TRES POEMAS DE DOLAN MOR
Me escribe Dolan Mor, poeta cubano afincado en Zaragoza desde hace una década, dueño de un rico e inagotable mundo poético, y me dice:
Me han invitado a un festival internacional de poesía muy importante para que represente a Cuba y, por supuesto, a la literatura de Aragón la llevaré conmigo.
Este es el festival. Le pido algunos poemas nuevos y aquí están.
Invitación al XIV Festival Internacional de Rumania
‘Noches de Curtea de Arges Poetry.’
Este Festival fue creado en 1997 y forma parte del circuito de los seis grandes festivales internacionales de poesía junto con el de Struga (República de Macedonia), el de Medellín (Colombia ) o el de Trois Rivières (Canadá).
El Festival Internacional ‘Noches de Poesía Curtea de Argeş’ se concibe como un elogio a la poesía del mundo actual y como una performance poética incesante. Poetas de diferentes idiomas y de gran valía internacional como el japonés Satoko Tamura, el irlandés John F. Deane, el francés Charles Dobzynski, o los ya fallecidos Estima Alberto de Oliveira, de Portugal, y Erik Stimus, de Irlanda, han sido invitados y premiados en años anteriores.
En dicho Festival de Rumanía “Noche de Curtea de Arges Poetry” se entregan algunos de los galardones más destacados de la creación poética como son el Grand European Prize y el World Grand Prize for Poetry.
TRES POEMAS
El tiempo tiene sus formas
El tiempo
tiene sus formas
de fragancia
(vuelve Ashbery),
en cada movimiento
de las horas
late la muerte
y late al revés
el espejo que mira
nuestro rostro.
Igual la curva
de las emociones
decae,
la carne
se hace blanda,
el pensamiento,
áspero
y cansado,
nunca nos abandona.
Es como hablar
encerrado
en un cuarto desierto
sin puertas de salida,
un laberinto
de arenas
con pétalos
en la mente
del huésped perdido.
El caballo y la trucha saltan
El caballo y la trucha
saltan en el estanque
de la muerte.
Uno a orillas del hilo
de plata,
el otro entre las costuras
del tejido de acero.
Son los factores
del desamparo
quienes me acompañan
siempre (al azar),
la válvula incluso
de la rosa líquida
lo que permite observar
el movimiento
de los animales simbólicos,
en acción.
Así el caballo
soy yo mismo
reflejado en el agua
del espejo,
y la trucha es mi espíritu
que labora y labora
contra la perpetuidad
de la Dama Violeta.
Alguien ha colocado un ramillete de orquídeas
Alguien ha colocado un ramillete de orquídeas
sobre la superficie de una cámara de hielo.
Se diría que crecen sin sentido esas flores
silvestres en la estepa blindada de la muerte,
sus pétalos de negro fuego, el perfume
amarillo de una máquina de aceites leves.
*
Es un contraste aquí, sobre la piedra de un cuarto
congelado, un almacén abierto de metales
con puertas donde sólo se observan carnes
de ciervo eldii, perniles desangrados, patas
de nobles liebres, rostros de un faisán hembra
que mira sin maldad (sus ojos de un cristal asustado).
*
Las botas de los cazadores dejan huellas sin número
sobre las charcas de sangre, el sudor que discurre
debajo de sus cueros dibuja el invisible cuño de los mercurios.
*
Así y todo, no sé, alguien ha colocado, junto
al ramo de orquídeas, unos guantes azules
de proteger sus manos a golpes de neveras
y todo me seduce ahora entre ese humo
que desprenden los cuerpos de muertos animales.
*
Veo a mi alrededor un jardín que me invita
a escribir un poema que mencione en sus versos
esas flores de orquídeas, esas gemas de luz
que nombrara Teofastro como raros testículos.
*
Pero no escribo nada, prefiero contemplar
las orquídeas (reales) de mi imaginación, sobre la escarcha
de la cámara de hielo, como si fueran el último
instante de eso que los hombres llaman “vida”.
Las fotos son de Eric Kellerman y de Eikoh Hosoe.
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Jordan Trunner -
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