GOYA EN DUBLIN
Irlanda es un país de grandes escritores. W. B. Yeats, Samuel Beckett, George Bernard Shaw y Seamus Heaney han recibido el premio Nobel. Otros maestros incuestionables son James Joyce, Oscar Wilde, J. Swift y Bram Stoker, y en las nuevas generaciones se cuentan John Connolly, Roddy Doyle o el maestro del estilo John Banville. Hasta los taxistas, a cualquier hora del día, te ofrecen una cartografía minuciosa de sus rincones favoritos: recuerdan dónde están sus estatuas y sus distintas casas, cuáles fueron los colegios en que estudiaron, la torre a la que asomaba Joyce en los crepúsculos de llovizna e incluso la farmacia donde se encontró con Nora Barnacle. Desde hace unos años, en Dublín hay varios profesores de español en el Instituto Cervantes, como Carmen Sanjulián, que participó en la fundación de ‘Poesía en el campus’ y cuenta maravillas de Zaragoza. En Dublín también reside, a través de sus lienzos, Francisco de Goya. En la National Gallery, cerrando un itinerario apasionante –que incluye a Vermeer, Tiziano, Velázquez, Zurbarán, Caravaggio…-, el museo ofrece cuatro obras de Goya. El impecable retrato de la actriz Antonia de Zárate, datado en 1805, estupendo e inspirado; el del conde de Tajo, de 1800, que hace pensar en el de Moratín; ‘Lady in black’ (1825), una clásica mujer con mantilla, y una pieza magistral, ‘El sueño’ (1800), en la que Goya logra una obra intimista, de pincelada suelta y a la vez precisa, donde oculta levemente la cara y ensalza la sensualidad y el busto de una mujer que podría ser Pepita Tudó. Cualquiera de los cuatro ‘Goyas’ son valiosos, sin duda, pero ‘El sueño’ tiene una sutileza cristalina, es etéreo y carnal a la vez, un ejercicio sublime de pintura, sensibilidad y erotismo. Goya siempre sorprende: su belleza crece con los años en la ciudad más literaria del mundo. *En la foto, la reproducción de 'El sueño' de Goya.
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