RÍO ABAJO / URUGUAY EN EL CORAZÓN. 6
Acaba de ser el día de Uruguay en la Expo 2008 y a Manuel Martín Mormeneo siempre le gusta recordar que él fue bautizado por poderes en Montevideo. Allí vivían y trabajaban sus padrinos: Mercedes, que había sido lavandera a jornal y cantante aficionada de copla, y Antonio, un gran conocedor de caballos. Habían partido a esa ciudad siguiendo el rastro de un tío suyo, Generoso Verdía, que poseía un negocio de panaderías. Y allí, lentamente, con sus dos hijas, Maluca y Mariela, pugnaban por hacer las Américas. Cuando nació Martín, en un tibio agosto de sol y lloviznas, en un escondido pueblo de Galicia, sus padres recibieron un telegrama. “Ese niño será nuestro ahijado y debe llamarse Manuel o Martín”. El propio sacerdote, don Avelino, que iba y venía de aldea en aldea con su motoreta de muelles, una Lambretta chispeante, les devolvió el telegrama, con un mensaje escueto. “Lo bautizamos el seis de septiembre, a las doce”. Según le han dicho luego, el cura gallego y el cura uruguayo hicieron coincidir el ritual, más o menos, cabe suponer, y Manuel Martín Mormeneo contrajo un parentesco inevitable con Uruguay. Cada año, el día de su santo o el de cumpleaños, recibía un regalo: una armónica, una pluma, un chaquetón de marinero y una bola del mundo, con una flecha luminosa que indicaba donde estaba Montevideo, que se convirtió para él en un lugar mítico. Sus padrinos regresaron cinco o seis años más tarde, y lo primero que hicieron fue regalarle una yegua. “Se llama Charrúa”, le dijo Antonio, aquel hombre con los ojos acuosos de añoranza. Por eso y por otras muchas cosas, Manuel Martín Mormeneo se siente un uruguayo más. Desde hace años, recoge libros, discos, carteles, pequeñas historias de ese país, y figuras como Horacio Quiroga, Mario Benedetti, Felisberto Hernández, Daniel Viglietti o Jorge Drexler son como miembros de la familia. O, sencillamente, sus ídolos. Un día, hace no demasiado tiempo, un fotógrafo madrileño le mandó un regalo inesperado: “Mira: un compadrito se te adelantó. Jorge Drexler se ha ennoviado con Leonor Watling”. Entonces nadie lo sabía. Y aún tardaría en saberse. De ese secreto derivaba también una inmensa admiración por el ex médico y ahora cantante. Martín Mormeneo, en primera fila, le aplaudió a rabiar en la Plaza Aragón.
*Este texto de la serie Río abajo, protagonizado por el fotógrafo gallego Manuel Martín Mormeneo, apareció ayer en las páginas de la Expo de Heraldo de Aragón. El gran Pablo Ferrer, un sabio absoluto de las músicas del mundo, con muy buen gusto, lo tituló: Un país con nombre de río. Compruebo que en mis archivos tenía este título nada original: Uruguay en el corazón.
2 comentarios
De Antón -
Manuel Martín Mormeneo es un personaje con su propia biografía, como habrás podido ver hoy de nuevo en heraldo.
Mi correo más fácil es antoncastro_1@hotmail.com
Mil gracias por tus comentarios y visitas y me encantaría recibir ese material. Soy, como Martín Mormeneo, un fanático de Uruguay. Un abrazo. Anón
Sergio Navarro -
La vida, siguiendo una de las frases lapidarias de 21 gramos, está llena de casualidades. En tu artículo me permito tutearte, en la certeza de que siendo lector diario de tu blog no lo tomarás como una descortesía- de Heraldo de ayer, jueves, aludías a Manuel Martín Mormeneo y su vinculación, afectiva, irracional y pasional con Uruguay. Y, casualidades de la vida, ayer hojeaba unas revistas editadas en 1928 cuando me topé con un reportaje que me encantaría regalarle a este amigo tuyo. De hecho, antes de molestarte he tratado, en estos tiempos de móviles e incomunicación, de localizar su teléfono en las páginas blancas: craso esfuerzo. Desconozco dónde puede residir, cómo localizarle y te escribía por si podías, vulgarmente, echarme un cable, o bien hacerte llegar a ti el documento para que tú se lo traslades. Está dedicado a la victoria de la selección uruguaya de fútbol en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam. No tiene valor económico pero soy un sentimental de otras historias, latitudes, de esta tierra nuestra que me enamora y roba el alma- y supongo que le hará tanta ilusión recibirlo como a mí regalárselo.
Y te dejo por hoy mientras susurra a mi oído mi también admiradísimo Jorge Drexler. En un futuro próximo me gustaría charlar contigo, invitarte a un cafecito y hablarte de mi pasión secreta pero pública- por la Semana Santa zaragozana y por la cultura aragonesa: estoy inmerso en la creación de un nuevo sello editorial, tras fallidos intentos anteriores, y me gustaría hacerte alguna propuesta. De momento, felicísimo mes de agosto y ojalá a Martín le emocionen esas páginas. Y gracias, de corazón, por unir a gentes tan variadas como somos tus fieles lectores.
Un abrazo muy fuerte.
Sergio.
Zaragoza, 1 de agosto de 2008
P.D. Por cierto, si mi memoria no me falla, el apellido Mormeneo me resulta familiar. Disculpa mi despiste, pero leo tanto y de tantas fuentes que creo lo has nombrado con anterioridad O, como Pessoa, ¿es tu heterónimo?
P.D.2. Disculpa por este mensaje público, pero tan sólo disponía de tu correo en borradores, supongo que no consultado en pleno mes de agosto.