CALVOMOÑACO / 11. AL MODO DE LEGER
Mormeneo ha sido un gran enamorado del fútbol. Durante años escribió crónicas de los partidos, en los diarios y para sí mismo, en un cuaderno que tituló ‘La alegría del balón’. El año pasado, por distintos motivos, fue muy feliz en el fútbol. Hasta en tres días por semana se acercó al campo de San Lorenzo. Le gustaba ver a los jugadores sobre el césped, le gustaba ver al entrenador de porteros que reventaba a un arquero portugués de largas melenas llamado Rogerio, y seguía a dos futbolistas hermanos. Uno derecho, un pulmón con calidad, el futbolista que sueña cualquier entrenador, el atleta incansable y constante; otro, zurdo, más fino, galanteador de rivales en el regate, algo barroco y artista. Iba al campo por verlos: si uno no estaba bien, lo iba a estar el otro. Eran complementarios: en la entrega, en las suertes de la recuperación del balón ajeno, en el desborde, en la combinación y en la elaboración de las jugadas.
Este año, Mormeneo ha dejado de ir al fútbol. El zurdo, lesionado, aún no ha debutado. Y el derecho carece de continuidad, no cuenta con la confianza del preparador, un hombre más bien callado, de esos entrenadores que apenas hablan. Mormeneo ha dejado de ir al fútbol: ya no hace crónicas para nadie y en su moleskine ha puesto un antetítulo, que casi le incomoda: ‘La tristeza de los domingos’.
*Alberto Calvo ha hecho esta pieza al modo de Fernand Leger.
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