NATALIO BAYO: LA NOVELA VISUAL DEL GRABADOR
En la historia del arte el grabado ocupa un lugar fundamental. No posee la brillantez de la pintura ni está tan considerado como la escultura, pero tiene personalidad, es un auténtico campo de pruebas en el que se logran matices, cromatismo, hondura y acaso gravedad. Una caligrafía distinta de la intensidad. La historia del grabado posee su propio carácter y unos logros estéticos indiscutibles: Durero, Rembrandt, Goya y Picasso, por citar algunos nombres incuestionables, son extraordinarios grabadores. Y entre nosotros ocupan un lugar eminente Manuel Lahoz, acaso el más goyesco de todos, Mariano Rubio, Pascual Blanco y Maite Ubide; de los jóvenes, uno de los más poderosos y constantes artesanos del ácido es el joven Mariano Castillo. En esta nómina figura con fulgor propio, sin duda alguna, Natalio Bayo, que concentra en su trazo y en su imaginación en perpetuo tránsito la condición de ilustrador, de pintor y de grabador.
Natalio Bayo ha realizado numerosos libros de artista y en la mayoría ha usado las distintas suertes del grabado. De entrada, cabría decir que Natalio Bayo se halla cómodo, deleitosamente feliz, con el tórculo y el mordisco paulatino de los líquidos. El grabado le ha permitido realizar experimentos, ingresar en el campo de la bibliofilia por la puerta grande, le ha permitido realizar algo más que una obra complementaria: ha abordado todos los temas, ha ahondado en el mundo del mito y del bestiario, ha realizado glosas y acercamientos a pintores y escritores (desde Braulio Foz y Labordeta a Manuel Mújica Láinez, pongamos por caso), y obtiene siempre piezas personales, elaboradas con un mimo especial, con la lenta manufactura de los sueños.
Esta muestra en la Galería Finestra es un compendio de asuntos de Natalio: su encuentro con Goya y sus caprichos, su mirada hacia los personajes renacentistas, hacia sus obispos y cardenales y caballeros a los que les nace como una enramada en la cabeza, sus historias de amor y de animales, los caballos y la épica del jinete, las mujeres tan sugerentes como turbadoras, los interiores oníricos. El arte de Bayo posee un relato, una historia, un puente hacia el mito; quizá por ello, cada una de sus exposiciones, de pintura o de grabado, tienen algo de novela contada. De novela visual que Natalio se cuenta y nos cuenta con un deslizamiento hacia la magia y la leyenda.
*Esta imagen de Natalio Bayo, del año 2000, no es un grabado: es una pintura de su acercamiento al pop art. Se titula “Idilio del músico de jazz y la geisha”. El pintor inauguró ayer por la tarde una exposición de sus grabados en la galería Finestra, que dirige Ana Gil.
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