VICENTE LLORENTE: DOS POEMAS DE SOBREMESA
Hace algunos años, en 1997 creo recordar, hice un viaje a La Habana y Cienfuegos en un proyecto de intercambio cultural que organizaba El Silbo Vulnerado que dirige Luis Felipe Alegre. Fue mucha gente: compañías de teatro, cantantes, poetas, narradores, periodistas, etc. Y en aquel grupo de gente figuraba un joven cantante y compositor: Vicente Llorente (Alicante, 1973) que presentó varias canciones suyas, acompañado al piano. Uno de los mejores momentos de aquel viaje, y fue un viaje realmente bonito, fue cuando Vicente interpretaba ‘Puerto de cristal’. Vicente tenía entonces una hermosísima y dulce novia, Eva, que nació muchos años después el mismo día que yo: un 25 de agosto. Vicente y Eva siguen juntos, y han tenido un niño: Mario. Mario, creo que en homenaje a uno de los poetas más amados por Vicente: Mario Benedetti, al que le puso música Joan Manuel Serrat, Nacha Guevara y también Daniel Viglietti e incluso Ángel e Isabel Parra, entre otros.
Vicente es también poeta y editor. Forma parte de la editorial, con sede en Barcelona, Huacanamo. En su colección Alambique publica ‘Menú del día’, su primer poemario. Vicente vendrá a Zaragoza con Roger Wolfe, el poeta al que le acaban de editar su poesía reunida en el volumen ‘Noches de Blanco Papel’, en este caso en la colección Alambique. Copio aquí algunos poemas breves de Vicente Llorente. Dice de su poemario: “Poesía de sobremesa para intrépidos comensales. Paladares exquisitamente inquietos. Amantes de lo visual en el texto que leen primero la carta y después el precio. Amantes sin más, sin amor incluso. Reidores y roedores, salteadores de conciencias: Menú del día contra el sopor post-ingesta”.
EL RETRASO
Llegaba tarde a algún sitio.
Había preparado café.
El vaso quemaba por los bordes
y maldijo al lechero.
Su corbata estaba sucia
o era estampada.
Poco importa ya
si tenemos en cuenta
que el pasado se confunde con la nostalgia
y lo mejor para seguir vivo
es tener mala memoria.
DEJA VU
¿Recuerdas aquella luna tan roja después de un concierto
cuando la lluvia corría por tu cara y vimos nuestros
monigotes
el calor insoportable en la puerta del teatro Ferry
el agujero de la guagua y el bidón con fuego
para señalar la ruta
o aquella barca que nos llevó al castillo
la casa de Mario y tu sonrisa
el sabor de los besos
aquella canción
y tú?
¿Recuerdas
si éramos felices
o es ahora
cuando somos
un recuerdo?
Desconozco la historia de este poema de amor, pero hay cosas que me son reconocibles: el teatro Terry de Cienfuegos o el viaje en barcaza hacia un castillo encantado que había sido de los españoles en Cumanayagua. Fue un viaje en barca digno de las novelas de García Márquez, con una admirable y dorada luna sobre un mar incierto. (La foto es de Martin Schoeller).
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