existan obras maravillosas.
Hay millones de ejemplos. Uno de los más famosos es el de Ezra Pound, que pulió La tierra baldía de T. S. Eliot. Vargas Llosa se peleó con García Márquez, pero antes le dedicó una tesis doctoral. La amistad de Borges y Bioy Casares enriqueció los libros que escribieron juntos y por separado. En el entierro de Saul Bellow Philip Roth empezó a pensar en Elegía, y años antes una chica de la que él había estado enamorado se había terminado casando con el autor de Las aventuras de Augie March. Me encantan las cartas que recoge Italo Calvino en Los libros de los otros. Me gusta estar con escritores, y que los escritores que me gustan tengan amigos escritores: me gusta que Christopher Hitchens le haya dedicado Dios no es bueno a Ian McEwan, o que defendiera a Salman Rushdie cuando los integristas islámicos lo condenaron a muerte, y los católicos y los relativistas culturales exigían respeto para los fanáticos. O que Ignacio Martínez de Pisón utilice en Dientes de leche una historia que le contó Félix Romeo. E incluso me gustan los encuentros frustrados de escritores. Por ejemplo, a Chéjov le impresionó la defensa de Dreyfuss que hizo Émile Zola, e inició una campaña contra el antisemitismo que le trajo muchos problemas, pero cuando se conocieron apenas pudieron cruzar unas palabras porque no tenían un idioma común.
Esos escritores que se aíslan se presentan como una especie en extinción. Algunos, como Goytisolo, se siguen considerando marginales (aunque cada dos semanas el diario más vendido les deje que exhiban su supuesto ostracismo en página impar) y exiliados (aunque curiosamente se refugien de una democracia en un país con muchas menos libertades). Otros, como el otro día Carlos Ruiz Zafón, dicen que no hay "nada en ese mundo" que pueda interesarles, y que el talento está en otra parte:
"El 99% de la mejor narrativa que se hace hoy, de la literatura de calidad, de la gente profesional sin pretensiones ni pedantería ni pose, de la que de verdad sabe construir personajes e historias, o sea, de los que de verdad saben escribir, está en la televisión o en el cine, pero sobre todo en la primera. Gente con ambición, oficio y talento ya prácticamente no está trabajando en literatura. Ésta se ha convertido en un gueto de mediocridad, de aburrimiento, de pretensión y de pose. (...) La televisión es hoy el equivalente a las cuadras de Shakespeare"
No sé si no consigo interpretar la última frase, si hay un error de transcripción del periodista -a lo mejor pensando en "corrala", que habría sido incorrecto en cualquier caso- o si es una de las pocas frases verdaderamente originales que ha acuñado el novelista. Pero el párrafo que he citado es triste por varias razones: es falso, porque en la literatura, en el cine y en la televisión se hacen muchas cosas horribles y algunas maravillosas, todas distintas entre sí; porque esas formas de exclusión no son excluyentes, y, aunque los medios audiovisuales tengan un poder narrativo impresionante, también hay muchos lugares a los que llegan mejor las palabras.
También es un comentario demagógico que busca halagar a algunos lectores de Zafón que no consumen habitualmente literatura: que no se preocupen, no se pierden nada. No sólo prácticamente toda la literatura es mala y aburrida, sino que también es pretenciosa, y se aleja de las buenas gentes. Según el autor de La sombra del viento, ha conquistado el aprecio de los lectores porque "están muy por delante del comentario oficial de la crítica, ese búnker de los años setenta que se ha quedado clavado y al que la gente le ha pasado por encima. Cualquier lector tiene ahora una cultura cinematográfica, televisiva, del cómic o de la fotografía". Puede que me equivoque, pero me parece que la mayoría de los críticos literarios en activo comparten esa cultura y pueden interpretar esas referencias y ese modo de contar. El cine tiene más de cien años. No hay muchos críticos en activo que superen su edad y la literatura asume elementos de la forma de narrar del cine desde hace décadas.
Pero lo peor es que, leyendo la entrevista (donde el novelista habla bien de un colega estadounidense), uno tiene la sensación de que ni siquiera un éxito tan extraordinario como el de Zafón anula el resentimiento o la amargura. Un hombre que ha vendido 12 millones de ejemplares se alegra de que desaparezcan las librerías pequeñas y "esnobs" (que enlaza en el imaginario con pretensión y pose), y gasta mucha energía en intentar eliminar a sus posibles competidores.
Si Zafón siguiera siendo guionista, quizás diría que el talento está en la novela o los videojuegos. Los escritores que afirman que el 99% de la literatura es basura siempre se incluyen a sí mismos en el 1% restante. Al leer lo que dice Zafón sobre 40 años de dictadura y 30 de democracia en su ciudad, con todas sus vidas y comedias y conflictos y tragedias ("Desde la Guerra Civil, en Barcelona no ha pasado nada particularmente interesante en ningún aspecto, y desde hace unos años, cero absoluto"), uno tiene la sensación de que cuando algunos autores afirman que no les interesa relacionarse con otros escritores, tampoco les interesa mucho todo lo demás: lo único que les importa es lo que hacen ellos.
*La fotografía de Carlos Ruiz Zafón pertenece al archivo de El país que se halla en internet.
6 comentarios
Niggerman -
Rosario -
Como cuando pillo casualmente "Amar en tiempos revueltos" me cuesta despegarme, pero no mueve dentro de mi lo más mínimo. Un producto diseñado con cuidado para un público. Sin duda, algo de la TV cuando la apagas, cierras el libro y otra cosa, mariposa.
Extraviado -
May -
Blanca -
Ha dejado de serlo por razones obvias y pido mil perdones por haber alabado su obra. Que triste es leer cosas de ese tipo. ¿Que tiene en esa cabeza?
Entonces... ¿por qué no deja de escribir? Cuanta hipocresía.
Solo puedo asegurar entonces que nosotros somos privilegiados por conocerte, que nos regalas tanto todos los dias y compartes con nosotros tanta maravilla.
Un beso grande,
no cambies..!!!
Bk
Joaquín -
Es increíble cómo el éxito envilece y no enriquece...
Saludos
Joaquín