CALVOMOÑACO / 7. A LA MANERA DE GARGALLO
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Mormeneo no se entiende del todo a sí mismo. Ocupa su tiempo en dos cosas: pensar muy de prisa, con la furia del vendaval, saltando de asunto en asunto y dando salida a sus ideas, con celeridad, con calma, con desesperación, como si estuviese a punto de producirse el fin del mundo. Si hubiera tiempos muertos, fumaría un cigarrillo o apuraría, con lentitud, una cerveza. Si pudiera hacer dos cosas a la vez, trazaría un manchurrón de tinta azul sobre un folio con apariencia de pájaro peregrino.
La cabeza le da vueltas. Su propio cerebro lo arrolla. Una y otra vez, suele decir, pugna por no desmoronarse. Si alguien le dice algo lo perturba y lo alimenta. Le acaban de decir: ¿No te parece que sería muy bonito que hicieras vestidos y fotos a la manera surrealista de Man Ray?
Y él hace lo indecible por no perder la cabeza. Se acerca a su novia, que quizá sea poeta o modistilla de sueños y vestuarios, y le dice: “Déjame tocar la mejor línea de tu desnudo”.
1 comentario
Antonio -
¡Abrazos!