LA MEJOR PINTORA DE FLORES DEL MUNDO
Flora era la mejor pintora de flores del mundo. Era tanta su precisión en el trazo, tan perfecta la elección de sus colores que la gente a veces creía estar contemplando flores reales. Flora pintaba flores en cada estación, en cada hora del día y en cada país que conocía. Viajaba para conocer otros tipos de flores y así poder retratarlos. Era tan alto su arte que la gente se acercaba a sus cuadros y no daba crédito a tanto realismo. Y se la conocía por su excentricidad a la hora de preparar sus exposiciones y mostrar sus cuadros. Su respeto por las flores era tanto que sólo exponía sus cuadros durante un tiempo, después desaparecían y nadie sabe donde se encontraban. Ella decía: Los cuadros como las flores, se marchitan con el tiempo. Y la gente se quedaba boquiabierta. Si es que parece tener tres dimensiones ese ramillete de de lilas, decían. Es más, decían otros, estas rosas huelen como si estuviesen en el rosal. Y Flora sonreía satisfecha porque toda su vida sólo había querido pintar flores.
Hasta que un día dejó de sonreír. Un niño que correteaba por una exposición seguido de su madre que le recriminaba su mal comportamiento tropezó contra uno de los cuadros y cayó al suelo. Entonces la gente contempló cómo las flores se esparcían por el suelo. “Oh, es increíble, las flores han cobrado vida, qué grande es Flora”, dijo un seguidor de la pintora. Pero el resto se dio cuenta del fraude. Flora no era una gran pintora de flores, lo único que hacía era enmarcar las flores que iba encontrando a lo largo del mundo. Por eso sólo mostraba sus supuestas pinturas durante un tiempo y después ya no se sabía nada más de ellas, porque las flores reales se marchitaban. El desenmascaramiento del arte de Flora fue todo un escándalo. Se la insultó en los periódicos, se la retiró de los museos y en el mundo del arte se la conoció como “La gran impostora”. Flora parecía estar relegada al olvido y a la vergüenza, hasta que un periodista entrevistó al niño que tropezó sobre el cuadro que destapó el fraude.
Cuando el periodista le preguntó si estaba orgulloso de ser la persona responsable de que Flora ya no engañase a la gente con sus creaciones, el niño respondió que no, porque no comprendía por qué a la pintora ya no le dejaban exponer, ya que le parecía maravilloso lo que ella hacía. “Ya, pero era mentira”, dijo el entrevistador. “¿Y eso qué importa? Si esas flores nos hacían tan felices.” dijo el niño. Y a partir de ese día Flora volvió a exponer y ya a nadie le importaba que las flores fuesen pintadas o reales.
[El canibalibro es uno de los mejores blogs de ilustración y narración. Copio este precioso texto y esta ilustración de Daniel y Óscar. Una maravilla.]
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Javier -
Martín Bolívar -