LA ESPAÑA QUE TE CUENTO: NOTAS DE MADRID
El pasado lunes, en el hotel Kafka de Madrid (que dirige Eduardo Vilas), se presentó el libro colectivo La España que te cuento (El Funambulista), un libro colectivo que ha coordinado José Ovejero. Estuvieron presentes Mercedes Cebrián, de la que había leído dos libros de Caballo de Troya, Luis G. Martín, al que conocí como lector con un libro que me fascinó y que aún me fascina: Los oscuros (Alfaguara, 1990. Luego su carrera no ha hecho más que agigantarse con títulos como El alma del erizo o Los amores confiados) y el propio Ovejero, viajero, ex intérprete, narrador y acaso poeta secreto. Le tengo un cariño especial a Ovejero por una razón un tanto egocéntrica o de gratitud (casi todos los escritores tenemos la sensación de ser invisibles): hace algunos años le preguntaron por los libros de relatos que más le habían interesado en los últimos veinte años, creo recordar, y dijo que le había gustado mucho El testamento de amor de Patricio Julve (Destino, 1995, y 2000), mi primer libro en el sello catalán, que quizá sea mi libro favorito con Golpes de mar y con Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados. Desde hace algún tiempo, El testamento es un libro prácticamente inencontrable.
Cuando pensó en este proyecto, Ovejero había leído Golpes de mar y seleccionó de inmediato para hablar de la ausencia, de formas de vida marinera, de la dureza del mar (en la línea de Aldecoa, dice), “Cartas de domingo al más allá”, la historia de la familia de un percebeiro que decide no olvidarlo y recordarlo de formas muy distintas. Ovejero habló de lo que había pretendido con el libro, glosó distintos relatos, recordó cómo le había sorprendido el de Cristina Grande, vinculado con los paisajes monegrinos de la Guerra Civil, o subrayó que no estaba seguro que su concepto de identidad coincidiese con el de Vila-Matas, pero que le entusiasmaban esos textos. Y contó, por ejemplo, acerca de la historia de amor homosexual que narra Luisgé Martín que hace algunos años esa narración hubiera estado empapada por un sentimiento de culpa o por una suerte de ostentación, si viniéramos más hacia aquí, pero que ahora era simplemente una historia de amor sin más, contada con naturalidad y sin complejos.
Luisgé Martín me contó que durante muchos años había venido a Zaragoza: sus padres tenían unos amigos aquí y pasaban siempre varios días, por eso Zaragoza era una ciudad especial para él. Y además, recordó, en Zaragoza, en la librería bar Cinemascopas, de Marta Sanuy y Carmen París, presentó su primer libro: Los oscuros, que suscitó muy buenas reseñas y una excelente acogida crítica.
Mercedes Cebrián hizo muy buenas migas de inmediato con el joven poeta y residente (en la Residencia de Estudiantes) que es Juan Marqués, un maravilloso anfitrión en Madrid. Siempre hacemos un amplio y jugoso recorrido de exposiciones, bares y librerías. Mercedes, que asistió a los cursos de Daroca como clavecinista durante varios años, está conmovida por el libro Ropa tendida (Xordica, 2007) de Eva Puyo. Dijo que le había gustado muchísimo. Fue la primera en irse.
José Ovejero congregó a su numeroso club de fans y el acto estuvo bien. Se pusieron fragmentos de los textos que leemos los autores. Estuvo en el acto el narrador Emilio Gavilanes, autor de libros como La primera aventura y El bosque perdido, aparecidos en Seis Barral en 1991 y 2000 respectivamente. Llegué a la presentación con una sensación de gozo absoluto: acababa de ver, con Juan Marqués, la extraordinaria exposición de Alphonse Mucha en CaixaForum, un artista impresionante del Art Noveau que poseía mano para los carteles, los cuadros, la fotografía, el diseño gráfico, y propuestas escenográficas de un increíble nivel. Por la noche, dormí en la habitación 335 de la Residencia: por la ventana, recortada por un arco, entraba una luna casi llena y se mecía blandamente la fronda de un abeto…
*Esta es la foto mía que aparece en el libro y que tomó en su estudio de grabación de Navacerrada el fotógrafo Guillermo Shelley.
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Blanca -