ALFRED HITCHCOCK Y LAS RUBIAS PELIGROSAS
[Reportaje que me envía el editor Miguel Ángel de Rus de Ediciones Irreverentes sobre el libro de Ramiro Cristóbal Alfred Hitchcock. 14 películas imprescindibles.]
ALFRED HITCHOCK, EL HOMBRE
QUE SE ENAMORABA DE RUBIAS ELEGANTES
El crítico cinematográfico Ramiro Cristóbal describe en el libro “Alfred Hitchcock. 14 películas imprescindibles”, recién publicado por Ediciones Irreverentes, a un Hitchcock muy distinto del conocido; enamorado de sus actrices rubias y elegantes, obsesionado por su gordura, que pasó de trabajar con libertad en Europa a ser controlado hasta en el gasto telefónico en los estudios norteamericanos. Ramiro Cristóbal reconoce que Hitchcock le gustó siempre mucho como director, pero le odiaba por cómo era. Al escribir este libro, ha encontrado un hombre muy distinto del esperado.
Ramiro Cristóbal trata en “Alfred Hitchcock. 14 películas imprescindibles”, no sólo los planteamientos intelectuales y técnicos de las películas del director británico, sino también los aspectos más controvertidos de su personalidad, de sus relaciones –en ocasiones amorosas y en ocasiones tormentosas con las actrices- y su pasión por estudiar el alma humana. El director británico es un hombre complejo, falto de amor, lo cual suplía por un uso y abuso obsesivo de la comida y el vino; una persona mucho más intelectual de lo que se piensa, ya que siempre ha sido un autor considerado populachero, y que junto a grandes películas, hizo panfletos pro-norteamericanos en plena guerra fría, lo que le supuso ser repudiado por los intelectuales europeos.
Sus amores rubios: Tippi Hedren, Grace Kelly, Ingrid Bergman
Hitchcock hizo mundialmente famosa a Tippi Hedren, la conocida actriz madre de Melanie Griffith, la esposa de Antonio Banderas, con la película Los pájaros.
Cuando terminó el rodaje de Los Pájaros y se produjo el éxito esperado, Tippi Hedren fue convocada por su mentor para hacer la siguiente película titulada Marnie la ladrona. Todo comenzó de nuevo: Tippi recibió regalos y vinos y también apasionadas notas del realizador. El propio Hitchcock, en persona, diseñó un lujoso remolque camerino para ella, con cuarto de baño y nevera-bar (llena de los vinos preferidos por él) y lo instaló al lado de su bungalow.
Ramiro Cristóbal afirma en el libro “Mediado el rodaje de esta segunda película que hacían juntos, una noche, Hitchcock acudió al remolque de Hedren y, por primera vez en su relación con ella (y seguramente en toda su vida), le hizo francas proposiciones de tener relaciones sexuales que, naturalmente, fueron rechazadas, aunque debió ser una prueba extremadamente penosa tanto para la actriz, como para el maduro caballero de 64 años que era, por entonces, el cineasta. Desde entonces, Hitchcok no quiso saber nada de Tippi Hedren y se refería a ella como «esa chica». Terminado el rodaje nunca más volvieron a tener relación profesional alguna. Lo curioso es que la carrera como actriz de Tippi Hedren no adquirió nunca más, ni lejanamente, el prestigio que había tenido en las películas de Hitchcock.”
Siempre tuvo una relación compleja con sus actrices, “Aunque fue hombre de una sola mujer, Hitchcock estuvo muy enamorado de Tippi Hedren. También estuvo medio enamorado de Ingrid Bergman y de Grace Kelly, pero con ellas la relación se mantuvo en lo profesional. A Grace Kelly intentó rescatarla para el cine siendo princesa, pero fue imposible. Grace Kelly quería a Hitchcock y le estaba agradecida por el impulso que había dado a su carrera y por la gran popularidad internacional que le habían dado las películas hechas con él. Le hubiera gustado, aún siendo princesa, trabajar de nuevo con el director británico, No obstante, se impuso el protocolo y la reacción ofendida de muchos de los monegascos influyentes hizo que, por fin, la actriz renunciara, educada pero firmemente, al proyecto.”
También tuvo un profundo sentimiento por Ingrid Bergman, pero quedó en amistad y ella estuvo a su lado a la hora de su muerte, “En agosto de 1979 Hitchcock cumplió ochenta años. La actriz Ingrid Bergman fue a visitarle y después recordaría: «Tomó mis dos manos y las lágrimas rodaron por sus mejillas, y dijo: Ingrid voy a morirme».”
Las tres mujeres coincidían en dos rasgos importantísimos para el británico; eran lo que podrían llamarse “rubias elegantes”.
A quien nunca pudo soportar es a Kim Novak, que le fue impuesta pro el estudio que le contrató, y a quien nunca valoró como actriz.
