LA GAVASA Y LA GRAN NOCHE DE FUENTES
Ayer por la tarde, poco después de escribir un pequeño artículo, ‘Goya en Dublín’ (apenas un fragmento de mis impresiones en la ciudad de Joyce), fui con mi hija Aloma a la clausura de la Semana del Cine y de la Imagen de Fuentes de Ebro que dirige, desde hace catorce años, José Antonio Aguilar. Iban a entregarse los premios y a realizarse un homenaje a Luisa Gavasa, que estuvo el pasado domingo en ‘Borradores’. Hay algo que me gusta mucho de Luisa: su sincera gratitud a quienes le han enseñado (desde Mariano Cariñena a Ricardo Salvat, por ejemplo), su vocación de felicidad, su identificación con Zaragoza y con Aragón sin dejar de ser ciudadana del mundo, su infinito amor al medio y a los compañeros, y su exaltación de la vida, de la pasión, de la amistad, de los vínculos familiares (con su hermano, con la gente que elige como parientes del alma, con sus padres), de los pequeños gestos del vivir.
Me alegró ese premio: Luisa es una mujer con carisma, con un gran sentido teatral de la vida y a la vez entusiasta, directa, conmovedora, como un volcán hecho mujer que reclama ternura, confidencia, lucidez (la pone ella) y sexo. Como todos, al margen de cualquier cifra del carné de identidad. Y lo dice alguien que aún es joven: nació a principios de los años 50
Luisa Gavasa, y empiezo por el final, o ‘La Gavasa’, como le llaman algunos, estuvo sensacional. Dominó la escena y los afectos como si fuera Irene Papas, Anna Magnani o Anne Brancroft: exhibió humor y melodrama, ternura y autenticidad, y pronunció un discurso inolvidable. Le dio sentido, hondura y emoción al hecho de ser ‘La Dama de Fuentes’, y emplazó a su hijo Pablo a recordar una noche como ésa dentro de unos cuantos años, cuando ella ya no esté, tal vez, y además le declaró su amor a su marido, que se levantó y saludó con timidez y orgullo al personal. Cerca de ella estaban muchas amigas: María Luisa Sanjosé, Pilar Bardem, Itziar Miranda o, entre otras, Paca Gabaldón (aquella que señora que desordenó la lujuria nacional con el nombre de Mary Francis…)
Fue una noche estupenda que arrancó maravillosamente con un homenaje al cine, al montaje, a la fotografía seriada, al movimiento y también a los gestos corporales: al desnudo, al boxeo, al amor. (Por cierto, el premio al mejor montaje sería para Adriano Castoro). Y a partir de ahí, bajo la conducción contenida pero elegante de Aitana Muñoz, discurrió una ceremonia cargada de emotividad que recordó a Alberto Sánchez Millán y a José Luis López Vázquez. Fuentes –como La Almunia, como Zaragoza, como Tarazona, Uncastillo y Huesca, entre otros lugares…- es una cita, un estado de la cuestión y una ratificación del cine. Aragón posee un amplio plantel de profesionales, de proyectos constantes, de sueños, y intenta elaborar, año a año, la quimera de una industria de cine o un laboratorio de aprendizaje y de logros.
Eso se fue viendo todo el rato: hubo ganadores por partida doble como el talentoso e iconoclasta Ciro Altabás, el joven y brillante Pablo Aragüés, Pilar Gutiérrez (que estuvo muy bien, recordó que había vivido amores tan convulsos y desgarradores como los de su película; alguien recordó que había ganado cinco premios a lo largo de la SCIFE), Javier Estella y José Manuel Fandos, que ya forman un dúo de lujo del cine desde una vertiente personal del compromiso y de la curiosidad por las injusticias en distintas regiones del mundo. Me encantó que fuesen premiados David Terrer (a quien conoce desde los años de ‘El Paseo’ de ZTVm donde montó con mucho cariño muchas piezas) y Carlos Naya, que subió al escenario con su jovencísima y primorosa actriz, un ángel de rubia luz, tras recibir el premio ‘Mejor ópera prima’; su tía Yolanda Liesa la miraba con arrobo, la niña ha heredado el talento audiovisual de esta joven cineasta que es, con Teresa Lázaro, los ojos de Borradores. Tuve la suerte de besar en los prolegómenos a los actores que serían galardonados luego, María José Moreno (que prepara una ‘María Estuardo’ para el Principal) y a Jorge Asín, y me alegró que Juanjo Javierre ganase el premio a la mejor música. Otro momento especial fue el premio de Valores Humanos Julio A. Parrado y José Couso que recibieron Santiago Zanou y ‘El Langui’.
La noche me reservó una pequeña sorpresa. No fui a la gran fiesta pero vine hacia Zaragoza con Mariano Cariñena y su mujer Marisol. Hablamos de cine y de teatro, y él recordó su último rodaje con Graciela de Torres Olson y sus felices años con Luisa Gavasa en el Teatro Estable.
Fuentes de Ebro es un ejemplo. Ha integrado perfectamente a la población de todas las edades, la ha vinculado con el cine, y cuida todos los detalles y las corrientes de cariño con los demás festivales. La SCIFE es una factoría para todos los públicos: niños, adultos, ancianos. Ahí, durante una larga semana la población se envenena de sueños de cine. Y lo hace con ilusión, gozosa perplejidad y auténtica alegría. José Antonio Aguilar es uno de esos tipos entrañables que mueve montañas con su equipo.
Dentro de muy poco, llega el Festival de Jóvenes Realizadores de Zaragoza. Entre otros asuntos, José Luis Anchelergues me dijo ayer que se iba a presentar un libro de imágenes y de testimonios de afecto que ha coordinado Luis Alegre. (Esta foto de Luisa Gavasa fue realizada por el gran fotógrafo de HERALDO, José Miguel Marco).
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Begoña -