CYD CHARISSE: MUERE LA DIOSA DE LAS LARGAS PIERNAS
Quizá sea una estupidez lo que voy a decir: descubrí a Cyd Charisse en “Chicago, años 30”, una espléndida película de Nicholas Ray, interpretada por un oscuro Robert Tayler y por una actriz que encarnaba a una bailarina elegante, casi siempre vestida de rojo o con maillot de leopardo, que era Cyd Charisse. Me deslumbró su belleza, su hondura, su intensidad y, cómo no, el hermoso e interminable par de piernas. Acaso las más bellas, entre las conocidas, del cine. Las aseguró en 1962 por una cantidad superior a la de Betty Grable e ingresó en el libro Guinnes. Nunca me pareció tan guapa Cyd Charisse, que combinaba el candor y el erotismo en sus actuaciones. La película es de 1958, y ella tenía 37 años. Aún estaba en su esplendor. Cinco o seis años antes había rodado dos de sus mejores películas: “Cantando bajo la lluvia” y “Melodías de Broadway”. E incluso “Brigadoon”, que fue un fracaso comercial, pero tanto ella como su partenaire Gene Kelly eran lo mejor de la película.
Juraría que vi aquella película –cuyo título original era “Party girl”- en “Qué grande es el cine”, un ciclo que ofreció, sobre todo en sus comienzos, películas deslumbrantes y poco conocidas como “El bazar de las sorpresas”, “Tres camaradas” o “Chicago, años 30”.
Cyd Charisse, en realidad Tula Ellice Finklea nada menos, nació en Texas el 8 de marzo de 1921 y con varios seudónimos rusos participó en los ballets de Diaghilev. En 1939 se cruzó con el profesor de danza Nico Charisse, con quien se casaría tres años más tarde. Casi una década después se casó con el cantante Tony Martin, con quien llegó a escribir una autobiografía conjunta: Nosotros dos. Fue una actriz y bailarina que dio la réplica perfecta a Gene Kelly o a Fred Astaire y que trabajo con grandes directores como Rouben Maumolian, el ya citado Nicholas Ray, Vincent Minnelli, con quien hizo una película diferente: “Dos semanas en otras ciudad”, junto a Kirk Douglas. Minelli la retrató como “una diosa de elegancia al danzar”.
Fred Astaire dijo de ella: “Bailar con Cyd es una experiencia inolvidable. Cuando lo has hecho, ella se queda en tus brazos para siempre”.
Utilizó distintos nombres a lo largo de su carrera: Natacha Tulaelis, Fidelia Siderova y también María Istomina, en una época en la que trabajaba con Michael Fokin y Leónicas Massine. Lo cual me hace pensar en que fue una bailarina bellísima, refinada y sensual con heterónimos.
4 comentarios
Blanca -
Otro sublime post como tantos otros con los que nos ilustras y culturizas los días.
Besos grandes de colores Antón!! :D
Emilio -
Por cierto, tengo un par de fotos de la torre del agua que me gustaría enviarte. Una de ellas está en una entrada de escalambrujos.
Un abrazo.
Inde -
Yo sólo la he visto en "Cantando bajo la lluvia" (eso sí, muchas veces) y siempre me pregunto qué es lo que llevaría a la productora de la película, o a quien tuviera la capacidad de decidir sobre ello, a poner como protagonista y "partenaire" de Gene Kelly a Debbie Reynolds en lugar de a ella. La Reynolds era guapa pero de una belleza un tanto cateta; actuando, una ñoña; y bailando y cantando... bueno, siempre se dice que tuvieron que enseñarle a hacer ambas cosas para esa película.
Sin embargo, Cyd Charisse... quizá es que tenía (y sería curioso dado el tema de la película en cuestión) una voz horrible; pero, en todo lo demás, le daba cien vueltas a la Reynolds. Su forma de bailar, su belleza, su presencia... buf, la parte donde ella aparece es una maravilla.
Abrazos, Antón.
(Por cierto, ¿sabes que Julia ha preguntado hoy por ti?)
Rafael Castillejo -