POEMAS DE LUIS POUSA: 'EL OMBLIGO DEL MAR'
El pasado sábado, Miguel Anxo Fernán Vello me regaló la edición, en castellano y gallego, de El ombligo del mar (Espiral Maior) del joven poeta y periodista Luis Pousa. Le he pedido a Luis que me envíe algunos poemas y aquí están. Se trata del primer poemario del autor, nacido en A Coruña en 1971.
17
Dentro de la ceniza y de la arcilla, brota un fantasmón sucio de sangre y costras polvorosas. Con las manos traspasadas por millones de ojos, constelaciones y cadáveres. Por la luz, por la tierra, por el agua, por el aire. Vemos el animal masacrado. Vemos el payaso del pene rojo. Vemos el monstruo crucificado con una tea en la boca que descifra la negrura infinita de la carne. Dentro de la esfera, hay un oleaje de músculos desgarrados. Y en esta materia nocturna, quizás divina, sentimos un último estertor: el del cuerpo arrasado por un río de aullidos. El signo, la furia, el perro, el dios.
17
Dentro da cinza e da arxila, brota un fantasmón sucio de sangue e cotras poeirentas. Coas mans traspasadas por millóns de ollos, constelacións e cadáveres. Pola luz, pola terra, pola auga, polo aire. Vemos o animal masacrado. Vemos o pallaso do pene vermello. Vemos o monstro crucificado cun facho na boca que descifra a negrura infinita da carne. Dentro da esfera, hai unha ondada de músculos esgazados. E nesta materia nocturna, quizais divina, sentimos un último estertor: o do corpo arrasado por un río de berros. O signo, a furia, o can, o deus.
23
Luz descarnada.
Cada fragmento es un río elemental,
una semilla, un ojo, una pluma,
un signo que acota la desnudez de tu memoria.
Fragmentos del anochecer en las pupilas,
a lo largo de estas calles,
al vadear el río de piedras blancas de tu cuerpo
y al leer los posos y jeroglíficos de tu carne.
Las ratas trepan por el esófago de los dioses.
23
Luz descarnada.
Cada fragmento é un río elemental,
unha semente, un ollo, unha pluma,
un signo que acouta a nudez da túa memoria.
Fragmentos do anoitecer nas pupilas,
ao longo destas rúas,
ao vadear o río de pedras brancas do teu corpo
e ao ler os pousos e xeroglíficos da túa carne.
As ratas ruben polo esófago dos deuses.
46
El sol se desploma en el horizonte. Las barcas preñadas de luz. La pasta ocre del cielo. El músculo puro del mar. Regiones de silencio y mansos ecos de espuma. Lanchas, brea y salitre. Cordajes y redes en el espigón. Retener este instante y sus posibilidades. Una nuca iluminada por esta misma luz en cualquier otro lugar de la ciudad. Sitios y mundos que soñamos posibles al construir la memoria.
46
O sol esborrállase no horizonte. As barcas preñadas de luz. A pasta ocre do ceo. O músculo puro do mar. Rexións de silencio e mansos ecos de espuma. Lanchas, brea e salitre. Cordames e redes no espigón. Reter este instante e as súas posibilidades. Unha caluga iluminada por esta mesma luz en calquera outro lugar da cidade. Sitios e mundos que soñamos posibles ao construír a memoria.
50
La noche respira a través de los poros del fuego, minuciosamente, a través de los poros del mar, escrupulosamente, a través de los poros del aire, rigurosamente, a través de los poros de esta atmósfera de salitre. Un cielo de petróleo, rumor de coágulos contra el horizonte. Los desagües, crestas de espuma. Globos de luz tibia y espesa. El anochecer es largo y de piedra.
50
A noite respira a través dos poros do lume, minuciosamente, a través dos poros do mar, escrupulosamente, a través dos poros do aire, rigorosamente, a través dos poros desta atmosfera de salitre. Un ceo de petróleo, rumor de coágulos contra o horizonte. Os desaugadoiros, cristas de espuma, globos de luz morna e espesa. O anoitecer é longo e de pedra.
61
Fragmentos para leer la ciudad.
Para soñarla.
Para empaparse de su olor a salitre, alcohol y lluvia.
Para recorrerla en las tardes de abril.
Para buscar sus rincones anónimos e impagables.
Para celebrarla en las horas de vigilia.
Para explorar sus rúas y pasadizos.
Para hojear los periódicos en la siesta de sus cafés.
Para imaginarla y olvidarla.
Acaricio el lomo de esta ciudad de neón y arena.
Palpo cada rincón de esta ciudad infinitesimal.
El Atlántico brama.
El paisaje brutal y omnívoro de la noche.
Las raíces de la luz.
Apagamos las luces de A Coruña y aparece un cielo constelado sobre la bahía.
Buceamos en los arrecifes donde duermen las osamentas de los paquebotes.
La llama de la torre de Hércules.
Las iluminaciones.
La espuma bajo el cielo eléctrico.
Nuestra educación sentimental son esas madrugadas frente al océano.
Mi padre se ponía su corbata de seda y me llevaba de paseo al puerto.
Mi padre me enseñó a mirar el Atlántico.
Me siento a contemplar el horizonte de barcas, estrellas, nubes y linternas.
En fin, naufrago y me acerco a tu orilla.
Te he buscado en los vómitos del silencio.
Hoy, llego hasta ti y te escucho, te huelo, te toco, te contemplo, te lamo.
Encuentro el río borroso, la niebla, tu cuerpo.
De camino a casa, pongo el piloto automático;
me dejo llevar por los pies, por las manos,
por las narices, y cierro los ojos,
desconecto el cerebro
y me echo a andar a ciegas
por las rúas empedradas de A Coruña,
que ya sé que no es el ombligo del mundo,
pero que tal vez sea el ombligo del mar.
61
Fragmentos para ler a cidade.
Para soñala.
Para empaparse do seu cheiro a salitre, alcol e chuvia.
Para percorrela nos seráns de abril.
Para procurar os seus recunchos anónimos e impagables.
Para nadar na súa corrente.
Para celebrala nas horas de vixilia.
Para explorar as súas rúas e pasadizos.
Para follear os xornais na sesta dos seus cafés.
Para imaxinala e esquecela.
Acariño o lombo desta cidade de neon e area.
Palpo cada recanto desta cidade infinitesimal.
O Atlántico brama.
A paisaxe brutal e omnívora da noite.
As raíces da luz.
Apagamos as luces da Coruña e aparece un ceo constelado sobre a baía.
Mergullámonos entre os arrecifes onde dormen as osamentas dos paquebotes.
A chama da Torre.
As iluminacións.
A escuma baixo o ceo eléctrico.
A nosa educación sentimental son esas madrugadas fronte ao océano.
Meu pai púñase a garabata de seda e levábame de paseo ao porto.
Meu pai aprendeume a mirar o Atlántico.
Sento a contemplar o horizonte de barcas, estrelas, nubes e lanternas.
Procureiche nos vómitos do silencio.
Hoxe chego ata ti e escóitoche, chéiroche, tócoche, contémploche, lámboche.
Encontro o mar borroso, a néboa, o teu corpo.
De volta a casa, poño o piloto automático,
déixome levar polos pes, polas mans, polo nariz,
e pecho os ollos, desconecto o cerebro
e bótome a andar ás cegas polas rúas empedradas da Coruña,
que xa sei que non é o embigo do mundo,
pero que talvez sexa o embigo do mar.
*La foto es de Patrick Demarchelier.
2 comentarios
Entrenomadas -
Kisses,
Luís Pousa -