MELÉNDEZ ILUSTRA A MARK TWAIN
Francisco Meléndez, el gran dibujante, regresa al universo que le hizo famoso: la ilustración, la literatura infantil y juvenil, el diseño, la tipografía. Y lo hace ilustrando un volumen de 76 páginas en Los libros del zorro rojo, ’Los diarios de Adán y Eva’ de Mark Twain. Es todo un acontecimiento, sin duda.
Dice la editorial en su página web:
Dibujante eminente y autodidacta. En 1984 publicó su primer trabajo y dos años más tarde obtuvo el Premio Nacional de Ilustración por La oveja negra y otras fábulas, de Augusto Monterroso. A éste le seguiría una pléyade de obras con textos de autoría propia, como El verdadero inventor del buque submarino, Premio liber al libro mejor editado y Medalla de Plata en la exposición «Los libros más bellos del mundo» de Leipzig en 1990; Leopold, la conquista del aire, segundo Premio Nacional de Ilustración en 1992 y El viaje de Colonus, un friso de nueve metros plegado en fuelle, donde recreó el viaje del almirante a las Indias. Luego, Francis Meléndez (Zaragoza, 1964) optó por el silencio, renuncióa su oficio, eligió vivir en un monasterio y fundar la agrupación socioeducativa ’ãl-May’ãrî-Valmadrid, que promueve el trabajo artístico entre niños y adolescentes, al margen de los cánones académicos. Su trabajo para Los diarios de Adán y Eva supone un excepcional regreso al ejercicio de su magia. Por todo instrumento se sirvió de un lápiz, en la paz del camposanto que por la noche vigila. [Todo este material procede de la editorial.]
Del diario de Adán:
Esta nueva criatura de pelo largo se entromete bastante. Siempre está merodeando y me sigue a todas partes. Eso no me gusta; no estoy habituado a la compañía. Preferiría que se quedara con los otros animales. Hoy está nublado, hay viento del este; creo que tendremos lluvia… ¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde saqué esta palabra…? Ahora lo recuerdo: la usa la nueva criatura.
Del diario de Eva:
Toda la semana lo seguí y traté de entablar relaciones con él. Yo soy la que tuvo que hablar, porque él es tímido, pero no me importa. Parecía complacido de tenerme alrededor, y usé el sociable «nosotros» varias veces, porque él parecía halagado de verse incluido.
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Raúl -
Joaquín -