Hitchcock, del proselitista político al artista
Según el autor del libro, Ramiro Cristóbal, “Hitchcock me había gustado siempre mucho como director, pero le odiaba por cómo era. Después de hacer crítica cinematográfica durante décadas, llegada ya la madurez, me dije que tenía que ver sus películas con calma, sin dejarme influir por mis sentimientos, muy negativos sobre todo por sus películas de propaganda política durante la guerra fría. He visto varias veces cada película con papel y lápiz, parando escena a escena, y he podido comprobar que no es el director popular que se cree, sino un intelectual al modo europeo, aunque trabajara en EEUU, que cuidaba cada detalle arquitectónico, el vestuario a la vanguardia de la moda, hacía un estudio psicológico de los personajes como no se hace en el cine actual, donde cada personaje parece salido de la nada; en sus películas hay una explicación psicológica para todo. Y en especial, es un maestro en el dominio del tempo y del suspense.”
Ramiro Cristóbal reconoce haber disfrutado siempre con el cine de Alfred Hitchcock. pero “sin embargo, cuando hizo las dos películas de guerra fría, de un servilismo vergonzoso con los Estados Unidos, me sentí defraudado y consideré que, de alguna manera, su comportamiento era indigno de un artista independiente y libre. Luego, según iban pasando los años e iba viendo, casualmente, alguna de sus obras, incluso las que ya había visto, fui teniendo una nueva perspectiva y me prometí que un día dedicaría el tiempo suficiente para resolver esa especie de dilema profesional que había adquirido. Se trataba de poner la distancia necesaria como para no tomar en cuenta, de forma primordial, los aspectos políticos y propagandísticos de sus películas y procurar centrarme en otros que, quizás, la pasión no me había dejado ver.”
La conclusión de Ramiro Cristóbal es que “Hitchcock es un maestro de la psicología, su gran afición sin duda alguna. Seguramente el común denominador de toda su obra está en su insaciable curiosidad por el ser humano y por la forma de funcionamiento de su mente y sus pasiones”.
Un aspecto sorprendente que se descubre en el libro es que Hitchcock no era tratado en Estado Unidos como un genio, sino como un simple asalariado, “Se le controlaba todo. Él cobraba por semana de trabajo. Incluso cuando viajaba a Europa se le echaba en cara los gastos de sus llamadas internacionales. Él estaba acostumbrado a trabajar al modo europeo, con libertad, pero en estados Unidos le imponían en ocasiones los protagonistas, como ocurrió con Kim Novak, los temas que podían ser taquilleros. Se le controlaba hasta los días de rodaje.”
RETRATO DEL AUTOR
Ramiro Cristóbal es licenciado en Ciencias Políticas y Ciencias de la Información. Crítico de cine de Triunfo, Cambio 16 y colaborador de múltiples publicaciones en España: Cuadernos para el Diálogo, El País, Cinemanía, La Clave etc. Director del curso “Cine y Literatura” para la Universidad Complutense de Madrid en 2002 y Director del Curso “Historia del Cine” para la Casa de Cultura de San Lorenzo de El Escorial en 2004. Es autor de “Nombres de la historia económica” (Espejo, 1983), “La Leyenda de la Costa Azul” (Planeta, 2003), “Elías Querejeta, el hombre que hace posible la magia” (Festival de Huelva, 1997), “Jorge Polaco, la vuelta al mundo en una moviola remendada” (Festival de Islantilla, 2002), “Luis Buñuel, los primeros 100 años” (Ediciones Andaluzas, 2000), “Terenci Moix, el enamorado de las estrellas” (Festival de Islantilla 2004), “Jean Gabin, cincuenta años de cine francés” (Mostra de Valencia, 2004), “Angelino Fons, el maestro perdido” (Islantilla 2006) y “La homosexualidad en el cine español” (Festival de Córdoba/ Diputación de Huelva 2007).
*En la foto, Grace Kelly y James Stewart miran por "La ventana indiscreta".
6 comentarios
cheap jordans -
Rafael Castillejo -
pepe montero -
Entrenomadas -
M
Entrenomadas -
Te doy la razón en lo sublime de la Bergma en "Encadenados",que junto a "La soga", son de mis preferidas.
No me pasa lo mismo con "Vertigo", me resulta insufrible. Lo siento, sé que te gusta bastante.
En realidad con este director me pasa que algunas películas me gustan mucho y otras por muy Hitchock que sean me parecen un tostón.
No te me enfades.
Interesante post y comentario,
M
39escalones -
Creo que, con todo, primaba el deseo sobre el amor, y una profunda frustración por el tipo de mujer que según Hitchcock, no podría tener nunca por razón de su físico. Esos rechazos, esas frustraciones, no sólo se limitaban a detrás de las cámaras, sino que en buena parte servían para caracterizar y filmar los personajes a los que ellas daban vida, como ocurre con Hitchcock y los personajes femeninos en general, a los que adjudica atributos positivos y negativos de las mujeres de su vida. Pero esa fulminante atracción por las mujeres se vio plasmada, sobre todo en la Ingrid Bergman de "Encadenados" (nunca estuvo más bella y fue rodada con tanta sensibilidad, con el empleo de filtros y sedas delante del objetivo que casi convierten su piel en una nebulosa traslúcida) y con Grace Kelly en "Atrapa a un ladrón". Al fin y al cabo, fue Hitch quien la inventó y la convirtió de granjera de Kentucky a princesa de cuento de hadas (de hadas malas).
Modestamente: http://39escalones.wordpress.com/2007/05/30/alfred-hitchcock-presenta-sus-mujeres-favoritas/
Interesantísimo artículo.
Saludos